El derecho a mezclar plátano y morcilla

De pequeño hice un gran descubrimiento: plátano con morcilla. Sí, ya sé que les parecerá una guarrada, un invento maligno y un plato vomitivo. O vomitable. No importa, no voy a intentar convencerles del placer de saborear las trizas del más honorable de los animales con una delicia de Canarias. Ustedes se lo pierdan. El caso es que cada vez que he comentado la receta con alguien me han mirado con asco. Y me importa un bledo, oigan. Quiero decir, que la vida me ha enseñado que el único gourmet con derecho a vetar o a ensalzar un producto soy yo. Que no me hace más o menos feliz saber que mis gustos son compartidos.

Ayer, mientras echaba un café con los compañeros de la redacción, salió a la palestra el estreno de ‘Come Reza Ama’. El más ignorante de la sala -un servidor-, describió el asunto tal que así: “Esta película tiene un público objetivo claro. Está clarísimo que las mujeres van a acudir a tropel a ver la cinta con unos aires de “así soy yo” o “sí, la vida es así con nosotras”, etcétera… ¡Parece un anuncio de tampax!”

Por si no me había encumbrado lo suficiente, seguí con el atrevimiento: “Es como ‘Sexo en Nueva York’, ¡menuda chufla de película!” La reporterísima Inés Gallastegui respondió con tanta simpleza que fue aplastante: “¿Y qué?” Sigue: “Yo no te voy a defender la calidad de estas películas. No tiene ningún sentido. Pero sí que me resultan divertidísimas. ¿Cuál es el problema? Hace un momento tú estabas diciendo -lo estaba- que no defenderías la calidad de ‘Los Mercenarios’ pero te parece genial, ¿cuál es la diferencia?”

Touché. Conforme rebañaba las últimas gotas del café me vino el sabor del plátano con morcilla. Un episodio sinestésico que me recordó que, al igual que con los postres, no hay una opinión más importante que la propia. Ahora bien, si viene visita a mi casa no les pondría ‘plátano con morcilla en salsa de yogurt’. Y en esta mesa nuestra, aunque haya derecho a la réplica para repetir cuanto gusten, hay películas que no se hacen apetecibles.