El origen del planeta de los simios

Cabárceno es un lugar precioso, parada obligatoria si pasas por Cantabria. Sus montañas bañadas en verde, tostadas con el sol norteño y moteadas de frío azul derriban cualquier sensación de parque turístico al uso. Al entrar con el coche, no sé quién puso a todo volumen la banda sonora de Parque Jurásico. Menudo acierto. Todavía se me ponen los pelos como escarpias. John Williams convertía los carteles de ‘jirafas’, ‘leones’ y ‘rinocerontes’ en una aventura épica. Es cierto que nunca fui muy amigo de encerrar a los animales fuera de su hábitat natural, pero aquello se debe acercar bastante a la realidad. Es enorme. El caso es que hay una mirada que no puedo olvidar. Una mirada que, de ser humana, hubiera respondido con un, ¿se encuentra usted bien, caballero?

En la zona de los monos había un enorme gorila gris sentado de espaldas al público. Y por enorme quiero decir enorme. Gigantesco. Su mano aplastaría un cráneo sin problemas. Niños y adultos se esmeraban en llamar, graciosamente, la atención del simio. Él, llegado el momento, giró levemente la cabeza y clavó su pétrea mirada oscura sobre nosotros, por encima de su hombro. Desafiándonos a mantenernos firmes a su fiereza. Les prometo que si alguien me hubiera dicho que se trataba de un hombre, acaso un mutante, transformado en animal, me lo habría creído sin poner demasiadas trabas. Todavía me pregunto qué querría decirnos aquel gorila.

Una semana más tarde vi ‘El origen del planeta de los simios’ y fui tremendamente consciente del espectacular trabajo de Andy Serkis interpretando a César, el mono que inicia la revolución que Charlton Heston sufrirá en un futuro incierto. No sé si hay algún premio que encaje en el trabajo de Serkis (Gollum, King Kong, Haddock), pero, de no existir, debería crearse.

La película de Rupert Wyatt (‘El escapista’) llegó sin hacer demasiado ruido. No contó con un presupuesto desorbitado y partía con la mala sensación que dejó el remake de Tim Burton de la original. Y, sin embargo, consigue alzarse con el beneplácito de público y crítica y levanta, con orgullo, el honor de ser una de las películas de ciencia ficción más apasionantes del año.