Los Reyes de Lola

La forma en que Lola cuenta la película es genial: “El niño está en una isla con animales. ¡Había leones y jirafas! Y el león muerde al niño. Y los piratas son malos. Y persiguen a los animales. Y los animales… ¡hay leones y jirafas!” La pequeña Lola tiene cuatro años y, como todos los demás, espera a los Reyes Magos con mucha ilusión. Le pregunté varias veces qué les había pedido y su respuesta me encantó: “lápices de colores”. ¿Qué podría ser mejor que una preciosa caja de lápices de colores con los que crear lo que la imaginación te dicte?

Lola, por cierto, hablaba de ‘Los Robinsones de los mares del Sur’ (1960), una de las aventuras clásicas de Disney, del director Ken Annankin. Una de esas películas que cualquier zagal podría disfrutar sin gafas polarizadas con las que coartar su maravillosa e inocente visión de la pantalla. Ella es una inspiradora precuela del futuro que nos espera. A su corta edad maneja el iPhone de sus padres mejor que sus abuelos, toda una nativa digital. Pero, al mismo tiempo, juega con su pequeño hipopótamo azul que encontró dentro de un Kinder mientras relata, con pasión, lo que le sucedió al niño de los Robinsones.

A veces me da por pensar que las generaciones venideras van a salir tontas de remate. Que los dibujos animados y los juguetes modernos (interrupción: me parece absolutamente detestable e hiriente que uno de los regalos más esperados sea una muñeca gótica de medio metro de altura que parece una… en fin) eliminan toda posibilidad de tener una mente libre, capaz y selectiva. Sin embargo, miro con atención a Lola y sé que no estamos perdidos.

Me encanta ver que los niños son niños. Que duermen nerviosos pensando en lo que habrán dejado los Reyes Magos al abrir los ojos. Que son capaces de pintar con lápices de colores un león, jugar con un hipopótamo azul, alucinar con una película de hace medio siglo y usar su iPhone con destreza. Feliz día de Reyes.