Vida de Pi, la novela

Qué problema hay si quiero ser hindú, musulmán y cristiano al mismo tiempo? ¿Si cuatro bestias pueden convivir en paz en un espacio reducido, por qué no hombres y mujeres de distintas razas y etnias en un mismo planeta? ¿Cuándo decidimos dejar de creer?

‘Vida de Pi’ es una novela que cabalga entre fantasía, filosofía, ética, religión y biología. Entre el drama y el humor. El protagonista de la historia es Piscine Pattel que, después de soportar infinitos chistes sobre su nombre (sus padres eran amantes de la natación y ‘piscina’ les pareció un nombre muy inspirador), optó por acortarlo a un simple ‘Pi’. Un nombre con fórmula matemática que esconde a un adolescente tremendamente espiritual.

La familia de Pi es conocida en Pondicherry, La India, por gestionar el maravilloso Zoo de la ciudad. Todo cambia cuando la crisis económica de principios de los 70 -siempre hay una crisis- obliga a los Pattel a hacer el petate y emigrar a Canadá, en busca de nuevas oportunidades. Descubrir cómo Pi termina en un bote salvavidas, en mitad del Atlántico, rodeado de tiburones y en compañía de un león, un orangután y una hiena, está ahora en sus manos.

Yann Martell, autor de ‘Vida de Pi’, ha consolidado su carrera como escritor mediático gracias a esta novela. Nacido en Salamanca (1963) y criado en Canadá, Martell explica en el prólogo del libro cómo un anciano le contó la historia de Pi durante un viaje a la India. Una historia que revolucionó el mercado estadounidense, convirtiéndose en un arrollador éxito de ventas que se consagrará el próximo viernes 30 de noviembre con la versión cinematográfica que dirige Ang Lee (’Tigre y Dragón’, ‘Brokeback Mountain’, ‘Sentido y sensibilidad’).

La novela está dividida en un centenar de pequeños capítulos que relatan la épica aventura de Pi a bordo del pequeño navío. Pequeñas cartas escritas en primera persona en las que siempre hay lugar para una reflexión íntima y profunda sobre la espiritualidad; la religión entendido como un encuentro entre uno mismo y un Dios que comparte tantos nombres como creencias. Y la creencia, por encima de todo, en las cosas bellas que pueblan la extensa y vasta Tierra.