Hitchcock

¿Quién no se ha obsesionado alguna vez con una rubia? Ya saben: una despampanante, atractiva y sensual rubia de caderas latentes y corazón apaisado. Un ser imposible, inalcanzable, pero siempre motivador. Alfred Hitchcock persiguió durante toda su vida a una rubia de rostros cambiantes y diálogos reescritos con tachones al margen: una nueva historia.

‘Hitchcok’, la película de Sacha Gervasi, no busca el origen del genio ni el suceso que desencadenó su infinita imaginación detrás de la cámara. Sí describe, en cambio, cómo un hombre corriente de sesenta años se niega a dejar que el mundo le jubile. Sí describe una pasión incontenible, una rubia que siempre estará en liza y una película que se rueda en la cabeza de un genio antes de que nadie pueda intuirla: ‘Psicosis’.

Alfred (Anthony Hopkins) acaba de estrenar ‘Con la muerte en los talones’ y todo Hollywood está convencido de que ésa será la cima de la talentosa obra del director. Él no piensa igual. En una brusca búsqueda de nuevas ideas se topa con la novela de un autor desconocido, Joseph Stefano (Ralph Macchio… ¡sí, el de Karate Kid!), que retrata los terribles asesinatos de Norman Bates: ‘Psicosis’. Hitchcock se enamora de la historia pero las distribuidoras no creen que América esté preparada para un film tan sobrecogedor.

Hopkins está muy acertado como Hitchcock, transformado física y espiritualmente en él. Pero el motor de la película es su esposa, una Alma Neville interpretada por Hellen Mirren que funciona como gancho, motor y solución. Destacables también Scarlett Johansson como Janet Leigh y Jessica Biel como Vera Miles, las dos rubias de la historia.

El gran punto a favor de ‘Hitchcock’ es, al mismo tiempo, su gran pecado: es una película ligera. Muy ligera. Acostumbrados a metrajes que sobrepasan con demasiada facilidad las dos horas, una película de 90 minutos es de agradecer. El periplo de Alfred para rodar ‘Psicosis’ es ameno, entretenido y entrañable. Una carta de amor al cine, al arte y a la importancia de abandonar la comodidad –incluso cuando eres una estrella mundial– para conseguir tu mejor trabajo. Sin embargo, esa sensación de fácil entretenimiento es, también, la razón de que ‘Hitchcock’ no haya sido el gran –y profundo– biopic que cabría esperar.

Sea como sea, merece la pena escuchar la frase, brillante, que justifica toda la película: «Por eso me llaman el maestro del suspense».