Bandas de gangsters y mafias políticas

Hoy en día, la gente no respeta nada. Antes, poníamos en un pedestal la virtud, el honor, la verdad y la ley… La corrupción campea en la vida americana de nuestros días. Donde no se obedece la ley, la corrupción es la única ley. La corrupción está minando este país. La virtud, el honor y la ley se han esfumado de nuestras vidas». Esta fue la respuesta a la pregunta efectuada por el periodista de la revista Liberty, Cornelius Vanderbilt Jr., el 17 de octubre de 1931. El entrevistado entró en prisión varios días más tarde. Su nombre, Alphonse Gabriel; Al Capone.

Ochenta y dos años más tarde, Al Capone es una leyenda y los despachos están llenos de mafiosos vocacionales que crecieron bajo la indefectible batuta de la superioridad. Los más listos. Políticos, empresarios y miembros de la realeza –no todos– que asumieron desde la cuna que eran libres para engañar, estafar y manipular a la realidad gracias a un atril podrido por la servidumbre a la ambición. Y, encima, tienen la mala baba de salir a la calle a mentirnos. Nos miran a la cara y nos mienten. Nos dicen que son buenos, que demostrarán su inocencia. Cantan al honor, a la verdad, a la ley…

Pero a todo Armstrong le llega su Oprah.

Los gangsters tienen un atractivo romántico, a caballo entre la hermandad de piratas que navega los mares en busca de tesoros hundidos y los vaqueros que asaltan diligencias con pañuelos rojos y sombreros de ala ancha. Lo tienen los gangsters y, también, los cazadores de gangsters. Siempre será un placer ver a Kevin Costner coser a balazos a un corrupto y ‘sobre-cogedor’ Robert De Niro. Y, aunque dudo que llegue al nivel, iré con la mejor predisposición a ver ‘Gangster Squad’ (Ruben Fleischer, ‘Bienvenidos a Zombieland’).

La cinta cuenta con un elenco de actores guapos y de moda (Josh Brolin, Ryan Gosling, Nick Nolte, Emma Stone, Sean Penn) que no son un reflejo de la realidad. Pero oye, todo sea por pegar unos balazos y ejercer nuestro derecho al pataleo. Aunque sea de mentirijilla. Por recordar la virtud.

Y el honor.