Temporada 6: Historias y realidad

Contamos historias para que la realidad no nos venza. La ceguera que padecemos como especie a la hora de observar la épica y el drama que acontecen en La Tierra, solo se cura con refinados artilugios de perspectiva: palabras, colores y trazos dispuestos en orden y forma para ejercitar los sentidos y sanar el alma. La guerra no sería la guerra sin la disciplina de ‘La chaqueta metálica’ ni el llanto de ‘Salvar al soldado Ryan’. La pobreza no sería la pobreza sin la tierna crudeza de ‘Luces de ciudad’ ni la ensoñación de ‘Slumdog Millionaire’. Y la enfermedad tampoco sería la enfermedad sin la impotencia de ‘Dallas Buyers Club’ ni el amor de ‘Amor’ –probablemente no tendríamos amor sin ‘Amor’–.

Hace poco leí que nosotros, los seres humanos, estamos genéticamente preparados para ignorar a la masa. Leer que dos tercios del planeta pasa hambre no nos conmueve. Nada. Puede que les cambie el gesto, pero no habrá lágrimas en sus ojos ni puños indignados sobre la mesa. Ahora bien, si centramos las cámaras del planeta sobre un niño que llora desconsolado, entonces sí, entonces comprendemos la historia. Es tan triste como poderoso. Pero así somos, contradictoriamente bellos.

A veces, sin embargo, la realidad se cuenta a sí misma y nos sorprende con historias particulares que suenan como una bofetada universal: James Foley no quería ser el protagonista de ningún estúpido thriller político, pero su rostro puso nombre a la tensión que viven a diario en lugares como Argelia. Excalibur tampoco quería ser el martir de una enfermedad que cercena a miles al año, pero fue él, un perro, el que convirtió en tendencia en España una tragedia para la que, estoy convencido, ya podría haber cura de no ser por algún especulador farmacéutico. Qué demonios, ¿quién no ve una película en las hazañas del pequeño Nicolás?

Y mientras los corrillos del pasillo se afanan en desnudar el éxito de realities de televisión que dejan patente que la pecaminosa ignorancia de Adán y Eva sigue colgando del árbol, Teresa sonríe en la habitación de su hotel. No la he visto, pero me la imagino. Su cara como ‘Amelie’ al despertar, como Bill Murray tras la marmota, como Sandra Bullock en el último fotograma de ‘Gravity’… Realidad o ficción, no importa. Lo que importa es contar. Contar lo cambia todo. Ah, las historias.

Volvemos a empezar.