Tie Fighter, el corto (porque la Fuerza es poderosa en el fan)

Paul Johnson ha pasado los últimos cuatro años de su vida creando esta pequeña joya: ‘Tie Fighter‘, un corto protagonizado por soldados imperiales al más puro estilo del anime de los 90 (a mí, personalmente, me recuerda muchísimo al estilo de ‘Cops’, ‘Thundercats’ y ‘Galaxy Rangers’, ¿recuerdan esas series?)

Es posible que el corto les suene. Efectivamente, hace años que vio la luz un pequeño avance que enamoró a los fans de la saga. El trabajo es magnífico:

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Capturar a Moby Dick (o hacer cine)

Acabo de leer un artículo que publican los amigos de filmin sobre Mark Duplass (director de ‘Cyrus’ y protagonista de ‘Seguridad no garantizada’, entre otras cosas). El cineasta compartió, durante una charla en el festival indie ‘South by Southwest’, ocho trucos para empezar a hacer cine. Hay uno que me gustó especialmente: «No hay ninguna razón para no hacer una película este fin de semana con tus amigos». Me encanta.

De un tiempo a esta parte, ‘hacer cine’ se ha convertido en sinónimo de ‘invertir mucho dinero’. Y no es mentira, hacer una película requiere un gran esfuerzo. Pero debemos reivindicar las películas que nacen con pocos recursos y convierten una idea humilde en una historia decente.

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Por ejemplo, el otro día, el granadino Juanfran López me contó que han rodado una película de aventuras, ‘La Leyenda de Zaphomet’, y que la han terminado gracias a un esfuerzo monumental de un equipo apasionado. Y lo que es mejor: la estrenan en una sala llena a rebosar. ¿No les parece magnífico? Otro ejemplo: el irlandés Ruari Robinson está enamorado de una película que tiene en la cabeza, pero no tiene el dinero suficiente para hacerla realidad. ¿Qué hace? Rueda ‘Leviathan’, un corto de ciencia-ficción en el que los tripulantes de una nave espacial intentan capturar a una suerte de Moby Dick espacial. El resultado ha sido contundente: Las puertas de Hollywood abiertas de par en par.

Si alguna vez tuvieron ganas de hacer cine y se vieron incapacitados, ¿no les entran ganas de probar? ¿No les gustaría coger una cámara, escribir una historia y rodarla pase lo que pase, sin complejos ni bloqueos? Estamos en una era que se define por una absoluta e insultante falta de imaginación en el mercado. Y, también, en la era de los que sepan ser imaginativos. Buena caza.

 

Primavera electoral

Siempre me aterrorizó la masa. No me refiero al increíble Hulk, que en según qué circunstancia también. Hablo de la masa social. La masa que comparte un único pensamiento porque es lo que toca, porque es más fácil, porque no hay que meditar, porque no exige esfuerzo. Supongo que se resume en razonar. En ser capaz de aplicar un criterio personal a los retos que se nos plantean cada día. Es como esa gente que, pase lo que pase, sabe quién ganará un debate mucho antes de que se pronuncie una sola palabra. ¿Cómo puede nadie legitimar una posición si no es capaz de ver lo bueno y lo malo que tienen los demás? ¿Cómo es posible que todo lo que diga el del bando contrario sea malo y lo del mío sea bueno? La masa.

Cada año, con la llegada de la primavera, recuerdo la película de Nima Nourizadeh, ‘Project X’ (2012), una metáfora bestial sobre el macrobotellón que, a ratos, se queda corta. No tengo nada en contra de celebrar la llegada de la primavera con un gran brindis. Sí lo tengo, como les digo, con la masa. ¿Cuántos jóvenes entenderán que pueden hacer lo que les dé la gana este viernes porque la mayoría –la masa– lo hace? Y esa es la guía para todo. Una guía zombie. Eso es: zombies. Zombies que atacan en masa un objetivo sin pensar en nada. Masas de zombies que actúan porque sí.

Me gustaría creer que, tanto para celebrar la primavera como para votar en las elecciones andaluzas, actuaremos con criterio. Deseo, de corazón, estar completamente equivocado y leer titulares que narren la muerte de la masa y el alzamiento de la razón. Pero lo cierto es que no las tengo todas conmigo.

Por cierto, ¿están viendo ya la tercera temporada de ‘House of Cards’? Yo estoy liado. Llevo unos cuantos capítulos. Y todavía sigo impresionado con el discurso del segundo episodio. Es curioso ver cómo las mentiras bien hechas construyen la verdad… Me pregunto cuántas verdades de mentira leeremos de aquí al lunes. ¿Tendremos un Frank Underwood que guíe a la masa y no lo sabemos?

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La Galaxia de Alexandre Desplat

¿Se imaginan una película de ‘La Guerra de las Galaxias’ que no empiece con la fanfarria de John Williams? Pues no imaginen mucho, porque ya está confirmada y en proceso de iniciar su rodaje: ‘Rogue One’. El bueno de Williams, que mantendrá su presencia en la nueva trilogía de la saga, no será el compositor de las bandas sonoras de los ‘spin-offs’ (ya saben, episodios que se centrarán en contar otras historias más allá de la principal).

La semana pasada supimos que el primero de esos ‘spin-off’, dirigido por Garteh Edwards (‘Godzilla’) y protagonizado por Felicity Jones (‘La teoría del todo’), se titulará ‘Rogue One’ y se estrenará el 16 de diciembre de 2016. Sin embargo, en esa amalgama de datos casi se pasa por alto el que, a mi gusto, es el más sorprendente: el compositor será Alexandre Desplat. Y eso es una maravillosa noticia.

No tengo nada en contra de John Williams. Todo lo contrario. Pero creo que un aire fresco le sentará muy bien a la saga. Desplat es, hoy por hoy, uno de los mejores compositores del panorama. Hace poco más de un mes ganó el Oscar por la inspiradora música de ‘El Gran Hotel Budapest’, pero es que cuenta en su haber con otras ocho nominaciones y con melodías tan inolvidables como ‘El árbol de la vida’, ‘Harry Potter’, ‘Argo’, ‘The Imitation Game’, ‘Philomena’… Y un larguísimo etcétera.

Me gusta la idea de romper con la norma. Me gusta que Desplat se implique en un proyecto tan arriesgado. Que se juegue el tipo ante millones de fans. Me gusta porque me hace creer que, por mucho que tema la idea, no estamos ante una nueva película de los Ewoks (que fue, no lo olviden, el primer spin-off, mucho antes de la era Abrams).

El ‘remake’ de Blade Runner

Dos amigos, entradas en mano, miran los carteles que decoran la fachada del cine. Por la naturalidad de sus movimientos, se diría que es algo habitual, que les gusta plantarse en la puerta, antes de entrar a su película, y construir una agenda mental de lo que verán en las próximas semanas. La quietud del gesto se para en cuanto uno de ellos le propina un codazo cómplice al otro y le dice con voz lastimera: “mira, otro remake”.

El primero, con la cara cargada de un gesto de incomprensión, mira a todas partes pero no encuentra la película. Busca y rebusca, pero no encuentra nada. Ningún remake. Extrañado -y sin bajar la cabeza los carteles-, pregunta: “tío, ¿a qué te refieres?” El otro, con sincera extrañeza, se ríe con burla y señala el cartel: “macho, un poco más y te come”.

La película es ‘Blade Runner’. Y, claro, no se trata de un ‘remake’, se trata del reestreno de la versión del director. O sea. Que es, más o menos, la misma película de 1982 pero con ciertos retoques. Perdón: el mismo peliculón de 1982 pero con ciertos retoques que ya conocemos. ¿Existe novedad, entonces? No. Ni falta que hace. Poder ir al cine a ver ‘Blade Runner’ es un regalo de por sí. Y es una alegría que se reestrenen películas que todo el mundo debería ver, al menos, una vez en la vida. A poder ser, en el cine.

Lo curioso es que el tipo que estaba convencido de que se trataba de un ‘remake’ le dijo al otro: “¿Y qué diferencia un reestreno de un remake? Total, es la misma película vendida de otra manera”. Ambos ríen un momento y, por fin, el otro responde: “La diferencia, amigo, es que los remakes suelen faltar al respeto y estropean los mitos. Los reestrenos son todo lo contrario”.

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