Cómo entrenar a tu dragón 2

Su belleza reside en que todos los sentidos están perfectamente hilvanados sobre la pantalla. El impacto visual, sobrecogedor como la noche estrellada de Van Gogh, empuja el viento sobre nuestra cara mientras agarramos la butaca como si fuera el lomo de un dragón de piel suave pero rocosa que vuela sobre el cielo y las nubes y lo que hay más allá, donde los mapas huelen a sal y mar, donde los azules se unen en una única línea que perfila una inspiradora partitura que eriza el alma.

Si ‘Cómo entrenar a tu dragón 2‘ fuera una película aburrida, tópica y sin emociones, aún merecería la pena. Pero es que, además de bella, es un entretenimiento formidable. La excelencia de Dean DeBlois, guionista y director de la cinta al mando de la producción, confirma la seria pugna por el trono de la animación entre Dreamworks y Pixar. La vuelta de Hipo, Desdentao y el resto de los vikingos de Isla Mema no defrauda, mantiene el nivel de su primera entrega y aporta nuevos elementos que refrescan la experiencia a la ya emocionante hazaña de cabalgar sobre un dragón.

En este segundo capítulo (ya hay anunciado un tercero), vikingos y dragones unirán sus fuerzas para luchar contra Drago, un temible villano capaz de manipular a los dragones a su antojo. Pero antes, Hipo tendrá que encontrar la respuesta que define el principio de todo héroe: “quién soy yo”. El film guarda un precioso mensaje para con el mundo animal y consigue, una vez más, que identifiquen en los gestos de Desdentao los de su propia mascota.

Pese a que a la película está plagada de escenas arrebatadoras, debo poner el acento en los diez primeros minutos y en los últimos treinta, ya que cuentan con secuencias fabulosas: qué juego de luces, de sombras, de imaginación, de cámaras que narran lo imposible… Puro cine. Puro amor al cine. Puro amor al cine por el que toda entrada está justificada: cuanto más grande sea la pantalla, mejor. Y, además, está John Powell. Qué música.

HOW TO TRAIN YOUR DRAGON 2

Los Caballeros Bastardos

Dejen que les hable de las mentiras de Locke Lamora. Leer es una de las grandes recompensas del verano. Un placer, a veces ignorado, que completa las vacaciones y enriquece las horas. Personalmente, el verano me pide libros de aventuras, de héroes carismáticos y hazañas épicas; libros con los que viajar a lugares a los que, de otra manera, sería imposible llegar. Todo eso –y mucho más– lo he encontrado en la primera entrega de la saga ‘Los Caballeros Bastardos’, escrita por Scott Lynch.

El título de la novela es ‘Las mentiras de Locke Lamora’. Y se bebe. Hacía tiempo que no leía algo tan divertido, desde la primera palabra. Gracias a una estructura formidable, conoceremos los entresijos de Camor, una suerte de Venecia en la que reina una entente cordial entre nobles y ladrones. En esta ciudad crecen un grupo de huérfanos al amparo del Padre Cadenas, los caballeros bastardos: Locke, Jean, los hermanos Sanza y Bicho.

Hay ladrones, teatros, espadas, peleas, insultos –los propios de un grupo que se hace llamar los caballeros bastardos–, magos asesinos, piratas con ansias de venganza y un reino corrupto hasta la médula. Insisto: es una gozada. Les aseguro, además, que les dejará marcado (no olvido el capítulo 11, señor Lynch). Muy recomendable para los que hayan disfrutado con ‘Juego de Tronos’ y ‘El nombre del viento’.

Ahora bien. Tengo una mala noticia y una buena noticia. La mala es que la editorial ha decidido no seguir publicando la saga en español por falta de ventas (se quedó en el segundo libro… Lo mismo, si se animan, le ponemos remedio). La buena noticia es que los amigos de Warner Bros han visto el éxito cosechado en Estados Unidos y han tardado muy poco en comprar los derechos del libro para desarrollar una producción audiovisual. Todavía está en el aire si será una película o una serie de televisión, pero sí sabemos que los hermanos Kevin y Dan Hageman (responsables del texto de ‘La Lego Película’) ya están embarrados con el guión.

Un último regalo. Buceando por la web he encontrado a un animador, Miles Aijala, que ha creado un supuesto ‘opening’ para una serie sobre ‘Los caballeros bastardos’. Una preciosidad:

The Gentlemen Bastards Title Sequence from Miles Aijala on Vimeo.

El lío de Los Mercenarios 3

El quince de agosto se estrena en todo el mundo ‘Los Mercenarios 3’ y, sin embargo, un par de millones de personas ya la han visto –o podrían haberlo hecho–. Hace una semana se filtró por Internet una copia del último trabajo de la inquieta mente creativa de Sylvester Stallone. Y no es una copia cualquiera, al parecer, tiene una calidad bastante aceptable. Vaya, que les han echado por tierra el estreno…

El revuelo en Estados Unidos es más grande que lo del último concierto de Laura Pausini. Por un lado, hay cientos de foros que tratan el asunto de una manera ajena y sorprendida con debates del tipo «¿Cómo ha podido pasar esto?»; por otro, es tremendamente fácil encontrar usuarios angloparlantes que lanzan la pregunta sin tapujos: «¿Me pueden pillar si descargo Los Mercenarios 3? Y, si lo hacen, ¿qué podría pasarme, iría a la cárcel?»

Yo he sacado dos conclusiones: los americanos no están tan duchos como nosotros en esto de la piratería (somos «campeones del mundo en descargas ilegales», como dijo Enrique Cerezo esta semana) y son más conscientes de la ilegalidad del asunto. A poco que hagan un mínimo ejercicio de sinceridad, admitirán que sabrían, sin problemas, hacerse con una copia de ‘Los Mercenarios 3’. Y dudo que tuvieran –tuviéramos– algún atranque de conciencia. Son cosas que se hacen y punto. Así somos. No pensamos, no nos planteamos nada y, si alguien nos viene con el discurso de que hay muchos trabajos que se pierden por culpa de la piratería, pues nada, les decimos que la libertad es así, que no recorten nuestros derechos y que más dinero ganan actores y directores y demás famosos.

Hala.

De un tiempo a esta parte procuro no debatir con nadie sobre piratería. Creo que es un camino que cada uno debe recorrer en conciencia, como aceptar que hay que hacer los deberes en el colegio (aunque, de vez en cuando, se los copies a un amigo). Lo que sí intento subrayar a menudo es lo cojonudamente bien que me lo pasé en el cine, la noche que se estrenó ‘Los Mercenarios 2’, acompañado por un ejército de salvajes espectadores que creó un ambiente inolvidable. Eso también es cine. Cine. Y estoy deseando repetir.

Por primera vez en años

En la cola del supermercado hay una señora que no da abasto. Con una mano atiende a la cajera, que espera sus euros, con la otra sostiene el móvil mientras habla con su hermana, que por lo visto seguirá de vacaciones en la playa hasta la semana que viene, aunque ella, la señora, realmente está discutiendo con golpes de mirada y latigazos de cuello con su hija, una pequeña de coletas adorables que corre en el pasillo que hay entre la puerta del supermercado y la espalda de la cajera al tiempo que canta uno de los temas principales de Frozen. Reconozco la canción no porque sea un fan de la película de Disney, que no, sino porque mi sobrina la canta con mucha gracia. Dice algo así como «por primeeeera vez, en aaaaños». Y es un problema. Escuchar la canción, digo, porque se pega como la maldita separación de plástico que colocan entre las lonchas de queso que impide que la saques con naturalidad y que te obliga a romper, indefectiblemente, la loncha en dos o tres partes.

Por fin, la señora cuelga el teléfono, entrega los euros, atrae a su hija con un último disparo visual que casi revienta el blanco de la cuenca de los ojos, y pone pies en polvorosa. «La siguiente, buenas tardes señora», repite mecánicamente la cajera. La nueva señora, sin embargo, al igual que el resto de la fila, está pendiente de la escena final: con una sonrisa inesperada, la madre le pregunta a su hija que por dónde iban y, juntas, cantan «por primeeeera veeez, en aaaaños». Y ríen mientras se abre la puerta automática.

‘Frozen’ no me gustó. Digo más: me molestó. Me pareció un paso atrás, una vuelta a estereotipos con una historia demasiado forzada y unos personajes sosos –con la honrosa excepción del muñeco de nieve, gloria para él–. Recuerdo pensar, además, que me sulfuraría que, habiendo tantas y tan buenas películas de animación en los últimos tiempos (por ejemplo, ‘Cómo entrenar a tu dragón’, que regresa este fin de semana a la cartelera), fuera esa la que terminara por asentarse entre los más pequeños, creando un mito que crecería con ellos y que, dentro de treinta años, provocaría una sonrisa cómplice entre los miembros de una generación que la venerarían como un clásico imprescindible. Como fue para nosotros, no sé, Aladín.

Y así será, me temo. ‘Frozen’ es uno de los fenómenos más fuertes de 2013/14. Los niños adoran la película. Así que yo, reconfortado, mientras aquella pareja de cantarinas salían del supermercado, pensé: sea. Luego tarareé. Por primeeeeera veeeeez…

 

El secreto de ‘Los Guardianes de la Galaxia’

Cada día que pasa la expectación por ‘Los Guardianes de la Galaxia’ crece a pasos agigantados. Sin haber llegado a la cartelera (1 de agosto en Estados Unidos, 14 en España), la jugada de Marvel bien merece una reflexión. Era una apuesta a ciegas, sin duda: nadie conoce a los personajes ni estos son emblemas históricos como Iron Man o El Capitán América; casi nadie conoce al director, James Gunn, muy alejado del poder mediático de, por ejemplo, Joss Whedon (‘Los Vengadores’); el elenco de actores, pese a ser geniales, no están de moda (cualquier película con Robert Downey Jr. tiene asegurada una taquilla mínima); y, por fin, la historia no está manida (¿quién no conocía, aunque fuese por encima, lo de los rayos gamma de Hulk?)

Marvel ha elaborado un plan maestro de comunicación que ha convertido un estreno ‘menor’, «por rellenar el vacío y no abusar de sus franquicias estrella», en la que está llamada a hacerse con la taquilla del verano. Y, francamente, estoy encantado con lo que está provocando. Más allá de que sea o no una buena película –el tiempo dirá–, ha generado un ruido fascinante que se traduce en un mensaje esperanzador: se puede arriesgar.

No es que ‘Los Guardianes de la Galaxia’ sea estrictamente original. Evidentemente, se basa en un cómic y el guión, supongo, estará escrito con escuadra y cartabón. Pero es innegable que Marvel ha reinventado un grupo de héroes que parecían abandonados en un cajón desastre, como Buzz y Woody cuando Andy se fue a la universidad, y los ha convertido en oro.

¿Qué dicen las primeras críticas en Estados Unidos? RottenTomatoes la puntúa con un 100 sobre 100; Imdb, un 9 sobre 10; Metacritic, un 77 sobre 100 (esta misma web otorga un 69 a ‘Los Vengadores’ y un 70 al ‘El Soldado de Invierno’, para que puedan comparar). ¿Será para tanto? No creo. ¿Será divertida? Ya lo creo. Para muestra, las declaraciones de Chris Pratt, el protagonista, en la premiere de Londres: «Sería genial que ‘Los Guardianes’ se encontraran con ‘Los Vengadores’ y que Peter Quill (el personaje que interpreta Pratt) matara a Tony Stark, así, sin mediar palabra, un disparo en toda la cara. ¿Te imaginas qué cara se le quedaría a la gente?»

Por otro lado, la imaginería de ‘Los Guardianes de la Galaxia’ es gloriosa. Aquí les dejo unos cuantos posters -oficiales y de aficionados- que lucen así de bien (atentos al último, toda una frikada memorable):

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