La envidia de morir así

Había silencio. El silencio habitual, el que acompaña a cualquier mañana de teclados, ratones y recados rutinarios. Ruidos que no emocionan, no transforman, no saben a nada. Supongo que así es la vida de la mayoría, silenciosa pese al ruido. Es como aquel capítulo de Padre de Familia en el que Peter encuentra un genio en una lámpara y, como deseo, pide tener su propia banda sonora. Desde ese momento, todas sus acciones y diálogos vienen acompañados por la partitura idónea, como si estuviera en una película.

Si lo piensan, tiene poco de cómico. Quizás es un deseo estúpido pudiendo volar, viajar en el tiempo o publicar tu primera novela. Pero la música tiene el poder de enfermar los sentidos y mutarlos en emociones inexplicables. Describir con palabras la pureza, el valor, la eternidad, el romance o la muerte, supone un esfuerzo creciente. La música, joder, es un impacto. Nadie te explica nada, pero, en cuanto arranca, tu cuerpo vibra al son de una definición para la que, quizás, ni siquiera tengas palabra.

Hay vidas que sí poseen banda sonora. Y las envidio. Envidio el momento en el que el silencio que te acompaña se rompe para leer que el actor Eli Wallach ha muerto. Para leer que Tuco, el bandido de ‘El bueno, el feo y el malo’ ha muerto. Envidio el instante en el que la frase termina, el silencio se agota, y Ennio Morricone eriza el vello de todo ser vivo en el puñetero cosmos con ‘The Ecstasy of Gold’. Al momento, la escena irrumpe en la cabeza: Clint Eastwood dispara su cañón y Wallach cae del caballo para huir despavorido entre las lápidas de otros pistoleros que cayeron antes que él: Cine.

No sé qué entendí hoy. Sé que una leyenda se marcha, un intérprete carismático que pertenece ya a la historia. Que él, como todos, huyó de la muerte hasta el último suspiro, como en ‘El bueno, el feo y el malo’;pero al final terminaron conociéndose. Triste como todas las despedidas, triste como todas las tumbas. Sin embargo, suena Morricone.

Rian Johnson, Star Wars y la teoría de Gordon-Levitt

Es hijo de esa generación que creció repitiendo los diálogos que dictaminan La Fuerza. Un friki. Amante confeso del cine desde sus primeros años de instituto; de hecho, fue allí, en el San Clemente High School, donde rodó ‘Brick’, su primera película. Película con la que enamoró al jurado del festival de Sundance y con la que dio el salto a la primera división de Hollywood. Fruto de esa relación nació ‘Looper’ (2012), de lo mejorcito que nos ha dado la ciencia ficción en los últimos años. Ambas cintas, ‘Brick’ y ‘Looper’, protagonizadas por Joseph Gordon-Levitt (‘Don Jon’, ‘El caballero oscuro: la leyenda renace’), actor que nos cae especialmente bien. Su último trabajo ha sido dirigir tres episodios para una serie de televisión. La serie es ‘Breaking Bad’. Uno de esos capítulos es ‘Ozymandias’, por el que aún resuenan las ovaciones de público y crítica, y que el mismo Vince Gilligan -creador de ‘Breaking Bad’- considera el mejor episodio de toda la serie. También canta folk y toca el banjo.

¿Qué más necesitan para levantarse del sillón y aplaudir que Rian Johnson sea el director del Episodio VIII de ‘La Guerra de las Galaxias’? ¿Se les ocurre un currículum mejor? ¿Aún suponiendo que dentro de unos años nos decepcione el resultado, no les parece que su fichaje es muestra indiscutible de la renovación explícita de Lucas y Disney? ¿No les parece alucinante que J.J. Abrams, Rian Johnson y un tercer director similar trabajen en una misma trilogía de aventuras? ¿No están deseando pagar sus entradas ya?

Yo sí. No se lo niego. Estoy francamente ilusionado con las decisiones que están tomando Disney y Lucas. Mis expectativas por la nueva trilogía de Star Wars crecen y eso, amigos de los wookies, es un problemón. ¿Por qué? Porque ya no me vale con una serie de películas para salir del paso y sacarnos los cuartos a los espectadores fáciles. No. Espero la mejor de las aventuras en el espacio.

Lo que me lleva a la siguiente apuesta: Joseph Gordon-Levitt será el Billy Dee Williams de la nueva saga. Quiero decir, ese secundario carismático que aparecerá en la segunda película y cuyo nombre no tardaremos en aprender. Sí: el nuevo Lando Calrissian.

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El último rey del cine

Cuando uno va solo al cine tiende a fijarse en el resto de espectadores. Es como jugar una partida de ‘Quién es quién’ en la que el objetivo es averiguar su identidad secreta. Antes de que el proyector se encienda ya has inventado las vidas previas y probables que llevaron a sus protagonistas a sentarse en esas butacas. Profesores que se cansaron de corregir exámenes de ciencias, banqueros que no quieren firmar ni un papel más, padres que aún tienen restos de pintura entre las uñas, informáticos que pasaron la noche en vela jugando al ‘Diablo 3’… Y luego, cuando acaba la película, los olvidas sin más. Como lágrimas en la lluvia. No los vuelves a ver.

Pero hay uno que no. He coincidido con él en varias ocasiones, lo que me lleva a pensar que es un habitual de la sala. Y lo reconozco porque se queda hasta el final de los títulos de crédito. Se bebe hasta la última gota de la película. Y eso lo respeto, porque yo también lo hago. La primera vez le vi desde la puerta que da a la calle. Yo creía que era el último en salir -como es habitual-, pero, al echar la mirada hacia atrás, le descubrí allí, en la fila 10, postrado como Gendo Ikari: los codos hincados en los brazos de la butaca; los dedos cruzados bajo la nariz; la luz agónica de la pantalla reflejándose en sus gafas.

La segunda vez, sin embargo, le vi entrar. En vez de emplear mi tiempo en crear historias para el resto de personajes del ‘Quién es quién’, seguí sus pasos con la sagacidad del detective que no quiere ser cazado. Analicé su ropa, su silencio y su barba mal afeitada, pero no pude imaginar nada nuevo. Para mí era el tipo que se quedó hasta el final. Nada más. La película empezó, se desarrolló y acabó. Y entonces, como dos carismáticos vaqueros que esperan al reloj de la torre para desenfundar sus pistolas, aguantamos sentados hasta el final. Y vimos los títulos de crédito. Y los dobladores. Y la imagen de la distribuidora que cierra. Y la luz blanca sobre la pantalla. Y la música discotequera que ponen entre sesión y sesión. Y no se levantaba, el muy cabrón.

No se inmutó hasta que yo me marché. Le he vuelto a ver en una tercera ocasión. Esa vez no aguanté el duelo, me levanté cuando vi oportuno y, desde la puerta, le hice una pequeña reverencia. A él, el último rey del cine.

 

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Reinventar monstruos

El absurdo está llegando a unos límites insultantes. Pasa que a alguien, un día, se le ocurriera rodar una versión distinta de la historia clásica. Qué se yo, una vuelta de tuerca al mundo del vampiro, por ejemplo. Pero esto de jugar con total impunidad con personajes, mitos y leyendas debería estar prohibido. Y no pretendo exagerar, lo digo en serio: prohibido. ¿Tan difícil es inventar algo nuevo? ¿De verdad la única opción para rodar una película cutre que venda es ‘Yo, Frankenstein’? ¿Por qué hay que recurrir a los monstruos clásicos con tanta frecuencia?

Hacía tiempo que una película no cosechaba una crítica tan unánime. El film dirigido por Stuart Beattie, guionista de ‘G.I.Joe’ o ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’, suma una puntuación muy dura en las principales webs de votación: un 5,2 sobre 10 en imdb, un 30 sobre 100 en Metacritic, un 4 sobre 100 en RottenTomatoes y un 3,7 sobre 10 en Filmaffinity. Lo que viene siendo un truñaco reconocido, vamos.

La cosa es que ‘Yo, Frankenstein’ prometía una versión actualizada del clásico de Mary Shelley con un protagonista de cierto carisma y talento reconocido, Aaron Eckhart (‘El Caballero Ocuro’). Y, encima, basada en una novela gráfica, con lo que eso vende hoy día. Pues bien. Mientras la cinta se da un batacazo monumental, llegan las primeras imágenes de ‘Dracula: la leyenda jamás contada’. Repito: ‘la-leyenda-jamás-contada’. Que estará protagonizada por el guapo y elegante Luke Evans (‘El Hobbit’). Sí, lo sé, lo tiene todo: truño a la vista.

Entiendo que el mundo del monstruo es muy atractivo. Tienen tantos elementos románticos, dramáticos y emocionantes, que es perfecto para casi cualquier tipo de historia. Pero igualmente estoy convencido de que tiene que haber cineastas capaces de incorporar todo lo bueno de los monstruos a sus creaciones sin entrar en la burda versión. Pienso en artistas como Guillermo del Toro, que probablemente sea uno de los mayores amantes del monstruo clásico, y que, sin embargo, nunca los ha utilizado en vano. Para él sí son una inspiración.

 

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La Lego Película

La Lego Película‘ es el mejor y más largo anuncio que nunca nadie hizo de los juguetes de Lego. Hasta que llega a la mitad del metraje y, además de ser el mejor y más largo anuncio de la marca, se convierte en una película inesperadamente bella. Bella, joder. Una cinta que nace del más puro mercantilismo, de la conversión de consumidores en espectadores y viceversa, de una era que sufre una insultante falta de imaginación, que, de forma extraordinaria, torna en entretenida, inteligente y con una lectura que supera a la propia Lego. Una lectura brillante.

Lo que sucede, ese sorprendente cambio de registro que enciende la chispa del tercer acto, convierte a ‘La Lego Película’ en una agradabilísima sorpresa. Es cierto que el film de Phil Lord y Christopher Miller (‘Lluvia de albóndigas’, ‘Infiltrados en clase’) no abandona en ningún momento su clara vocación por desmontarnos una y otra vez, como si fuéramos fichas de un juego de construcción, con escenas de acción resueltas de manera inesperada, humor con clase y grandes emociones técnicas. Pero son, sin embargo, ingredientes más o menos convencionales. Sencillos, corrientes y fácilmente reconocibles. Hasta que descubres que, la magia, el truco, va por otro sitio…

No quiero que piensen que este es el mejor estreno de animación de la temporada, tampoco es eso. Sí me gustaría que, si no lo han hecho ya, la añadan a su particular lista de películas por ver. Y más si tienen la oportunidad de disfrutarla en familia. Hay juguetes protagonistas –que en cierta manera recuerdan a los de ‘Toy Story’– para todos los gustos: desde la clásica inocencia de Emmet, el entrañable constructor, a la fina ironía construida alrededor de Batman, pasando por la ilusión del astronauta, la habilidad de Vitruvius o la valiente Lucy… Personajes que habitan en la mente de niños de cualquier edad.

Supongo que el éxito en taquilla de ‘La Lego película’ traerá un buen puñado de secuelas, hasta que se agote la gallina. El reto de Lord y Miller es muy alto. Tanto que, si estuviera en mi mano, les prohibiría intentarlo. Mientras, a ver si consiguen quitarse la melodía de la canción principal:«¡Todo es fabuloso!»

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