Searching for Malik Bendjelloul

El quejío de Sixto Rodríguez, «Sugar man, wont you hurry cos Im tired of these scenes», adquiere significados que ni su autor ni la guitarras que lo acompañaron podían sospechar. Si pronuncias su nombre, Malik, Malik Bendjelloul, resonará menos que el del protagonista del maravilloso documental ‘Searching For Sugar Man’. Pero fue él, un joven periodista y cineasta de 36 años, el nombre que estaba detrás de la cámara, dirigiendo la sinfonía, contando una historia que estaba en la calle, desolada, esperando a quien supiera encontrar las palabras. Un nombre inesperado.

Malik ha muerto y su nombre se repite en páginas y titulares acompañado del musical título de su gran obra, ‘Searching for Sugar man’. Me pregunto si Malik, antes de ser consciente de que se terminaba su película –suponiendo que fuera consciente de algo– pensó en si alguien escribiría alguna vez la historia del hombre que buscó a Rodríguez. Imagino al cineasta concentrando un último y trágico aliento, cuestionando si su huella será tan grande como la de los personajes que él rescató. «¿Querría alguien hacer mi película? ¿Merecería el esfuerzo?»

Para mí es uno de los grandes temas. De todos los temas. La trascendencia: llegar al final con la certeza de que tu presencia ha contado de algo. Malik era un amante de la música (hizo decenas de documentales sobre bandas de todos los estilos) que consiguió transformar su pasión en su labor diaria. Todo un triunfo.

Hace un año cerré la crítica de ‘Searching for Sugar Man’ con este párrafo por el que debo pedir perdón: «Pocas películas han conseguido desmenuzar con tanta precisión la cima y la profundidad del éxito. El gran acierto de la película es centrar la reflexión en la fuerza de la vocación, siempre superior a la fama pasajera y ecuánime con el talento sincero. Aunque sea a costa de una vida –o de una muerte– que no se escriba con letras de oro y portadas en revistas. ‘Searching for Sugarman’ y Rodríguez dejan huella». Perdón, Malik, olvidé tu nombre. Y tu nombré quedará.

Espero que alguien cuente algún día tus hazañas.

Me encantaría ser yo.

DOCU_GRUPO 85 EDICIÓN DE LOS ÓSCAR

Ocho preguntas piratas

Esto es como en la película de Christopher Nolan, ‘Origen’: nos han metido una idea en la cabeza y no hay manera de sacarla. ¿Qué idea? Que tenemos todo el derecho del mundo a disfrutar de una película pirata en nuestra casa, a la hora que nos plazca, sin pagar un duro, porque para eso es Internet: para tener cultura gratis. Y la cultura no es gratis. No. En absoluto.

El hecho de que un buen puñado de tuiteros hayan colgado en sus perfiles orgullosas fotos de cómo ven ‘8 apellidos vascos’ en la tele de su salón, es un gesto indiscutible de que debemos sentarnos a discutir. Y es un debate interesante porque no creo que nadie pudiera lanzar la primera piedra: ¿quién no se descarga -o deja que otros descarguen por él- películas y series de Internet? Así, con sinceridad. ¿Quién no lo hace?

Bien. Siguiente pregunta: ¿Cómo dejamos de hacerlo? Creo que tenemos dos caminos vitales por recorrer:

Uno. Reconocer que descargar contenido es hacer daño, es destruir la cultura, es delito y es contraproductivo para todos los que amamos las historias. Este es, sin duda, el tramo más complicado.

Dos. Desdeñar la respuesta “si tu me pagas el cine, yo voy”, porque, como ha demostrado ‘Ocho apellidos vascos’, con una pizca de motivación vamos todos encantados. Y en masa.

El caso es que la recaudación de ‘Ocho apellidos vascos’ se ha visto seriamente mermada en las últimas semanas porque se ha filtrado una grabación pirata en Internet. ¿Qué hubiera sido de esta película si se hubiera pirateado en su primera semana de estreno? ¿Cuál habría sido su éxito? ¿La habría visto tanta gente? ¿Habría nacido el fenómeno?

¿Se imaginan cuántas películas hubieran dejado mucho más dinero a los cines españoles si no hubieran sido pirateadas antes? ¿Se imaginan la de salas que no habrían cerrado gracias a esas taquillas? ¿Se imaginan cuántas películas se podrían hacer con esas recaudaciones que no existieron? ¿Por qué nos negamos a entender las consecuencias directas de la piratería?

Godzilla versus Pacific Rim

Lo más parecido a ver un monstruo gigante me sucedió hace un par de años. Estaba sentado en el salón de casa, charlando con un amigo, cuando vimos por la ventana una cabeza gigantesca que se movía con cadencia. Por un segundo, la imaginación me la jugó y creí estar presenciando el nacimiento de una leyenda a la japonesa, ¡un kaiju! Pero no, claro, era un paso de semana santa. Recordé esta anécdota inerte mientras leía las críticas de la nueva versión de ‘Godzilla’, que llega a nuestras pantallas el próximo jueves 15 de mayo.

Gareth Edwards, su director, me ganó con su segundo trabajo: ‘Monsters’ (2010). Película que, como bien indica su nombre, trata sobre monstruos. Monstruos gigantes, en concreto. Monstruos con aires de Godzilla pero enmarcados en un trasfondo social muy acertado (la brecha entre países ricos y países pobres). El film contaba con una estética fantástica que apostaba más por el falso documental que por la acción desmedida. No creo que sea el caso del nuevo ‘Godzilla’, que contara con toneladas de destrucción, pero estoy convencido de que sí gastará mucha más elegancia que su predecesora en Hollywood, ¿la recuerdan?

En 1998, Roland Emmerich (‘Independence Day’), uno de los cineastas más enamorados de las catástrofes mundiales, dio a luz una película sobre Godzilla que, por resumir, era un desastre. Nada que ver con el carisma que derrocha la criatura japonesa original. De ahí que Hollywood haya tardado dieciséis años en intentar de nuevo la jugada. Lo curioso es que hace poco menos de un año estábamos hablando del estreno de ‘Pacific Rim’, el asalto de Guillermo del Toro al mundo del monstruo gigante y la cinta que estaba llamada a rellenar ese hueco.

¿Superará el ‘Godzilla’ de Gareth al ‘Pacific Rim’ de Guillermo? Según las primeras críticas publicadas por la prensa estadounidense, gana ‘Godzilla’. Pero todo queda en entredicho hasta el próximo jueves, cuando decidamos quién es el mejor destructor de ciudades. Por mi parte, tengo ganas de ver qué es capaz de hacer Edwards con un gran presupuesto detrás.

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Boyhood, crecer en una película

Richard Linklater ha sabido aprovechar el tiempo como si fuera el viento del que el capitán tira para llegar a puerto. La trilogía protagonizada por Ethan Hawke y Julie Delpy (’Antes del Amanecer’, ‘Antes del Atardecer’ y ‘Antes del Anochecer’) es un romance situado en tres épocas distintas y reales en las que los años y la experiencia cambian el punto de partida, el destino y la perspectiva de los personajes. Linklater, sin embargo, da un paso más allá: ¿Y si incorporásemos al tiempo como un intérprete más, no como una excusa? Así nació ‘Boyhood’.

En el año 2002, el director decidió rodar una historia que contara el paso del niño al hombre de una manera única. ¿Cómo? Respetando el tiempo real. Cada segundo. Seleccionando a un equipo de actores que sufrieran en sus carnes el paso de los años y que aceptaran participar en un rodaje que iba a durar, atención, doce años. Doce.

Esta semana se ha publicado el tráiler de la película y, la verdad, es emocionante. Es llevar al extremo la ideal del time-lapse, de la elipsis, para contar una vida real desde la ficción. Linklater contrató a un niño, Ellar Coltrane, para que interpretara a su protagonista. Catorce años después, nos lo presenta hecho un adulto, capaz de entender el proceso por el que ha pasado. Una suerte de ‘El Show de Truman’ (Peter Weir, 1998) en la que estoy deseando profundizar.

La crítica estadounidense la ha encumbrado, a falta de unas semanas para su estreno. A este lado del océano tendremos que esperar un poco más, hasta finales del próximo mes de septiembre, pero si ellos, el equipo de rodaje, ha aguantado catorce años de rodaje para ver terminada su película, ¿cómo no vamos a hacerlo nosotros? Por cierto, Ethan Hawke también encarna al padre del protagonista, lo que le convierte, probablemente, en uno de los grandes viajeros del tiempo –sin serlo– del cine.

Disfruten del tráiler de Boyhood

Rompenieves (Snowpiercer)

El mundo es un tren y sus pasajeros, la sociedad. Cada vagón representa a una clase, ordenadas según su riqueza: cuanto más cerca de la cabeza, más comida y agua; cuanto más lejos, más hambre. ‘Rompenieves’ (‘Snowpiercer’) tiene uno de los planteamientos más originales de los últimos años y es, de manera eficiente, una película de acción que rompe con los cánones establecidos. Su guión, basado en el cómic francés de Jacques Lob; su protagonista, un antihéroe alejado de los arquetipos; su estética, un triunfo ‘indie’ a caballo entre la viñeta y el relato fantástico.

John-ho Bong (‘The Host’) dirige una película con una fuerte carga filosófico. La lectura más superficial desvela un compromiso absoluto por conseguir que el espectador dibuje la línea que nos separa. Aquella línea que nos enseñaban en Historia que ensancha la estadística: los ricos son más ricos y los pobres, pobres serán. Salvando las distancias, Curtis (Chris Evans, ‘El Capitán América’) es una suerte del Neo de Matrix, liderando una revolución que afecta a todo el tren. A todo el universo.

El film, una producción a dos mares entre Corea del Sur y Estados Unidos, puede no contar con los mejores efectos especiales, pero se sostiene gracias a un guión sólido y un elenco de intérpretes de primer orden. Además de Evans, muy correcto, ‘Rompenieves’ cuenta con Jamie Bell (‘Billy Elliot’), John Hurt (‘V de Vendetta’), Ed Harris (‘Camino a la libertad’), Octavia Spencer (‘Criadas y Señoras’) y una irreconocible Tilda Swinton (‘Moonrise Kingdom’).

La propuesta de Bong es francamente recomendable por dos razones: no es una película a la que estemos acostumbrados y cargará su mochila personal de una experiencia entretenida, reflexiva y emocionante. Una lástima el miedo que ha corroído a las distribuidoras, dejándola de lado de la inmensa mayoría de cines españoles. Al menos, si cuenta con Canal+ o Yomvi, pueden verla en casa.

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