300, no son más, pero sí más fuertes

Estoy francamente indignado con ‘300: El origen de un imperio’. Tantos años soportando traducciones poéticas y giros interpretativos tan fascinantes como ‘Soñando, soñando… triunfé patinando’, ‘Olvidate de mí’ o ‘La gran estafa americana’, y van ahora y traducen literalmente el título de ‘trescientos dos’. No, en serio. ¡Había tantas opciones! ‘302’, ‘300, no son más, pero sí más fuertes’, ‘300, el regreso de los 300’, ‘300: el retorno de la mujer barbuda’, ‘300: Xerxes ha venido a cenar al infierno’, ‘300, ahora en el mar’, ‘La importancia de la depilación corporal en los héroes de la Grecia clásica’… Podríamos estar hasta mañana.

Hay películas que sobrepasan la frontera de la pantalla y se convierten en experiencias comunes. ¿Quién no ha salido de farra alguna noche y, llegado el momento, para animar a los que amenazaban con retirarse antes de la penúltima, ha gritado «esta noche cenamos en el infierno»? O el típico «espartanos, ¿cuál es nuestro oficio?» Y, claro, lo de aullar en plan ejército de Leónidas: «¡aú, aú, aú!» Lo de Leónidas también tiene miga. Me refiero a los nombres. Mi amigo Manu siempre ha dicho que una gran parte del éxito de ‘300’ reside en los nombres de los héroes clásicos. Caramba, dice, ¿qué impone más Manuel Pérez o Leónidas Pérez?

En fin, que ‘300’ vale como metáfora socialmente aceptada (pese a que proporcionalmente casi nadie ha leído el cómic… Ustedes sabrán). Así que era cuestión de tiempo que apareciera otra intentona en el cine. Conste que yo disfruto mucho con la película de Zack Snyder, la de 2006 (sí, 2006, hace 8 años. ¿Cómo pasa el tiempo, verdad?), me parece un entretenimiento fantástico. Sin embargo, ella es la culpable de incontables bodrios de acción que abusan de la cámara lenta, los pectorales al aire y la sangre digital.

Y luego está lo del actor protagonista. Sullivan Stapleton (‘Brigada de élite’) no es, ni de cerca, Gerard Butler. Salvando todas las trágicas distancias, la sensación es similar a lo que pasó con Spartacus, ¿recuerdan? Por mucho que encuentren a un actor que parezca tan fuerte como el original, no deja de ser un quiero y no puedo. Su competencia directa con Butler (no le queda la barba igual a todo el mundo) es francamente incuestionable.

La pregunta: ¿Merece la pena ver ‘300: El origen de un imperio’? Según las críticas internacionales, que hablan de autoplagio descarado, no. Pero, qué quieren que les diga, yo esta noche ceno en el infierno. Aú, aú, aú. Y tal.

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Frank, el Fassbender que no se esperan

Es la cabeza de Michael Fassbender. Sí, el chico guapo de moda. El Magneto de los mutantes. El vicioso de ‘Shame’. El espartano de ‘300’. El fulminante esclavista, eterno aspirante al Oscar. Su éxito como actor responde perfectamente a su infinita capacidad para cambiar de registro y sorprender al espectador.

Frank‘ es una comedia que arrasó en el Festival de Cine de Sundance y que, en cuanto vean el tráiler, desearán comprar una entrada.

‘Frank’, dirigida por Lenny Abrahamson, cuenta también con Domhnall Gleeson (‘Una cuestión de tiempo’), Maggie Gyllenhaal (‘El caballero oscuro’) y Scoot McNairy (‘Mátalos Suavemente’)

Oscars: el selfie, las pizzas y Bill Murray

Tras una madrugada de Oscars, hay que sacar una conclusión sencilla, clara y sin complejo alguno: no hay tanta diferencia entre sus galas y las nuestras. Los errores se repiten a ambos lados del océano sin visos de solvencia. Dicho lo cual, sigo fascinado por la facilidad –y el éxito– con la que nos han colado la, probablemente, publicidad más viral de la historia de los Oscars.

Ya nos conocíamos, de sobra, el clásico diálogo en la alfombra roja entre periodistas y famosos: «Estás fantástica, ¿quién te viste hoy?», preguntan unos. «Llevo un traje monísimo de Prada y un collar la mar de cuco de la línea moderna de Hacendado», responden otros. Pero anoche, en una gala que apostó, por encima de todos los artificios, por interactuar con los invitados, los grandes ‘gags’ de Ellen Degeneres tenían un propósito sibilino: colar la publicidad.

Primero saco el móvil, un Samsung blanco y reluciente, me hago una foto sobre el escenario y la comparto por Twitter. «Mira qué graciosa, que la foto era de verdad», piensan los millones de espectadores. Un rato más tarde, saco de nuevo el móvil y lanzo el reto: ¿hacemos la foto más retuiteada de la historia con mi blanco y reluciente Samsung? Bastaron diez minutos para que la imagen recorriera el planeta de punta a punta. Y Samsung frotándose las manos con el dichoso ‘selfie’.

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La otra fue la de las pizzas. Algo que pareció un comentario sin más («¿hay hambre, pedimos unas pizzas?»), que terminó con un repartidor colándose entre Brad Pitt, Jennifer Lawrence y el resto de la tropa que metía las zarpas en una caja en cuyo lomo se podía leer, perfectamente, ‘Coca Cola’. ¡Boom!, segundo ‘inception’ de la noche que se filtra en el cerebro del consumidor.

Hablo tanto del marketing porque fue lo más interesante de la noche. Los premios, exceptuando las inesperadas estatuillas para ‘El Gran Gatsby’, fueron previsibles (por cierto, 16/24 aciertos en mi quiniela). Una lástima que Hollywood todavía tenga complejos para premiar a una película en la que aparezca una nave espacial. Porque, por muy bella que sea ‘12 años de esclavitud’, el film del año es el de Alfonso Cuarón. Un último detalle: La muy cacareada ‘La gran estafa americana’ se fue de vacío. La apariencia era demasiado ambiciosa.

Las mejores palabras, el tipo que puso locura entre tanta normalidad, Bill Murray:

Oscar 2014, apuestas y críticas de las nominadas

La noche de los Oscar invita a jugar: ¿cuál será el mejor film?, ¿ganará Dicaprio el título a mejor actor?, ¿se hará una película de ciencia-ficción con la victoria?, ¿contaremos con una estatuilla española? Según las encuestas, el gran reto está entre ’12 años de esclavitud’ y ‘Gravity’, las dos favoritas por excelencia. Aunque, como siempre, hay lugar para las sorpresas.

Por si gustan de seguir la gala, esta madrugada, estaremos por Twitter (@jecabrero), comprobando los resultados de esta particular quiniela en la que he terminado optando por Jared Leto y no por Jonah Hill (ojalá me equivoque); y por ‘Frozen’ y no por ‘The Wind Rises’ (doble ojalá). Mañana comentamos los resultados:

(a saber: +, acierto; -, error)

+Mejor Película: ‘12 años de esclavitud’

-Mejor actor protagonista: Leonardo DiCaprio, ‘El lobo de Wall Street’

+Mejor actriz protagonista: Cate Blanchet, ‘Blue Jasmine’

+ Mejor actor de reparto: Jared Leto, ‘Dallas Buyers Club’

+Mejor actriz de reparto: Lupita Nyong’o, ‘12 años de esclavitud’

+Mejor película de animación: ‘Frozen’

+Mejor fotografía: ‘Gravity’

– Mejor diseño de vestuario: ‘La gran estafa americana’

+Mejor dirección: Alfonso Cuarón, Gravity

+Mejor documental: ‘20 Feet from Stardom’

+Mejor cortometraje documental: ‘The Lady in Number 6’

-Mejor montaje: ‘12 años de esclavitud’

+Mejor película de lengua extranjera: La Gran Belleza

+ Mejor maquillaje: ‘Dallas Buyers Club’

-Mejor banda sonora original: ‘Philomena’, Alexandre Desplat

-Mejor canción original: ‘Ordinary Love’, Mandela

-Mejor diseño de producción: ‘Gravity’

– Mejor cortometraje animado: ‘Get a Horse!’

-Mejor cortometraje de acción: ‘Aquel no era yo’

+Mejor edición de sonido: ‘Gravity’

+Mejor mezcla de sonido: ‘Gravity’

+Mejores efectos especiales: ‘Gravity’

+Mejor guión adaptado: ’12 años de esclavitud’

+Mejor guión original: ‘Her’, Spike Jonze

Iniciamos el repaso a las críticas de las películas nominadas a los Oscar 2014 que han pasado por Salto de Eje. El formato será siempre similar: título de la película en negrita, a continuación el primer párrafo de la crítica y, al final, entre paréntesis, el enlace a la crítica completa. Espero que disfruten del paseo:

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12 años de esclavitud

No importa el color, importa la piel. La piel del otro. Entender que una caricia y un latigazo producen el mismo efecto en todas las pieles. Que la piel es un vestido que envejece con nosotros y que, por tanto, somos esa misma piel, la nuestra y la de otros, todas las pieles al mismo tiempo. El frío escama la piel y el calor la vuelve pastel. Piel que construye piel, que hereda piel, que protege la piel y la constituye. Un roce de piel da la vida y otro la quita… (Sigue leyendo aquí)

“Atentos negros”, pronuncia una voz blanca. Han pasado diez segundos de película y ‘12 años de esclavitud‘ ya ha escrito su mensaje con claridad. Steve McQueen (‘Shame’), su director, nos trasviste en la piel de su protagonista, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), un negro libre que es secuestrado y forzado a vivir bajo el yugo del desprecio, lejos de su mujer e hijos, ajenos por completo a la desoladora vejación que asola el sur de Norteamérica… (Sigue leyendo aquí)

Gravity

El Universo se extiende por un límite invisible que nos empapa. Flotamos en una burbuja donde los maullidos de Schrödinger esperan un chispazo irrefrenable, un orgasmo físico y emocional que origine el principio de todas las historias. Parece mentira que en una quietud tan nimia, tan abrasadora, exista cualquier posibilidad. Ojos verdes, pelo rizado, sonrisa traviesa… (Sigue leyendo Gravity I)

Del precioso mosaico de imágenes inolvidables que ofrece ‘Gravity’, hay una que justifica toda la película, el único fotograma en el que el espacio exterior queda fuera de la composición: una ecografía de Sandra Bullock. ¿Por qué? Porque mientras estudiosos y críticos mordaces describen los grandes errores científicos del film (que si el pelo no tiene gravedad, que si el sonido de no sé qué, bla bla bla…), lo cierto es que Alfonso Cuarón nos invita a contemplar el mayor espectáculo del universo: el origen de la vida… (Sigue leyendo Gravity II)

La gran estafa americana

El idilio con la mentira nos hace humanos. No se fíen de alguien que afirma decir siempre la verdad porque esa será, matemáticamente, su gran mentira. Mentir es un curioso arte que une culpa y satisfacción. Mentimos para ganar el órdago a grandes en el mus, para ligar con la morena que baila en el centro de la pista y para triunfar en la entrevista de trabajo. Mentimos para huir de los errores, para olvidar el fracaso y para apilar cadáveres en el ascenso a la planta noble. Lo más bello de la mentira, sin embargo, es su caudal abierto de idas y venidas: engañas fuera y engañas dentro. Creer en las mentiras que creamos, una certeza perfecta… (Sigue leyendo sobre la gran estafa)

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Nebraska

Lo extraordinario del ser humano es su omnipotente capacidad para convertir las mentiras en prólogos de la verdad. Es cuestión de creer, de mutar la mirada y afinar el oído, de llevar la contraria con suficiente consistencia, para que el cielo sea naranja o el universo una burbuja diminuta. Alexander Payne (‘Los descendientes’, ‘Entre copas’) sigue profundizando en su gran obsesión como narrador: la herencia. Y lo hace a través del sincero amor de un hijo hacia su padre y del respeto manifiesto a las mentiras que nos hacen más verdad… (Sigue leyendo sobre Nebraska)

Capitán Phillips

Eres el mismo hombre de siempre hasta que el mundo te pide lo contrario y descubres que eras mucho más. O menos. Nadie sabe cómo reaccionaría ante un terremoto o un atraco al banco. Supongo que nos imaginamos haciendo lo que se debe, controlando las emociones, tomando decisiones acertadas para salvar el día. ‘Capitán Phillips‘ es un intenso vuelco a la rutina, un películón que agarra las entrañas del espectador y las aprieta cada vez más. Cada vez un poco más. Sin miramientos… (Sigue leyendo sobre Phillips)

El lobo de Wall Street

¿Y si el tipo que se fuma el puro no es una jodida broma? No sé, salimos a la calle o encendemos la televisión y ahí están: los que se fuman el puro. Esos que un día se sentaron en el sillón de su jefe, se quitaron las rodilleras, y empezaron a ser considerados por la sociedad. Un hombre hecho a sí mismo, decíamos. Un ejemplo de que la constancia y el trabajo dan sus frutos, ¡el éxito de un sistema!, subrayábamos. Y mirábamos hacía arriba, a lo alto de la pirámide, y allí estaban ellos, sentados sobre tronos de oro fumándose un puro. Líderes… (Sigue leyendo sobre lobos y bromas)

Es el tríptico con el que Martin Scorsese pinta a la sociedad del consumo, del dinero; a la misma sociedad que terminará, inevitablemente, enfangada en la crisis económica actual. Esta oda a la depravación funciona como una droga que se inyecta por los ojos, a través de la pantalla, de efecto inmediato: risas, nerviosismo, superpoderes inútiles, excitación. Pero como toda droga, el precio de su consumo es muy elevado y una vez que se ingiere, no puedes abandonar el viaje… (Más sobre el viaje de Jordan)

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Her

De repente, un par de ojos no son suficientes para ver lo que hay en el mundo. Salimos a comer y el plato de espaguetis pide una fotografía en Instagram, un compartido en Facebook, un tuit con la etiqueta #vida y una canción que confiese lo que sentimos en este momento… (Más, suyo. De ella)

No se han contado todas las historias de amor. Existen romances que van más allá de las flores, la declaración shakesperiana y el beso final con música ascendente. ‘Her’, de Spike Jonze (’Donde viven los monstruos’), es un arriesgado relato situado en un futuro cercano -o un presente alternativo- en el que la tecnología permite construir, a partir de un sistema operativo, una persona virtual. Aparatos que, enganchados en nuestra oreja, aprenden a hablar, reír, cantar, recordar… y amar, claro… (El romance de Her)

Agosto

La familia es un imán que no distingue polos: todo se adhiere con facilidad y despegar algo es un trauma. Es curioso cómo miramos con distancia a las familias que aparecen en la pantalla, poniendo tierra de por medio y zanjando con un gesto de la mano que eso, lo de la película, es ficción y no realidad. Me pregunto cuántas veces la pantalla actuará como un espejo. Porque, a ver, que levante la mano el que no tenga anécdotas graciosas en su casa; el que no haya vivido una tragedia absoluta, una cita embarazosa, un desatino entre clanes, un comentario que quedó grabado en las anales de la humanidad… Qué sé yo, eso son las familias, ¿no? (Más sobre Agosto)

Blue Jasmime

Ella lo tenía todo. Las joyas de su cuello brillaban con la prepotencia del que se sabe ganador. Su risa, parte de una horrible y aguda coreografía de hienas. El dinero en el banco brotaba como palomitas de maíz; y el glamour, las fiestas y los martinis con florituras de limón eran las horas extra de un trabajo fresco en verano y cálido en invierno: el placer. A su alrededor, el mundo sacaba músculo para sobrevivir mientras ella gastaba miles de euros en bolsos extravagantes y casas lujosas. Su arte era la mentira, la apariencia y la cuchillada. El lastre del resto. La rémora de todos. Un negocio por encima de nuestras posibilidades. Ella lo tenía todo y lo perdió todo. Cate Blanchet (‘El aviador’) la interpreta y ella es la crisis. Ella es ‘Blue Jasmine’… (Más sobre Cate Blanchet y Blue)

Los Croods

‘Los Croods’, qué bonita manera de decir que somos el reflejo de nuestro propio arte. Y qué manera de hacer arte. La animación tiene el poder de transformar sesudas explicaciones científicas en sencillos conceptos visuales que calan en lo más profundo del ser. ¿O acaso creen que las pinturas rupestres de Altamira son solo un entretenimiento infantil? Yo imagino al niño fascinado escuchando al anciano de la tribu contar cómo cazó un bisonte con sus propias manos mientras señala los contornos rojos que, por arte de magia, brotan de sus dedos sobre la piedra. Y al lado del zagal, una madre prehistórica subrayando la explicación: “eso es la vida”… (los entrañables Croods)

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Frozen

Frozen, el Reino de Hielo‘ trata de lo que sucede alrededor de Olaf, un carismático y divertidísimo muñeco de nieve nacido de la magia, que sueña con disfrutar del verano. Un pequeño dilema filosófico que tiene más encanto, chispa, humor, cariño, trascendencia, ternura y genialidad que el resto de la película de Disney. Olaf se merece un film para él solito. Se merece que el resto de príncipes, princesas y demás tópicos deseosos del amor verdadero ocupen el papel de secundarios y él, rey entre reyes, lidere la que debería haber sido su película: ‘Frozen, el Reino de Olaf’… (Sobre Frozen)

Get a Horse!

Las películas de animación ‘made in USA’ no aciertan siempre. Tras una época dorada –el reinado de Pixar– donde todo era imaginación, esplendor y riesgo (‘Wall-e’, ‘Up’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Los Increíbles’, ‘Ratatouille’, ‘Toy Story 3’, ‘Monsturos S.A.’), las ideas empiezan a flaquear y las salas se llenan de ‘quiero y no puedo’ como ‘Brave’, ‘Turbo’ o, por supuesto, ‘Frozen: El reino del Hielo’. Sin embargo, hay una cosa que no falla nunca. Siempre es un acierto, un logro de la creatividad: los cortos previos… (Mejor el corto que la película)

A propósito de Llewyn Davis

El día que te sientas en el váter y sientes que tu vida reside una taza más abajo. El mismo día en que todas las palabras del mundo se ordenan para formar una única pregunta: ¿Qué haces? Ese día es el día en el que todo se desmorona. Y lo hace a un ritmo pausado pero constante, como si cada vez que pensaras en una de las partes que componen tu esencia le lanzaras una bomba atómica y desapareciera de la faz de La Tierra. Pero no de tus recuerdos. Porque todo reside en la taza de abajo y nada casa con la respuesta que nace, instintiva, a la pregunta. Que qué haces, insistes… (Más, sobre la música)

Prisioneros

¿Qué puede más, la persistencia o la tenacidad? ¿La fe ciega e incorruptible o la pulcritud científica? ¿El poder irracional de creer en un designio mayor o la seguridad férrea de la sagacidad y los hechos? ‘Prisioneros’ es un thriller de distancias cortas, perfecto en su forma y ensordecedor en su fondo, que pivota sobre dos ideas maravillosamente retratadas por Hugh Jackman (‘Los Miserables’) y Jake Gyllenhaal (‘Código Fuente’). La presentación de ambos protagonistas, en los cinco primeros minutos, es excepcional: Jackman reza un padre nuestro antes de disparar a un ciervo y Gyllenhaal bromea sobre el horóscopo chino con una camarera. Sus destinos están a punto de cruzarse… (Sobre la genial Prisioneros)

La Caza

El problema de las mentiras bien contadas es que pueden disfrazarse de verdad; generar dudas, desconfianza y obsesión. Una suerte de teléfono escacharrado que transmite mensajes aliñados por una percepción sugestionada. Un estúpido y pequeño detalle de la vida cotidiana puede terminar en una fuerte discusión sin sentido. Porque así somos, prejuiciosos y sibilinos, dispuestos a sentenciar al otro, al que dicen que es culpable, antes de iniciar el juicio. Las malditas apariencias. El jodido orgullo… (Sigue leyendo)

Film Review The Book Thief

La ladrona de libros

Escribe. El imperativo de ‘La ladrona de libros’ robará una sonrisa cómplice a todos los que, un día, aprendieron a leer y desearon unirse a las filas del ejército de la narración. Ese pequeño -y reservado- guiño es, quizás, el gran clímax de una película que mantiene durante dos horas una promesa de emoción que nunca llega a culminar… (Sobre la ladrona)

Al encuentro de Mr. Banks

Antes de que sea consciente, la música ya habrá puesto palabras en su boca, en silencio, de manera automática, como si recitara una oración de memoria: «Viento del este y niebla gris anuncian que viene lo que ha de venir. No me imagino qué irá a suceder, más lo que ahora pase ya pasó otra vez».  ‘Al encuentro de Mr. Banks’ utiliza la magia de ‘Mary Poppins’ para narrar dos historias paralelas: la infancia de Pamela L. Travers (Emma Thompson, ‘La niñera mágica’), autora de las novelas originales; y el periplo de Walt Disney (Tom Hanks, ‘Forrest Gump’) a lo largo de veinte años para conseguir los derechos y rodar la emblemática película… (Sigue leyendo)

Mandela, del mito al hombre

Nelson, el hombre que estudió, trabajó, amó y erró como cualquier otro hombre, murió. Mandela, el mito que revolucionó el mundo y puso paz donde solo podía haber violencia, vivirá para siempre. Su firma ya está anclada en la Historia de la Humanidad como uno de esos estanques que sostienen la travesía por el desierto. Una inspiración que espoleará, por los años venideros, a todo tipo de artistas que harán suyo el arrebatador discurso de Madiba… (Sigue leyendo)

El Hobbit: la desolación de Smaug

Es terriblemente fácil -y justo- ser cruel con ‘El Hobbit: la desolación de Smaug’. Peter Jackson estira la historia sin necesidad, por un afán recaudatorio más que evidente: reinventa personajes, escenas y subtramas a su antojo para convertir a su nueva trilogía en algo tan ‘imponente’ y ‘relevante’ como ‘El Señor de los Anillos’. El problema es que el esqueleto, el origen indudable de la narración, es un cuento para niños. Una historia noble y sonriente, en la que un ser mediano viaja por el mundo en busca de aventuras, acompañado de una tropa de entrañables enanos y un mago prodigioso. Si Jackson hubiera respetado ese espíritu y no se hubiera obcecado en crear una oscura precuela, estaríamos ante una película, no tres, de gran entretenimiento y factura impecable… (sobre el chicle estirado)

El único superviviente

Una cabra se cruza en tu camino y toca morir por la patria. ‘El único superviviente’ tiene tanto de canto y honra a los soldados caídos en la batalla, como de reconfortante bofetada a los sinsentidos de la guerra. Es el terrible poder del cine bélico, quizás el género que mejor represente la incomprensible dualidad del ser humano y su innata tendencia por la contradicción. La película de Peter Berg se construye alrededor de una pequeña y minuciosa escena en la que reina la ironía: quitar una vida para salvar muchas; salvar una vida para perder muchas más… (Sigue leyendo)

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Iron Man 3

Amigos del cómic, de las personas con grandes responsabilidades, del hype mañanero y del ansia viva por una escena que llevas años esperando: ‘Iron Man 3’ es lo que esperáis. Altas dosis de entretenimiento visual, chistes oportunos de Robert ‘Tony Stark’ Downey Jr., guiños a otros marvelitas por doquier, una acertada y adrenalítica hora final y un hermoso teatrico tras los títulos de crédito. Partiendo de este mínimo básico que debería ser suficiente para establecer la línea divisoria entre el ‘me gusta’ y el ‘¿otra de superhéroes?’, hablemos de la película de Shane Black (‘Arma Letal’), sus problemas y sus aciertos… (Más sobre Tony Stark)

El llanero solitario

Johnny Depp juega al Capitán Jack Sparrow disfrazado del indio Toro. Sí, ¿y qué? Superado el trauma, hablemos de ‘El llanero solitario’. Hay nueve minutos y cincuenta y dos segundos que justifican la entrada: Gore Verbinsky y Hans Zimmer dibujan un maravilloso canto al juego infantil, al Oeste de indios y vaqueros, a las obras de retablillos y marionetas y al espectáculo visual tal y como sucede en la mente del niño. La escena, inolvidable, reinventa el clásico rescate de un tren robado por unos despiadados bandidos entrelazando lo viejo y lo nuevo, la Obertura de Guillermo Tell y la épica de Zimmer, el ingenuo antifaz del héroe de la radio de 1933 y la magia del cine digital, ochenta años después. Nueve minutos y cincuenta y dos segundos preciosos. Y no es lo único que se salva. De hecho, déjenme que les confiese: me ha gustado la película… (¡Vamos Silver!)

Star Trek: En la Oscuridad

Cuándo volveremos a jugar al espacio. Cuándo. Cuándo volveremos a pilotar la Enterprise, a recorrer planetas imposibles, a llegar con audacia donde ningún otro hombre ha llegado jamás. La pantalla en blanco y yo aún anclado a la butaca, tarareando la maravillosa melodía de Giacchino, saboreando la aventura. Es bien entrada la madrugada y tengo cuerpo de sábado por la mañana haciendo ventosa en los dibujos animados. Como Spock, intento buscar un idea lógica para justificar las sensaciones. No puedo. No es lógica, no es ciencia, no es algo objetivo. Y me sorprendo repitiendo la misma pregunta: ¿cuándo? Abandono la nave, la sala, y sonrío: “pero qué bien me lo he pasado, cojones”… (Sigue leyendo con audacia)

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Una cuestión de tiempo

Llevo toda la vida pensando que, si pudiera viajar en el tiempo, no le haría ni puñetero caso al Doctor Emmet Brown y me buscaría a mí mismo en otra época para entregarme una lista de ‘cosas que debes hacer’ y ‘cosas que no quieres hacer’. ¿Lo han pensado alguna vez? Eso, lo de qué harían si pudieran cambiar el rumbo de su vida. Así, de manera sencilla, cerrar los ojos y aparecer varios años atrás, en esos momentos a los que la almohada se empeña en devolvernos de vez en cuando. ¿Fue un café, un examen, una entrevista, una charla, una confesión, un viaje? Siempre hay algo.

Una cuestión de tiempo’, de Richard Curtis (‘Love Actually’, ‘Radio encubierta’), no ha recibido todas las mieles que merece. No solo es una película entretenida que concilia a espectadores de romance, comedia y ciencia-ficción, también es un relato francamente original que desborda imaginación –sin necesidad de flashes ni cromas–. Una cinta imprescindible que pasó sin pena ni gloria por la taquilla y que, estoy seguro, el tiempo, irónicamente el tiempo, terminará poniendo en su lugar.

Tim (Domhnall Gleeson, ‘Black Mirror’) pertenece a una familia en la que todos los varones reciben, en su 21 cumpleaños, un don secreto y hereditario: pueden viajar en el tiempo. Pero no a cualquier era, en plan trogloditas o Renacimiento; sólo a un momento y un lugar específico que el viajero pueda recordar. Si fueran un joven deseoso de ligar, enamorarse y tener novia, ¿qué harían? Efectivamente, eso es lo que hará Tim para conocer –y no perder– a Mary (Rachel McAdams, ‘Sherlock Holmes’).

En la historia de Richard Curtis juega un papel fundamental Bill Nighy (‘Piratas del Caribe’), padre de Tim y clave emocional de ‘Una cuestión de tiempo’. Un magnífico personaje sobre el que se construye una forma distinta de viajar en el tiempo y una idea que sobrepasa a la mismísima eternidad. Esta es una película que trata sobre el amor. Un amor que conquista al espectador, como lo hizo ‘Love Actually’, pero que da un paso más allá en busca de un sentimiento más humano y, pese al derroche de imaginación, más real.

Les advierto que, al final, puede que no les apetezca viajar en el tiempo y sí salir a bailar.

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