Cuerdas, el mejor corto de animación y un virus imparable

*ACTUALIZA: Los responsables del corto han lanzado el siguiente mensaje en su cuenta de Facebook: «Creemos que la gente que sube estas copias (del corto ‘Cuerdas’ a Youtube) y las comparte lo hace con la mejor intención, pero sabed que esto nos está perjudicando de cara a futuras selecciones en certámenes y festivales. «Muchos festivales exigen en sus bases que el cortometraje no esté publicado».

Mantenemos nuestra más sincera enhorabuena y esperaremos, hasta nueva orden, para volver a disfrutar de ‘Cuerdas’.

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Cuerdas‘ llegó a la gala de los Goya sin hacer mucho ruido, pero el discurso de Pedro Solís, su director, al recibir el Goya a mejor corto de animación, constató que se trata de una de las películas más emocionantes de la temporada. Este precioso alegato por la vida ha ido expandiéndose por Facebook y Twitter, sumando cada día más y más reproducciones en Youtube, hasta convertirse en un maravilloso e imparable virus.

Si no lo han visto aún, por favor, dediquen diez minutos a ‘Cuerdas’, emocionante relato que constata que todo, absolutamente todo, depende del cristal con el que se mire.

Buen trabajo, Pedro.

“Hija, gracias por inspirarme esta historia. Hijo, ojalá no me hubieras inspirado esta historia”.

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Los Guardianes de la Galaxia, el primer tráiler

Walt Disney Pictures y Marvel Studios estrenan esta noche, en el programa de Jimmy Kimmel, el primer tráiler oficial de ‘Los Guardianes de la Galaxia‘, la nueva película englobada en el universo Marvel y que tendrá una estrecha relación con la secuela de ‘Los Vengadores’. Para ir calentando motores, ya tenemos el teaser del tráiler (sí, eso): ¡Dentro vídeo!

Los Guardianes de la Galaxia reunirá a un grupo de personajes que se verán obligados a luchar juntos contra una fuerza cósmica de proporciones épicas. Estreno el 1 de agosto de 2014, con Chris Pratt, Zoe Saldana, Dave Bautista, Lee Pace, Michael Rooker, Karen Gillan, Djimon Hounsou, Benicio del Toro, John C. Reilly, Glenn Close, Gregg Henry, Bradley Cooper y Vin Diesel.

*Actualiza: Ya tenemos el tráiler oficial, en español:

Teaser

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Vivir es fácil con los ojos cerrados (II), el quinto Beatle

Los errores son parte del milagro. Y el milagro no es más que una diminuta muesca en el calendario. La película de David Trueba es un precioso viaje a través de los errores de tres héroes de la normalidad, tres principiantes que buscan –como diría Luppi– su lugar en el mundo. O su camino, quizás. Una carretera que pasa por Almería y que encierra una verdad más grande que el legado de Los Beatles: ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’.

El día que Antonio (Javier Cámara), un profesor de inglés, se agarra los machos para conocer a John Lennon, Belén (Natalia de Molina), una joven embarazada, huye de la norma impuesta y Juanjo (Francesc Colomer), un adolescente desubicado, prueba una ruta alternativa. Esta familia pasajera nacida de la casualidad –o del destino, si gustan– construye un relato precioso que encuentra, con facilidad, la empatía del espectador.

El espíritu de ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ es similar al de ‘Pequeña Miss Sunshine’ (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006), cambiando a Alan Arkin y Abigain Breslin por Javier Cámara y Natalia de Molina. Y sin complejos, oiga: él, carismático e inspirador; ella, preciosa y entrañable (con una dulzura especial para los que ese acento nos suena tan cotidiano). Ambos encarnan una colorida gama de emociones, sin histrionismos, capaz de erizar el alma.

Si hay canciones que te salvan la vida, canciones que se gritan sacando la cabeza por la ventanilla del coche («Heeeelp!»), también hay películas que dignifican el cine. ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ es como la música que sonaba en el coche cuando te mareabas de viaje al pueblo: «alegre y triste, alegre y melancólico».

Trueba escribe un guión que acierta por lo que dice y por lo que calla. Una armonía de vivos diálogos y silencios cómplices que conjuga la misma magia que una banda de pop. Ellos –Trueba, Cámara, de Molina, Colomer y Almería– son, sin duda, el quinto Beatle.

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Vivir es fácil con los ojos cerrados (I), el pestañeo

Si cierras los ojos un segundo y respiras hondo, el aroma a coche antiguo –ese olor a familia recocida, maletas sudorosas y humo sedimentado en las arrugas de la alfombrilla– se filtrará entre los pulmones y el estómago provocando una combustión similar a la del motor que carraspea antes de iniciar el viaje. En los asientos de atrás se soportan las curvas como un único cuerpo, encajonados hombro con hombro, creando pequeños recovecos oscuros en los que cabe un infinito de duros, canicas y pegatinas del Equipo A.

Con todas las plegarias puestas en la biodramina, toda estrategia es útil para encajar el horizonte en un barco que no vale para el oleaje: imaginar un dibujo animado corriendo por el perfil de la montaña o flotando entre las nubes; pegar la sien al cristal y dejar que el traqueteo remueva las neuronas que no hicieron los deberes; contar los segundos que separan una señal de tráfico de la siguiente…

Pero, indefectiblemente, el universo se colapsa, el aire se vicia, la barriga se contrae y el movimiento de un meñique podría originar un big bang gutural, angustioso e insufrible. El sudor se hace frío pensando en el ruido de la bolsa de plástico para vomitar que habita en el bolso, como un terrible troll que ruge escondido en lo profundo de la caverna.

El sonido de la guantera al abrirse activa los nervios. Expiras e inspiras. No se oye ninguna bolsa. Sí se escucha, sin embargo, el ‘click’ de una caja de plástico que gira sobre unos diminutos goznes. No se ve, pero sabes que es una cinta de lomo azul, con unas letras blancas que rezan ‘Greatest hits’. Cuando pulsa el botón, John, Paul, George y Ringo siguen cantando donde lo dejaron la última vez. La melodía invita a girar la manivela de la ventanilla y a dejar que el viento se ponga de nuestro lado.

Mientras recuerdas la sonrisa de aquel coche, similar a la del secundario que ha cumplido su parte del guión, abres los ojos, un segundo más tarde, y vuelves a la pantalla del cine. Hay algo mágico, alegre y triste al mismo tiempo, que hace que la película de David Trueba sea, sin serlo, parte del recuerdo. Y piensas, también, que vivir es fácil con los ojos cerrados.

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Robocop (no apta para mayores de 30 años)

En 1987, un hombre con cuerpo de máquina era una revolución imposible. Casi treinta años más tarde, lo imposible es pensar en un hombre que no dependa de una máquina para funcionar diariamente. La saga de ‘Robocop’ es un clásico de las películas de acción de los ochenta: el color de la imagen, el humor de gallitos, la violencia brutal. En este lapso de tiempo, Hollywood ha aprendido a suavizar el disparo en la cabeza y la sangre fácil en un claro impulso por abrir las salas a los niños que guardaban sus pesetas por culpa del terrible ‘para mayores de 18 años’.

Pero nosotros, los espectadores, también hemos aprendido a saborear más las cintas originales, lo que genera una difícil empatía con la corriente vírica de los remakes: ‘Desafío Total’, ‘Conan’, ‘Karate Kid’ y ‘Furia de Titanes’, entre otras, solo insultan al recuerdo de toda una generación. Luego la pregunta es mucho más importante de lo que parece: ¿desmerece el ‘Robocop’ de 2014 al de 1987? Sí. Lo que no quita que sea una cinta mucho más digna de lo que aparenta.

La discusión sobre el ‘Robocop’ de José Padilha (‘Tropa de Elite’), en cualquier caso, se cierra rápidamente: es muy entretenida. Así que toda reflexión sobre la débil imaginación de Hollywood queda en un segundo plano. Sí, es divertida y ofrece dos horas muy palomiteras. Lo curioso del asunto es que Joel Kinnaman (‘The Killing’), que interpreta al agente Murphy (aka Robocop), es –casi– un secundario de Gary Oldman, el Doctor Dennet Norton y padre de la criatura. Oldman es el motor de la película y el encargado de marcar los tiempos en un guión que goza de un prólogo sensacional (el papel de Samuel L. Jackson funciona muy bien) y un desarrollo poco convencional.

No hay duda de que ‘Robocop’ bebe de la misma fuente que el mundo del videojuego, aunque, irónicamente, sólo haya tres grandes escenas de acción, una por acto.

Tengo la sensación de que Padilha podría haber hecho una película mucho más imponente si no hubiera dependido de la soga del ‘remake’. Se agradece el esfuerzo por dignificar el film que, insisto, no aburre. El problema es que, por más máquinas que empleen, por más efectos especiales, por más que se empeñen en volver una y otra vez a lo mismo, un ‘remake’ nunca suplantará al original. Resulta lamentable que vivamos rodeados de tanta tecnología y que no nos demos cuenta de una vez: los ochenta molan porque siguen pareciendo algo nuevo.

Robocop, no apta para mayores de 30 años.

Joel Kinnaman

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