Jurassic World

Bastan cinco minutos en ‘Jurassic World’ para descubrir que la película guarda una honesta y clara intención de no engañar a nadie. Ni siquiera a sí misma. 22 años después, la Isla Nublar se ha convertido en el mayor parque de atracciones del mundo. Claire (Bryce Dallas Howard, ‘La joven del agua’), su responsable y jefa de marketing, se sincera con un grupo de posibles inversores: «A nadie le impresiona ya ver un dinosaurio». Toda una declaración de intenciones de lo que está a punto de pasar.

Dudo que encuentren a alguien convencido de que ‘Jurassic World’ sea mínimamente comparable a ‘Parque Jurásico’. La película de Spielberg fue el milagro que cambió el rumbo del cine. Los espectadores de 1993 no podremos olvidar nunca la sensación de tocar por primera vez un dinosaurio. Ese impacto es irrepetible. Esa impronta es única.

Así, el film de Colin Trevorrow no podía resucitar las vibraciones pasadas. Pero sí rememorarlas, honrarlas y utilizarlas para hacer una película muy entretenida. Pese a que el guion flojea y que algunos personajes (personalmente no soporto demasiado a los niños) están dibujados con vagancia, la cinta goza de suficientes elementos como para salir satisfecho de la sala: la pareja de protagonistas, Bryce Dallas y Chris Pratt (‘Los Guardianes de la Galaxia’), funciona a las mil maravillas; los innumerables guiños a la primera entrega son excelentes; las perlas de humor, bien dosificadas; la sobrecogedora música de Michael Giacchino siguiendo la estela de John Williams; y, por supuesto, la efectividad de los dinosaurios. Sí, puede que ya no impresionen a nadie. Pero está claro que siempre resultan entretenidos.

Mantener las expectativas bajas es una buena idea. Llegar a la sala dispuesto a pasarlo bien y a disfrutar del viaje, como lo haría un niño de ocho años antes de entrar al mayor parque de atracciones del mundo. Si lo consiguen, si se dejan impresionar, se lo pasaran de fábula.

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La leyenda de Christopher Lee

Christopher Lee pasó los últimos 93 años de su vida como un niño que jugara a ser leyenda. En los últimos treinta, sin embargo, mientras que algunos no hacíamos más que envejecer, él ha permanecido impasible al tiempo. Demonios, grabó un disco de Heavy Metal con más de noventa años. ¿Quién puede superar eso? De hecho, a los pocos minutos de conocer su muerte, este texto empezó a rular por Internet. Me parece increíble:

«Sir Christopher Lee: Fue Drácula. Fue enemigo de Bond. Fue Sherlock y Mycroft Holmes. Fue La Muerte. Fue Lucifer. Fue el Conde Dooku. Fue Saruman. Fuer Lord Summerisle. Grabó un disco de Heavy Metal dedicado a Carlo Magno. Cazó nazis durante la II Guerra Mundial. Fue agente secreto de una unidad llamada ‘The Ministry of Ungentlemanly Warfare’ (Ministerio de la Guerra poco Caballerosa). Cuando Peter Jacskon le dijo que imaginara cómo gritaría un hombre que está siendo apuñalado, respondió que no necesitaba imaginarlo. Hablaba con fluidez inglés, italiano, francés, alemán y español; tenía un nivel «muy alto» en sueco, ruso y griego. En chino mandarín, sin embargo, sólo podía charlar. Veamos si Chuck Norris puede superar esto».

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Digo más. Su currículum va más allá del cine ‘convencional’: le hemos visto en series de televisión, ha participado en decenas de películas de animación y fue una de las voces más solicitadas en el mundo del videojuego. Es que es alucinante. ¿No les parece puro genio? Hay ‘jóvenes’ de 40 años que no han entendido aún la importancia del videojuego o la animación o el cómic… Algo que Lee aprendió y practicó hasta el último día. ¿Quién podría llamarle ‘viejo’? Más bien sabio.

Tan solo espero que Sir Christopher tuviera un magnífico biógrafo. Alguien que atesore a buen recaudo diálogos, anécdotas y relatos varios de una vida que parece, a todas luces, el guion de una gran película.

Una extraordinaria falta de educación

Permitan que no me ande por las ramas: somos unos maleducados. Era de madrugada y su nombre ya era tendencia en Twitter. Su nombre aparecía en infinidad de muros de Facebook. Su nombre rulaba de un Whatsapp a otro, indiscriminadamente. Y encima nosotros, los medios, nos hacemos eco de su nombre. Periódicos, televisiones, radios… Todo el mundo aprovecha la ola y destroza por completo el capítulo a todos aquellos que aún no lo hemos visto. ¿Por qué?

La crueldad y el catetismo que estamos demostrando con ‘Juego de Tronos’ es para analizarse con lupa. Una cosa es llegar a la oficina y preguntar al aire: «¿Habéis visto ya el capítulo de esta semana? ¡Tremendo!» Y otra, muy distinta, es desmenuzar a los cuatro vientos qué pasa, cómo pasa y con quién pasa. Se nos tenía que caer la cara de la vergüenza.

Creo que es un asunto de madurez social. Así es la lógica que impera en la calle: «Como ‘Juego de Tronos’ se ha puesto de moda, si no lo has visto es tu problema y yo, como soy un ser libre y dispongo de libertad para decir y hacer lo que quiera, pues cojo y tuiteo quién ha muerto o se ha librado por los pelos. Y ya está».

Imaginen, por un momento, que todos los que nos leímos los libros nos dedicáramos a destrozar los capítulos (aunque cada vez se parezcan menos), por norma, cada semana. Imaginen que todos los que leemos y vemos cosas sin que –aún– estén de moda, gritáramos a bombo y platillo qué es lo que va a pasar a continuación.

Qué peligroso creer que todo el mundo ve lo mismo. No, amigos que destrozan las series y películas porque ya las han visto y se creen poseedores de un derecho divino a joder a los demás: no me importa que destrocéis lo que pasa en vuestro programas favoritos (ya saben, ‘Gran Hermano’ o ‘Mujeres Hombres y Viceversa’). Pero, por favor, pensad un poquito antes de abrir la boca.

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Dinosaurios, Pratt y Trevorrow

‘Parque Jurásico’ es un hito en el cronograma de mi generación. Uno de esos ‘puntos de no retorno’ que estableció una incómoda comparación con todo lo que habría de llegar. La película de Spielberg fue una experiencia inolvidable en la sala; es, aún hoy, un film excelente; y será, siempre, un recuerdo que se agiganta con los años. Por eso me incomoda tanto ‘Jurassic World’, porque vuelve a zarandear los cimientos de la creatividad.

El próximo viernes se estrena la cuarta entrega de la saga y, pese a que los últimos tráilers me han convencido un poco más, espero poco de ella. Y creo que es la opción sana. O, al menos, la inteligente. Hay dos elementos que aseguran entretenimiento: dinosaurios y Chris Pratt (‘Los Guardianes de la Galaxia’). Una fórmula que no puede fallar. Más allá de eso, hay elementos que chirrían desde el principio: ¿dinosaurios mutantes?, ¿velociraptores domésticos?, por no hablar de la terrible sensación de «esto me suena» que desprende.

Su director, Colin Trevorrow, entró en la franquicia como lo haría un vaquero con carisma en la taberna del pueblo. Su primera película, ‘Seguridad no garantizada’ (2012), le abrió las puertas de Hollywood de par en par. Y no es para menos: es original, divertida, ingeniosa y todo con un presupuesto ‘indie’. ¿Habrá aportado algo de espontaneidad Trevorrow al Jurassic World?

Y en esas estamos. Dudando. Pero, como siempre, me muero de ganas de ver el resultado final. Sí, soy débil. Demonios, ¡dinosaurios, Chris Pratt y Colin Trevorrow! ¿Pero qué más queremos? Por favor, por favor, por favor: que no la caguen mucho.

 

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Project Almanac

Lo de viajar en el tiempo siempre es divertido, por muy mala que sea la película. Y no es ‘Project Almanac’ sea un completo despropósito, pero su más que evidente intención de ser una película ‘guay’ para consumidores de los mejores videoclips de la MTV no mola nada. Y da rabia. El mismo tipo de rabia que uno padece después de ver un truño memorable como ‘Los 4 Fantásticos’ y piensa: ¿Por qué no se limitaron a hacer una película entretenida?

El primer -y más grave- problema de ‘Project Almanac’ es su estilo. Supongo que es algo personal, pero es que las películas rodadas en falso documental (en plan ‘El proyecto de la Bruja de Blair’) tienen que funcionar muy bien para que no termine con ganas de vomitar. Del mareo, digo. Personalmente, agradecería que la aventura de esta pandilla de jóvenes americanos inadaptados hubiera sido rodada al modo clásico, o mezclando los estilos. Tanta cámara doméstica, cansa.

La aventura, por otro lado, no está mal: un joven genio encuentra una cinta de vídeo en la buhardilla de su casa en la que aparecen él y sus amigos de pequeños, celebrando su sexto cumpleaños. Tras verlo un par de veces se descubre a sí mismo, con dieciséis años, en el reflejo de un espejo. Esa chispa iniciará el proceso que llevará a la pandilla a construir una máquina del tiempo. ¿Se puede cambiar el pasado? ¿Y el efecto mariposa?

Dean Israelite es uno de esos directores emergentes que se está jugando la seriedad con la que nos tomemos su talento. Su próximo proyecto es el remake de ‘Powers Rangers’, algo que dice demasiado sobre el tipo de ‘contrato’ que ha firmado con el cine de Hollywood. Un cine, a priori, diseñado para verse en casa. ‘Project Almanac’ es una buena opción para un domingo después de comer.

PROJECT ALMANAC - 2015 FILM STILL -Left to right: Sam Lerner is Quinn Goldberg, Jonny Weston is David Raskin, Allen Evangelista is Adam Le, and Virginia Gardner is Christina Raskin - Photo Credit: Guy D'Alema  © 2015 Paramount Pictures.  All Rights Reserved.
PROJECT ALMANAC – 2015 FILM STILL -Left to right: Sam Lerner is Quinn Goldberg, Jonny Weston is David Raskin, Allen Evangelista is Adam Le, and Virginia Gardner is Christina Raskin – Photo Credit: Guy D’Alema ¬© 2015 Paramount Pictures. All Rights Reserved.