Una fuerza de la naturaleza, un dios más antiguo que el mismo hombre, un monstruo. Es fácil identificar a Godzilla con cualquier suerte de catástrofe. Cualquiera. Un terrible tsunami devastador, una cortina atómica que hierve la humanidad o una bomba quirúrgica escondida en una estación de metro. La potencia destructiva nos acompaña desde el principio de los tiempos. Una maldición mitológica que explicamos con Goliat, con Hades, con Saturno devorando a sus hijos. Miramos al cielo y acusamos a nuestra propia sombra de los fuegos que consumen el bosque. Godzilla y el resto de los monstruos son nuestra forma de explicar los errores que no somos capaces de aceptar.
Gareth Edwards sitúa el motor de la historia en el hombre y en la humanidad que reside en la propia naturaleza. Partiendo de ahí, no es una barbaridad asegurar que ‘Godzilla’ es la aventura de Ford Brody (Aaron Taylor-Johnson, ‘Kick-Ass’) en un mundo en el que habita una bestia descomunal, y no al revés. La película de Edwards bebe los tiempos del Spielberg de ‘Parque Jurásico’, con escenas memorables en las que siempre se subraya la mirada del niño.
El pulso y el acierto detrás de la cámara convierten a ‘Godzilla’ en una película de ambientes, de espera, de ansia rodada con un refinado gusto por las emociones (magnífica banda sonora de Alexandre Desplat) que estalla cuando el espectador ve, por primera vez, la inmensa pata de la criatura atravesar la pantalla de cine. Al igual que en ‘Monster’, su anterior trabajo, Edwards juega durante una hora con las imágenes que otros ven del monstruo: cámaras de televisión, fotografías, reflejos… Las dosis exactas para, en el tercer acto, reventar las profundidades de La Tierra. Qué espectáculo.
El guión de Max Borenstein es un acierto del que, por ahora, no diremos más. No merece la pena que sepan nada sobre la película antes de entrar a la sala. Tan solo que es una película fruto del mejor entretenimiento hollywoodiense que respeta el espíritu original del kaiju japonés. Una aventura que, pese a alguna laguna incomprensible, narra mucho mejor que sus predecesoras (‘Pacific Rim’ o, por supuesto, el ‘Godzilla’ de Emmerich) la batalla entre el hombre y las amenazas que le superan.
Quédense con la sutileza de Gareth Edwards en su mensaje sobre Godzilla: Teman. Teman a la naturaleza. Porque tal vez así comprendan lo que está pasando.