Adam McKay es uno de los guionistas consagrados por el programa de humor más codiciado de Estados Unidos: Saturday Night Live (SNL). Y se lo tiene ganado a pulso: sus ‘sketches’ son imitados por todo el mundo y los principales actores de Hollywood se pelean por participar en sus cachondas invenciones. Con tanto talento para la comedia, era cuestión de tiempo para que McKay diera el salto al cine respaldado por una infinidad de productores ansiosos por poder hacer la siguiente publicidad: “de los creadores de SNL llega ‘Los otros dos’, con Will Ferrel y Mark Wahlberg”.
La película hubiera sido un ‘sketch’ genial: ¿qué pasaría si cambiamos a los clásicos policías alimentados con creatina por dos funcionarios acostumbrados a trabajar con el ordenador y expertos en aplicaciones para el Iphone? Si a la premisa le sumamos a The Rock y Samuel L. Jackson, el bombazo está asegurado. Efectivamente, un vídeo de quince minutos con los mismos elementos habría sido un éxito pero, como cinta de dos horas, parece un chicle estirado.
‘Los otros dos’ está repleta de ambiciones inconclusas e inefectivas. Detrás de la evidente intención de hacernos reír se esconden críticas al sistema económico, a los medios de comunicación, a los estereotipos y a la carencia de originalidad en las historias actuales. Pero están tan bien escondidas que hay que ser muy buen espectador para aceptarlas de buen grado.
No les voy a decir que sea un film aburrido, les encantará verla un domingo por la tarde en la televisión, después del tiempo. Lo de encontrar razones para pagar en taquilla es más complicado. Bueno, quizás por ver la hermosura de Eva Mendes en todo su esplendor, ya me entienden.