Agua para elefantes

‘Agua para elefantes’ nació a la sombra de una promesa: la película que consagrará a un actor al Olimpo de las estrellas de Hollywood. Y no nos engañaron: Christoph Waltz -el maldito bastardo- es un fenómeno. El otro, el que sale en los carteles de promoción, Robert Pattinson, no está tan mal como cabía suponer después de verle en ese intento de película, ‘Recuérdame’. Infinitamente mejor, no hay color, que en el saga de vídeos caseros más rentable de la historia, ‘Crepúsculo’. Pero aún le queda mucho por recorrer.

En fin, ‘Agua para elefantes’ es un filme frustrante. Parte de una idea llamativa, un arranque que despierta curiosidad y una cuidada estética clásica que se mantiene durante las dos horas de metraje -demasiado larga-. Tiene armas de sobra para hacer reír y llorar. Y, sin embargo, se queda en un quiero y no puedo. En una sucesión de elementos que no van a ninguna parte y cuyo clímax está absolutamente desaprovechado.

El día que Jacob Jakowsky (Pattinson) va a convertirse en veterinario, un trágico accidente se lleva la vida de sus padres, dos emigrantes polacos. Su muerte desvelará una serie de deudas que impedirán a Jacob seguir con sus estudios y le obligarán a buscar un trabajo. Desesperado, Jacob se colará en el tren del circo de los Hermanos Benzini, donde terminará trabajando a las órdenes de August (Waltz), líder despótico del espectáculo y marido de Marlena (Reese Whiterspoon), con la que iniciará un flirteo prohibido.

Francis Lawrence da el salto de la ciencia ficción y el cómic (‘Constantine’, ‘Soy Leyenda’) al romance, concede a ‘Agua para elefantes’ destellos de brillantez. No obstante, elementos clave en la narración -vitales en la novela que se inspira- como la Ley Seca, la gran depresión o la inmigración quedan en meros capítulos mal enlazados. Una lástima.

¿Por qué verla? Si busca un romance, con tensión sexual, miradas profundas y planos bellos de gente bella, seguro que ‘Agua para elefantes’ le entretiene. Y el trabajo de Waltz, una vez más, es espectacular. ¿Por qué no verla? Por todo lo demás.