Oscar a la sombra de Goya

Álex de la Iglesia me cae bien. Además de admitir sus pecados y de aceptar sus propios errores, ha dado la cara -física y virtualmente- por todos los que creemos que la Ley Sinde es excesiva e inconsistente. Pero no les voy a subrayar las declaraciones que seguro ya han leído en otras páginas. Quiero apuntar un hecho que me sorprendió muchísimo ayer, mientras veía los informativos del mediodía.

Por primera -y única, que yo recuerde- vez la gala de los Goya ensombrece el anuncio de las nominaciones de los Oscar. ¿Se dan cuenta? Sí, es cierto que las circunstancias no son las más recomendables, pero no me negarán que es fascinante ver cómo las desventuras del cine español titulan a cinco columnas desplazando a los premios de Hollywood a una página par.

Soy firme defensor de que el cine patrio necesita una cura de marketing. Tenemos que aprender a vendernos y, más importante, a llamar la atención sobre nuestras producciones. Por eso creo que Álex de la Iglesia ha sido extraordinariamente inteligente con el anuncio de su dimisión tras la gala de los Goya: no sólo se ha ganado a todos los usuarios de páginas de descargas y redes sociales, sino que ahora, sus películas, tienen un plus de simpatía -por muy rara que sea ‘Balada triste de trompeta’ y la gala ha ganado un punto morboso muy interesante.

La advertencia del director de ‘El día de la bestia’ hará que miles de televisores sintonicen con el buen hacer de Buenafuente (que ya nos ganó el año pasado) y, con un poco de suerte, alguno de ellos irá al cine (o buscará en Internet) para ver cine español. ¿Se imaginan?

Y eso, que Javier Bardem está nomiado al Oscar, otra vez.

Balada triste de trompeta

He visto ‘Balada triste de trompeta’ y me ha gustado. O no. No lo sé. Es que lo mismo, si lo pienso mejor, decido que es una basura incomprensible. En serio, menudo cacao: por un lado tiene escenas brutales, con un ritmo endiablado, imágenes poderosísimas, dobles lecturas disfrazadas de acción burlesca, guiños históricos y críticas social. Por otro, hay una sarta de chalauras, pamplinas varias y líneas inconexas de aúpa; un guión tan esquizofrénico que hará que más de uno se levante de la butaca para arengar al público en una guerra santa en pos de la cabeza de Álex de la Iglesia (“¿Por qué se le ocurren a un ser humano estas cosas?”, preguntó una chica al terminar).

Dos payasos centran el mundo freak del director de ‘El día de la bestia’, el triste (Carlos Areces) y el alegre (Antonio de la Torre). Una pareja cómica que luchará, hasta las últimas consecuencias, por el amor de una misma mujer, Natalia (Carolina Bang). Este enrevesado cuento es una metáfora de los dos bandos que luchan por España, dos partes que, a ojos de de la Iglesia, son igualmente ridículas: todos somos parte de un circo, de una broma pesada que no tiene ni pies ni cabeza; visceral, irracional y lamentable.

Si diseccionamos ‘Balada triste de trompeta’ por escenas, la media, posiblemente, fuera de sobresaliente. En conjunto, sin embargo, hay algo que definitivamente falla. Así, el prólogo de la historia es tan salvaje como talentoso: Santiago Segura, disfrazado de payaso, corre por mitad de una sanguinaria refriega, por las calles de Madrid, devanando cuellos y sesgando vidas con un minúsculo cuchillo de cocina. Una suerte de ‘Malditos Bastardos’ a la española que se repetirá a lo largo de la cinta en momentos puntuales: la cacería, la persecución final o la paliza en el parque de atracciones. Sin embargo, entre genialidad y genialidad hay huecos que disipan demasiado los objetivos de la narración, provocando, como hemos dicho, la rebelión de la sala.

El caso es que cuanto más pienso en ella, mejor sabor de boca tengo. Precisamente por eso, porque hay escenas rematadamente buenas. Por supuesto, no es la película que le recomendaría a ninguna madre. Pero sí lo haría, encarecidamente, a los amantes de ‘Acción Mutante’, ‘El día de la bestia’ y los clásicos del cine de terror y monstruos de serie b.

Quiniela de Goya (I)

Las cartas están echadas y la partida va a comenzar. ¿Quiénes serán los ganadores de los premios del cine español? He de confesar que algunas nominaciones me han dejado patidifuso -me encanta esa palabra- y que la ausencia de los chicos de Kandor les quita un tanto importante de magia al asunto. Pero bueno, a ver cuántas acierto:

Para mejor película tenemos a ‘Balada triste de trompeta’ -no me extrañan los rumores tendenciosos y malintencionados de lo apropiado que nominen en quince categorías a tu película, en cartelera, siendo el director de la Academia-, ‘Buried’, ‘Pan Negro’ y ‘También la lluvia’. No hay dudas: la de Icíar Bollaín gana de calle, cualquier otro resultado sería una sorpresa desagradable. Ya que es nuestra elección para los Oscar -se ha ganado mi respeto, aunque no sea ‘Celda 211’-, seguro que cuenta con el apoyo del jurado. Y, por encima, es la mejor cinta.

La dirección también se la doy a Icíar Bollaín, pese al magnífico trabajo de Álex de la Iglesia y Rodrigo Cortés (que no tardará en volver a la palestra de los premios). Mi primera decisión complicada llega con el mejor actor, a caballo entre Javier Bardem y Luis Tosar. Si fueran mis premios, iría para ‘Malamadre’ sin dudarlo: es un regalo para el cine, como ya dije. Pero la enorme publicidad que hace Bardem a España en Hollywood produce babas a mansalva en los académicos. En cualquier caso, me quedo con Tosar.

Para actriz principal me decanto por Emma Suárez y ‘La mosquitera’. Y eso que Elena Anaya ha sido la que más pasiones ha levantado en las salas… En fin, el director novel creo que será para Emilio Aragón y sus ‘Pájaros de papel’; no sólo tiene muchos y buenos amigos, el trabajo era aceptable. Su competencia será Jonás Trueba y ‘Todas las canciones hablan de mí’.

Con el guión adaptado, se dice que la nominación de ‘3MSC’ fue de rebote, nada más enterarse los académicos de que ‘Crepúsculo’ no contaba. Mi apuesta: ‘Pan Negro’. Para el Guión Original, dos favoritas: ‘También la lluvia’, con la que me quedo, y ‘Buried’, firme aspirante.