Por alguna artimaña curiosa del destino, terminé viendo ‘Beginners’ nada más terminar de leer el libro de relatos de Andrés Neuman, ‘Hacerse el muerto’. Una de esas fruslerías poéticas que concatenan dos universos aparentemente inconexos en una misma historia. La película de Mike Mills funcionó como uno más de los cuentos del argentino, todos ellos centrados en la vida que sucede alrededor de un muerto. Dosis de humor, sentimientos contradictorios, traviesos, y una tremenda facilidad para hacer disfrutar con la complejidad de la sencillez.
La encantadora presencia de Ewan McGregor, Mélanie Laurent y Christopher Plummer (que ganó el Oscar a mejor actor de reparto este año) hace de ‘Beginners’ una película enorme, pese a ser, en realidad, un precioso, minúsculo y comprometido detalle con todo y con nada. Hal (Plummer), al morir su mujer, confiesa a su hijo Oliver (McGregor) que siempre fue homosexual, y que pese a sus 75 años recién cumplidos se ha buscado un novio y quiere ser feliz. Oliver, por su parte, inicia una relación con la bella y enigmática Anna (Laurent). Ambos, distantes y cercanos, aprenderán a vivir otra vez. Como principiantes.
Tanto el libro de Neuman como la película giran alrededor de la muerte y, por tanto, de la vida. Y ninguna de las dos gratas experiencias les robará mucho tiempo, que es, al final, la clave del asunto. Desconozco si el escritor ha visto la película, pero estoy convencido de que él mismo encontrará una semejanza maravillosa, un pequeño relato que le hubiera gustado firmar.
Tienen la librería y el videoclub, elijan su camino y caminen. El resto llegará solo, se lo aseguro.