No es que me falte imaginación para crear nombres, pero da la casualidad de que el protagonista de la historia de hoy, como el de ayer, también se llama Javi. Pero, para no hacernos pesados, le llamaremos ‘el pintor’. Verán, no sé si se acuerdan de aquella maravillosa época del VHS y el BETA, cuando todos deseábamos ver la estantería del otro para cuchichear en sus películas y ver qué nos podía grabar –puede que esto no haya cambiado tanto, después de todo. El caso es que, durante los años que dieron sentido a la expresión ‘cinta’ para referirse a una película, algunos adelantados a su tiempo adquirieron un Láser Disc. Lo último.
Visitar la casa de ‘El pintor’ era una gozada. Un almacén de cine escalonado por todas las estanterías de la casa. Puertas que daban a armarios ordenados por géneros. Baúles llenos con novedades importadas de todos los rincones del mundo. Y una calidad de imagen y sonido que ni el vídeo comunitario. Una de aquellas tardes en casa de ‘el pintor’, sentados en el sofá, pusimos una película: ‘Nausicaä’. “¿Eso qué es?”, preguntamos los tres hermanos. “Una película de animación japonesa de hace ya unos años. A mí me encanta”.
Y a nosotros nos encantó. No eran unos dibujos animados al uso. Eran raros. Y, al contrario que en las películas normales, las de Disney, ninguno de los protagonistas cantaba en ningún momento. Además, sospecho que, pese a que salí alucinado de la proyección, no me enteré de toda la historia. Javi, ‘el pintor’, gracias a su tremendo dominio de la tecnología, nos pasó el Laser Disc de ‘Nausicaä’ a un VHS, para que la pudiéramos ver en casa.
Hoy, 15 años después de aquella tarde y más de 25 desde que se estrenara en las salas de Japón, se estrena en España ‘Nausicaä’. Todo un homenaje a su director y uno de los mayores creadores de nuestro tiempo, Hayao Miyazaki (‘Mi vecino Totoro’, ‘El viaje de Chihiro’, ‘Mononoke Hime’). Dios mío, cómo pasa el tiempo.