La cortina de humo

La crisis, además de estrangular las carteras, también agudiza la suspicacia. A nosotros, los periodistas, nos enseñan a no creer nada por lo que no estarías dispuestos a firmar. “Duda de todo el mundo y consulta las fuentes necesarias hasta que la verdad sea un hecho indiscutible”. En los últimos días he tenido varias conversaciones -reales y virtuales, estamos en twitter- en las que ha terminado filtrándose la expresión ‘cortina de humo’.

“Filtrar la verdad” es una expresión preciosa, ¿no creen? Es muy visual: casi puedes imaginar un bloque compacto, como una presa de apariencia infranqueable, de la que sale agua a través de una pequeña grieta. ‘Wikileaks’ es esa inesperada ruptura. Y, pese a que nadie se extrañara cuando se publicaron los hilos sobre los complejos de Sarkozy, las ambiciones de China o el tipo de preservativo que utiliza Berlusconi cuando se trajina a todas las putanescas de Italia, el amigo Julian Assange ha tocado los huevos de la política internacional con mucha solera.

En 1997, Barry Levinson (‘Good Morning, Vietnam’, ‘Rain Man’) reunió a Dustin Hoffman y Robert de Niro para realizar una comedia repleta de segundas lecturas sobre la política en la Casa Blanca. La cinta narra cómo, a pocos días de ser reelegido como Presidente de los EEUU, la prensa destapa un escándalo que ridiculiza la candidatura de de Niro. Hoffman, su agente de prensa, le propone una salida: “Necesitamos una cortina de humo. Algo que consiga que los votantes olviden la vergüenza y recicle su imagen poderosa e influyente”. Acto seguido, se inventan una guerra.

Mientras que los mentados en Wikileaks hacen cola en sus confesionarios más íntimos. Mientras que los titulares de la prensa global sacan los colores a nuestros políticos. Mientras que Couso se retuerce en su tumba y su familia, almas en vilo, clama venganza contra los que prefirieron una mesa ordenada a una balanza equilibrada. Mientras que la pequeña grieta se hace consistente, el Gobierno decide firmar, el día que arranca un puente crucial para nuestra economía, un decreto que mosqueará a los controladores aéreos y que creará un conflicto de escala mundial. ¿Habrá algo detrás del humo o sólo es la suspicacia propia de vivir en crisis?