Brothers

Caín tuvo mala suerte. Un mal día, quizás. Puede que la mañana en la que tomó la decisión que grabaría su nombre en la historia de la humanidad, un profesor maleducado le suspendiera un examen. O, quizás, la chica de la primera fila le guiñó el ojo a otro. Y, claro, lo terminó pagando con Abel. Porque, por si no lo saben, hay un contrato tácito entre hermanos: “Te haré la guerra hasta que no me quede más remedio que quererte”.

‘Brothers’ es una tragedia bíblica dibujada en los Estados Unidos del “Yes, we can”. Tommy (Jake Gyllenhal) acaba de salir de la cárcel. Sam (Tobey Maguire) es el hijo modélico, casado con Grace (Natalie Portman) y con dos niñas. Es militar. Una mañana, Sam abandona su casa para cumplir una misión en Afganistan. Muere. Tommy, que siempre había renegado de cualquier tipo de responsabilidad, se erige como protector de la familia de su hermano. Por eso, porque eran hermanos. Y eso es lo que hacen los hermanos. Incluso los malos. Aunque Sam, en realidad, no esté muerto.

Jim Sheridan (‘En América’) nos tiene acostumbrados a dramas de excelente calidad basados en una técnica que, últimamente, no brilla demasiado: el guión. Un texto que Gyllenhal, Maguire y Portman convierten en una delicia de factura escénica. El trío central da un recital de talento, empatía y pasiones encontradas absolutamente estremecedor. Sin olvidar a las niñas –personajes siempre presentes en el cine de Sheridan- que parecen adultas enmascaradas en infantas. Sensacionales.

Lo más probable es que si tienen un hermano ya sepan que ser Caín o Abel es fruto de las circunstancias. Nunca fuimos el bueno y el malo, aunque otros lo creyeran así. ‘Brothers’ ahonda en esa complejidad tan maravillosa que nos convierte en frágiles humanos. Una película que se desvincula de los tópicos y los prejuicios gratuitos que, estoy seguro, les pinchará.

Abel, antes del momento fatídico, le preguntó a su hermano por qué le odiaba tanto. Caín, dolido, respondió: “Si yo no fuera el malo, nadie sabría lo bueno que eres”.