Following

Por fin he zanjado todas mis deudas con Christopher Nolan. Era un tanto hipócrita por mi parte defender a capa y espada toda la obra del director de ‘Origen’ sin haber visto su primera película, ‘Following’. Y ahora que he cumplido, puedo afirmar con seguridad que no hay un solo trabajo de Nolan que me disguste. De hecho, en general, me fascina el derroche de inteligencia, elegancia y manipulación que ejerce sobre los espectadores desde que empezó a escribir historias.

‘Following’ es una película de 66 minutos, estrenada en 1998, con una poderosa capacidad de predicción. Es inevitable encontrar en la paranoia de su protagonista una similitud brutal con la sociedad actual de las redes sociales, el Facebook, el Twitter, los amigos y los seguidores. A saber: Un joven sin nombre explica cómo empezó a seguir gente por la calle, como un vicio o un hobby, por el mero placer de saber cómo son, qué café toman, cuándo se despiertan o dónde compran el pan. Sin embargo, el film, como años más tarde nos explicaría en ‘El truco final’, es un ingenioso malabarismo visual con el que capta nuestra atención para conseguir el prestigio del mago ante su público.

Otras premoniciones de ‘Following’ vienen por ciertos detalles de guion que funcionan como trailers de sus siguientes películas: la ‘batseñal’ grabada en la puerta del protagonista o el nombre de uno de los sugerentes personajes secundarios de la cinta, Cobb, el mismo que portaría Leonardo DiCaprio en ‘Inception’. Y el juego del montaje, a través de Flashbacks y flashforwards, es la antesala de ‘Memento’.

Les subrayaba lo de ’66 minutos’ porque me parece fascinante lo que este señor es capaz de narrar en tan poco tiempo. Imaginen lo que nos tiene preparado en los 165 minutos de ‘El Caballero Oscuro: la leyenda renace’. Y, por cierto, no sé si soy el primero en advertirlo, pero ayer curioseando en el ‘International Movie Data Base’ (www.imbd.com) me encontré con que Nolan ya ha anunciado un proyecto, aún sin título, para 2015: ‘Untitled Batman Reboot’. Ahí lo llevan.

¿Por quién llora Batman?

Tu valía como héroe no es más que su valía como villano. Existe una íntima relación entre buenos y malos. A veces, la delgada bisectriz que separa ambos lados no es más que una viñeta compartida por un diálogo, de manera que no es fácil saber quién es quién. De hecho, puede que ambos, según la página que les toque, ocupen un rol u otro. Piensen en su oficina. O en su propia familia. O en sus compañeros de clase. O en el tipo que pedalea con usted en el gimnasio. La rivalidad nos define, nos completa. No es odio, ni mucho menos amor. Es otra cosa que fluye entre los personajes, entre nosotros, enriqueciendo la experiencia.

Puede que les parezca una perorata demasiada lírica para el momento del que les quiero hablar, pero a mí me resultó terriblemente fantástico. Durante los premios MTV Movie Awards, pusieron un pequeño vídeo en homenaje al Joker de Heath Ledger, en ‘El Caballero Oscuro’. Entre los asistentes al evento estaba Christian Bale, el rostro de Batman. Un rostro desenmascarado que, sin tapujos, rompió a llorar al ver y recordar la triste despedida de su amigo.

Y yo no pude evitar ver a Batman llorando por el Joker. Y, por favor, no lo tomen como una niñería o un comentario frívolo. Ambos encarnan a dos personajes con una poderosa mitología a sus espaldas. La oscuridad intrínseca de Batman siempre ha ido acompañada de una duda razonable: ¿Es un héroe o es un loco que se toma la justicia por su mano?, ¿el fin justifica los medios? Estas preguntas, perfectamente plasmadas en la saga de Christopher Nolan, dibujan una imagen que se resume en ese diálogo entre el raciocinio del murciélago y la locura del guasón: “Tú y yo somos iguales”, dice el Joker; “no, no es cierto”, responde Batman; “sí, Batman, tú me completas”.

Batman no fue capaz de matar a su archienemigo. Le encerraba una y otra vez en Arkam, esperando, sin querer admitirlo, que volviera a la calle. Porque su presencia, en realidad, le hacía más que un héroe. Le hace leyenda.

El truco de Tesla

Hacía mucho tiempo que no pillaba una película en la tele con tantas ganas: ‘El truco final’ (Christopher Nolan, 2006). No la había vuelto a ver desde que se proyectara en el cine y, la verdad, quería confirmar si la positiva sensación que tenía de la cinta era justificada. Y sí, terminé encantado con el trabajo de Nolan, me apasiona su forma de contar historias. Pero recuperé dos conclusiones que tenía guardadas en la papelera de reciclaje:

La primera es el problema tan enorme que sufre la película ante espectadores sabuesos. Ya saben, esos que disfrutan imaginando qué es lo que va a pasar. O que revelan a voz en grito un chispazo de genialidad que tiene pinta de terminar sucediendo. A mí me pasó con ‘El truco final’. Y la culpa la tiene el fantástico monólogo de con el que arranca Michael Caine: “Todo truco de magia tiene tres partes: la presentación, el desarrollo y el prestigio”. Sus palabras resonaron en mi cabeza como si fueran un reto personal a descubrir el truco antes de tiempo. Y lo hice. Demasiado rápido. Y me pasé el resto de la proyección corroborando mi teoría que, paso a paso, desprestigiaba mi diversión… Aunque, lo cierto es que el final, el final-final, no lo esperaba. Siempre pensé que eso era lo que Nolan quería conseguir con los espectadores como yo: “no sois tan listos”.

La segunda es un comentario que dijo Antonyo, un amigo, nada más salir de la sala: “Quiero una película de Tesla”. Era cierto. Los personajes que interpretan David Bowie y Andy Serkis son una especie de Sherlock y Watson del oscurantismo científico, dos antihéroes carismáticos que despiertan la imaginación con un infinito mundo de posibilidades. ¿Se imaginan una película que narrase el duelo entre Tesla y Edison por conquistar la energía?

Hace poco leí ‘Yo y la energía’ (Editorial Turner), un libro que contiene dos textos hasta ahora inéditos en castellano escritos por el propio Nikola Tesla. Cuanto más sé de él, más creo que sería el personaje idóneo para el primer spin-off de Christopher Nolan. Además, ¿no sería genial ver a David Bowie protagonizando el guion?

Dark Knight Rises

El año pasado, Christopher Nolan nos presentó una película para la que no había sinopsis posible: ‘Origen’. Pasamos meses y meses leyendo un escueto párrafo que hablaba de no sé qué ladrones de sueños, una paranoia que no conseguíamos ordenar con un sentido lógico pero que atrajo nuestra atención sin remedio. Después nos mostró una poderosa imagen de una ciudad doblándose sobre sus ejes, a los pies de Leonardo DiCaprio, y nos cautivó por completo.

El estilo de Nolan puede o no gustar, faltaría más. Lo indiscutible es que el director de ‘Memento’ ha cultivado una impronta original que impregna toda su obra, convirtiéndole en uno de los artistas más emblemáticos del momento. Uno de sus grandes triunfos reside en su trabajo con Batman -éxito que solo puede comprender y compartir Tim Burton- y en su particular visión del héroe de Gotham. Lejos de las bazofias modernistas de ‘Batman Forever’ y ‘Batman y Robin’, la reinvención de la franquicia convirtió la vida de Bruce Wayne en una tragedia humana, comprensible, y al nacimiento de Batman en una respuesta lógica para un mundo caótico.

El caos y la locura, representados por el magistral Joker del tristemente fallecido Heath Ledger, chocan contra el maquiavélico orden establecido por el Ras al Ghul de Liam Neeson. Ambas ideas, caras de una misma moneda, culminarán con ‘The Dark Knight Rises’, el cierre de una trilogía que, tal vez, sea la mejor interpretación del mundo del cómic en la gran pantalla.

Ayer, como ya sucediera con ‘Origen’, Nolan nos cautivó con un póster implacable, que no muestra nada pero lo dice todo. Aún nos queda un año para ver el resultado final; nos conformaremos con el trailer que está a la vuelta de la esquina.

Tom Hardy, Charles Bronson

Charles Bronson y Tom Hardy. Lo más probable es que el primer nombre les sugiera un bigote con sombrero buscando bronca. El segundo, quizás, no les diga nada. Pero la explosiva combinación de ambos me ha confirmado una sospecha: estamos ante un actorazo que dará mucho de qué hablar. Tom Hardy es uno de los pocos ingleses -comparado con la ingente cantidad de actores que no consigue salir de la isla- que disfrutará las mieles de Hollywood en todo su esplendor. Le conocen, aunque, como les decía, puede que no lo sepan: ‘Rock´n Rolla’, ‘Layer Cake’ y, claro, ‘Origen’.

Me fío de Christopher Nolan. No solo considero que es uno de los directores más creativos del cine contemporáneo, sino que, además, ha sabido cosechar un círculo de amistades muy fiel. Sus intérpretes han ido de una a otra historia, dejándose guiar por su mano: Christian Bale, Joseph Gordon-Lewitt, Ken Watanabe, Michael Cane, DiCaprio, Jackman… Todos forman una especie de ‘club de privilegiados’ que vuelven una y otra vez a los mundos de Nolan. El último en llega, Tom Hardy.

Después de su incursión en el mundo de los sueños y las peonzas infinitas, Hardy será ‘Bane’, uno de los enemigos de Batman en ‘The Dark Knight Rises’. El personaje es un amasijo de músculos, una bestia bruta que, en los cómics, rompió la espalda del héroe de Gotham. Los fans, alarmados ante la noticia, se echaron las manos a la cabeza: “¡Pero si es demasiado pequeño!”

A todos ellos les recomiendo que vean ‘Bronson’ (2008), la historia real del preso más caro de la historia del Reino Unido, conocido por todos bajo el pseudónimo de Charles Bronson. En serio, hace un papel espectacular: violento, enorme y, de una manera bizarra, entrañable. La película, por cierto, no llegó a estrenarse en España.

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