Con derecho a roce

Hay tantas formas de perder el tiempo de manera gratuita que es curioso que decidamos pagar en masa para ver una película que, además de aburrida, es desesperante. ‘Con derecho a roce’ trata de un chico y una chica que eligen chingar como conejos sin dejar que los sentimientos se entrometan entre las sábanas. Si es usted humano, ya sabe cómo empieza, cómo sigue y cómo termina la mal nombrada ‘comedia’. Pero claro, es más que probable que, aún siendo consciente del desastre que se le viene encima, decida ir al cine porque le gustan las pelis romanticonas. Lo siento, está a punto de tragarse un mojón memorable.

¿El consuelo? ¡Que somos muchos -muchísimos- los imbéciles que hemos pagado una entrada -o dos-! Efectivamente, Justin Timberlake es un chaval majo y Mila Kunis, la nueva moza de moda. Correcto. De hecho, pueden llegar a caer bien en pantalla. Pero el guion está tan sumamente manido, los chistes son tan limitados y la duración tan abusiva, que terminarán aborreciéndoles. Es más, me resulta curioso que ambos protagonistas se rían de los tópicos de las comedias románticas del cine cuando ellos cumplen, a rajatabla, con todos.

Si Will Gluck (‘Rumores y mentiras’) se hubiera centrado en la parte sexual del asunto, con una cinta en la que Timberlake y Kunis no salieran de la cama, por lo menos nos hubiera alegrado el día. Pero el director intenta copiar, con descaro, el éxito cosechado por ‘Amor y otras drogas’, en la que Edward Zwick utilizaba la misma idea del “follamigos” con dos grandes excepciones: lo hizo con actores y con una historia que combinaba humor y drama con sutileza.

Es tan lamentable el intento final de convertir un guion insalvable en una peli con mensaje, que si no era suficiente la irritación de dos horas con el culo planchando la butaca sin esbozar una sonrisa, ahora teníamos que descubrir que ‘Con derecho a roce’ tiene un mensaje tan profundo que Terrence Malik está preparando el remake.

No lo hagan. Hay tantas formas de perder el tiempo…