Cowboys & Aliens

Con una premisa tan arriesgada -que roza el absurdo y la pamplina- como mezclar a John Wayne con el mismísimo Depredador, hay que ser muy atrevido -o muy ignorante; ambos conceptos coinciden tantas veces que qué sé yo- para hacer la siguiente declaración: ‘Cowboys & Aliens’ me gustó. Me lo pasé como un enano blandiendo su hacha en pitufilandia. Dos horas de entretenimiento que no engañan ni prometen algo que sobrepase sus más que evidentes límites narrativos. Y que deja una verdad que de auténtica que es, amarga: es el mejor papel de Harrison Ford de los últimos diez años.

Jake Lonergan (Daniel Craig) despierta en mitad del desierto sin recordar absolutamente nada. Ni siquiera su nombre. Al llegar al pueblo más cercano, Absolución, descubrirá que han puesto precio a su cabeza y que el temible coronel Dolarhyde (Harrison Ford) hará todo lo posible por verle entre rejas. Sin embargo, tardarán poco en encontrar un enemigo común: unas aparatos voladores raptan a numerosos habitantes del pueblo, entre ellos al hijo de Dolarhyde, lo que les obligará a apuntar con sus revólveres al mismo objetivo.

El mayor éxito de su director, Jon Favreau (‘Iron Man’), es que pasen los minutos y que la mezcla no nos haga poner esa cara de angustia que nos sale cuando escuchamos una canción de Justin Bieber y chupamos un limón -con la canción bastaba-. Craig y Ford, suficiente atractivo como para asegurar su éxito en taquilla, forman un buen dúo protagonista al que pone color Olivia Wilde (‘House’, ‘Tron 2’).

Por lo demás, no tiene una gran historia, una buena dirección, personajes memorables o una fotografía embaucadora. Pero, en conjunto, no falla. Por hacer el símil gastronómico, digamos que no es un plato que encontrarían en el menú de su restaurante favorito. Sin embargo, sí es esa hamburguesa que, de vez en cuando, se comen encantados de la vida. ¿Es comida basura? Sí, supongo. Pero qué bien sienta.

Serenity, cowboys del espacio

Antes -mucho antes- de que ‘Cowboys and Aliens’ llegara a ser un guion de Hollywood, existió una serie de televisión que conquistó, sin remedio, a todos sus espectadores: ‘Firefly’ (Joss Whedon, 2003), una mezcla de ‘Star Wars’ y ‘Grupo Salvaje’ en la que una tripulación de rebeldes armados con revólveres y vestidos con sombreros y chalecos del viejo oeste surcaban el espacio como contrabandistas a bordo de la legendaria nave ‘Serenity’.

Y sí, nos conquistó a todos los que la vimos. El problema es que no éramos muchos y la dictadura de la televisión ordenó su ejecución. La muerte prematura de la serie de Whedon no impidió que sus fans -fervientes movilizadores de masas y creadores de opinión- crearan su propia rebelión: lanzaron una campaña de recogida de firmas para que ‘Firefly’ volviera a emitirse. Fue tal el éxito del boca a boca, que la productora decidió que no se podía desperdiciar el impulso que había nacido del propio público y dieron a Whedon otra oportunidad. Pero no en la televisión, en el cine.

La película se estrenó en 2005 con el título de ‘Serenity’. El director escondió un sentido mensaje de agradecimiento a los fans que habían conseguido que sus personajes salieran del triste olvido: “No puedes parar la señal”, frase que pronunciaba un gurú de las comunicaciones al esquivar, con habilidad, la censura creada por el terrible gobierno galáctico.

Puede que muchos vean en Harrison Ford y Daniel Craig el paradigma del actor carismático. Sin embargo, Nathan Fillion, un famoso de segunda fila (ahora empieza a ganar adeptos con ‘Castle’), dotó a Malcom, protagonista de ‘Serenity’, de un poderío absolutamente envidiable. Un héroe a la altura del Han Solo que lo inspira.

Así que, ¿vaqueros y alienígenas? No es mala mezcla. De hecho, antes -mucho antes- de que ‘Firefly’ llegara a ser un guion de Hollywood, exisitó una serie de televisión que conquistó a una generación fantástica: ‘Galaxy Rangers’, ¿los recuerdan?