La Gran Familia Española

Ahora que sabemos lo que es perder, lo que es desesperar y no encontrar razones para alzar la cabeza y mirar con orgullo a nuestro alrededor. Ahora que los líderes se sientan en el banquillo esperando a que los suplentes remonten el partido, ahora, justo ahora, es cuando más necesitamos a nuestra familia. Daniel Sánchez Arévalo (‘Primos’, ‘Azuloscurocasinegro’) dibuja las dos Españas, la que siempre pierde en cuartos y la que se sabe capaz de ganar el mundo entero. ‘La Gran Familia Española‘ es un nexo entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que fuimos y lo que queremos ser, guiado por un mensaje que sobrepasa toda crisis: la herencia.

En esta fórmula alquímica de conjurar el antes y el ahora, Arévalo dirige una película en la que confluyen ‘Siete novias para siete hermano’ (Stanley Donen, 1954) y ‘Mamma Mía’ (Phyllida Lloyd, 2008). Una comedia romántica en la que no sería difícil imaginar a Ted Mosby y al resto de la pandilla televisiva de ‘Cómo conocí a vuestra madre’ entre los invitados de la boda. Porque todo gira entorno a una boda. Una boda que, contra todo pronóstico, se celebrará en la finca de la familia en el único día del año en el que Iniesta nos regaló el Mundial de Fútbol.

El éxito de ‘La Gran Familia Española’ reside en la fantástica complicidad de sus actores, espléndidos en su pequeña parcela de esta historia coral. Especial mención para el trío Roberto Álamo, Antonio de la Torre y la adolescente Sandy Gilberte -estupenda ella; su primer papel-, que protagonizan el auténtico pilar de la cinta sobre el que se sustenta el resto de relatos.

Dos ‘peros’ importantes: un exceso de ñoñería en algunas secuencias y el intento de ganarse a los más jóvenes con la escena de la boda, videoclip con demasiado regusto a hit de Youtube que coloca al espectador al borde de la negación. En cualquier caso, dos horas francamente entretenidas, cargadas de dobles intenciones y guiños esperanzadores para todo aquel que se sienta perdedor. Arrancará su sonrisa, pero, sobre todo, le emocionará su cercanía.

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El caníbal de la gran familia española

Un año más, Antonio de la Torre impregna sus trabajos de un aroma de éxito implacable. El talento del intérprete malagueño contagia los proyectos en los que se implica. Y eso tiene sus consecuencias: ‘La Gran Familia Española’ y ‘Caníbal’, candidatas españolas al Oscar. Sería injusto considerar que ambas películas han calado en la Academia sólo por la presencia del actor. Muy injusto. Pero supongo que parte del talento también es saber elegir trabajos en los que se apuesta por la calidad.

Ya saben que tengo especial predilección por Daniel Sánchez Arévalo. Me ganó con ‘AzulOscuroCasiNegro’ (2006) y me volvió a conquistar con ‘Gordos’ (2009) y ‘Primos’ (2011). Es un narrador fantástico, con un estilo personal muy marcado, de esos que con una sola secuencia sabrías identificar. Hace unos meses, cuando vio la luz su primer tráiler, aposté que ‘La Gran Familia Española’ iba a ser el taquillazo español del año. ‘Lo Imposible’ de 2013, si gustan. Por varias razones: el carisma de los actores, el acertadísimo guión con el fútbol de fondo y la consabida capacidad del director para transformar una fachada llamativa en un profundo ensayo social.

Lo de ‘Caníbal’, del almeriense Martín Cuenca, me tiene entusiasmado. Su éxito en el Festival de Toronto, la buena prensa internacional que se ha granjeado y el innegable encanto que provoca rodar en la ciudad más bonita del planeta –ejem–, convierten a la cinta en uno de los grandes estrenos del año. No me extrañaría que De la Torre fuera nominado, otra vez, al Goya al mejor actor principal por ‘Caníbal’ y secundario por ‘La Gran Familia Española’. Da igual. De este año no pasa.

Y llegamos al término clave. El que da título a esta columna: el caníbal de la gran familia española. Antonio de la Torre es un caníbal metafórico, sin duda. Pero este infantil juego de palabras es para hablar de él, del destructor de este maravilloso clan que es el cine (y los amantes del cine): el IVA. Estimadas personas que tienen en sus manos el control del ‘mayúsculas 5’. Por favor. El 21 está haciendo mucho daño. Llevamos varias semanas con una taquilla paupérrima. Venga. Por la familia. Bajemos los humos al canIVAl. Gracias.

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La gran familia española, tráiler del taquillazo nacional

Estamos tan acostumbrados a hablar de ‘blockbusters’ hollywoodienses que parece arriesgado augurar que una película española apunte maneras de ‘taquillazo’. Pero lo voy a hacer, qué demonios: ‘La gran familia española’, el nuevo trabajo de Daniel Sánchez Arévalo (‘Primos’, ‘Gordos’, ‘Azuloscurocasinegro’), va a triunfar. ¿En qué me baso? Fácil: es un gran director, sus películas son fantásticas, el elenco de actores es puro talento y, por supuesto, conjuga sabiamente la comedia romántica con la final española de la Copa del Mundo de Fútbol.

Vean el tráiler de ‘La gran familia española’ y ya me dicen. Yo apuesto.

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Primos

El concepto tiene el encanto matemático de la originalidad. Todos tienen algo que les uno pero, al final, son irremediablemente distintos. Incluso podrías enumerarlos uno a uno, por orden ascendente, como si se tratara de la respuesta a un examen. Si hacen memoria seguro que recuerdan aquellas mañanas de verano esperando a que su coche llegara con promesas de piscina, aventuras y meriendas con nocilla. Las mañanas en las que las horas previas pasaban lentas, casi a cámara lenta, mientras preguntabas al aire: “¿Cuándo llegan los primos?”

‘Primos’, de Daniel Sánchez Arévalo ( ‘Gordos’, ‘Azuloscurocasinegro’), completa el binomio que Pau Freixas comenzó con ‘Héroes’: la magia del verano. En este caso, la aventura ‘goonica’ y ochentera de los jóvenes catalanes se torna en una comedia de lugares comunes: el largo viaje al pueblo, las fiestas en la plaza, personajes que existían tres meses, amores que marcaron el después, anécdotas que se narran una y otra vez. Y, la verdad, el resultado es magnífico.

La cosa empieza con un genial monólogo de Diego (Quim Gutiérrez), en el que nos explica, con un gracejo que no le abandonará en todo el metraje, cómo le ha dejado su novia horas antes de casarse. Julián (Raúl Arévalo) y José Miguel (Adrián Lastra), sus primos, buscan desesperadamente la manera de animarle. Finalmente, deciden irse, sin avisar a nadie, a Comillas, el pueblo donde veraneaban juntos en busca de Martina (Inma Cuesta), la chica por la que Diego aún suspira.

Tiene un poco de todo: algo de ‘road movie’, un puntito ‘Resacón en las Vegas’ y un humor extraordinariamente sano. ¿El resultado? Una peli entrañable, sin peros, que ofrece exactamente lo que promete: dos horas divertidas que bailan de las sonrisa aleladas a las carcajadas que purgan el alma. Sánchez Arévalo consigue el mismo efecto que con aquellas visitas de los primos en verano: crear un buen recuerdo.

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