Lo de viajar en el tiempo siempre es divertido, por muy mala que sea la película. Y no es ‘Project Almanac’ sea un completo despropósito, pero su más que evidente intención de ser una película ‘guay’ para consumidores de los mejores videoclips de la MTV no mola nada. Y da rabia. El mismo tipo de rabia que uno padece después de ver un truño memorable como ‘Los 4 Fantásticos’ y piensa: ¿Por qué no se limitaron a hacer una película entretenida?
El primer -y más grave- problema de ‘Project Almanac’ es su estilo. Supongo que es algo personal, pero es que las películas rodadas en falso documental (en plan ‘El proyecto de la Bruja de Blair’) tienen que funcionar muy bien para que no termine con ganas de vomitar. Del mareo, digo. Personalmente, agradecería que la aventura de esta pandilla de jóvenes americanos inadaptados hubiera sido rodada al modo clásico, o mezclando los estilos. Tanta cámara doméstica, cansa.
La aventura, por otro lado, no está mal: un joven genio encuentra una cinta de vídeo en la buhardilla de su casa en la que aparecen él y sus amigos de pequeños, celebrando su sexto cumpleaños. Tras verlo un par de veces se descubre a sí mismo, con dieciséis años, en el reflejo de un espejo. Esa chispa iniciará el proceso que llevará a la pandilla a construir una máquina del tiempo. ¿Se puede cambiar el pasado? ¿Y el efecto mariposa?
Dean Israelite es uno de esos directores emergentes que se está jugando la seriedad con la que nos tomemos su talento. Su próximo proyecto es el remake de ‘Powers Rangers’, algo que dice demasiado sobre el tipo de ‘contrato’ que ha firmado con el cine de Hollywood. Un cine, a priori, diseñado para verse en casa. ‘Project Almanac’ es una buena opción para un domingo después de comer.