Código Fuente

Yo soy de soñar. Y de recordar lo que sueño. Siempre lo consideré un don. Por la mañana, nada más abrir los ojos, me concentro para reescribir en un lenguaje descifrable lo sucedido a lo largo de la noche. A veces, no sé si les pasa, sueño con algo tan increíble que me digo a mí mismo: “estoy soñando”. Acto seguido, con sonrisa de Cheshire, intento aprovecharme de la situación. Aunque, en realidad, nunca lo consigo.

La primera escena de ‘Código Fuente’ (Duncam Jones) consiguió retraerme a uno de esos sueños que sabes que estás soñando pero que, por alguna extraña razón, decides soñar. No necesité ninguna explicación científica o racional para empatizar con Colter Stevens (Jake Gyllenhaal), un ser ajeno en un mundo ¿irreal? que decide seguir el juego del reto onírico en el que ha despertado.

Hablar del argumento de la película es arriesgarse a dar una pista innecesaria que podría estropearles la diversión. Es, quizás, como si mirase de reojo al mayordomo al empezar una obra de teatro de Agatha Christie. De hecho, ‘Código Fuente’ es un thriller que les mantendrá en tensión durante los 90 minutos de metraje (la duración es un acierto; ni más ni menos), haciendo cábalas sobre los personajes que rodean a la obra: ¿quién es el asesino? ¿Quién es en realidad Colter? ¿Qué pasa al otro lado?

Duncam Jones demostró su fabuloso manejo de la narrativa de ciencia ficción en ‘Moon’, la pequeña joya con la que se dio a conocer. En esta ocasión da el salto a un cine más comercial y accesible a todos los públicos, a una de esas películas que pasan de boca en boca y que terminará por llenar las salas con un espectador agradecido. ‘Código Fuente’ no es una obra maestra, pero les aseguro que no les aburrirá.

Moon

Sabemos que es el futuro, pero tampoco tenemos muy claro si se trata de días, meses o años. El caso es que el astronauta Sam Bell (Sam Rockwell) lleva casi tres años en una estación espacial en la Luna, trabajando en una excavación para sacar unos minerales muy codiciados en La Tierra. A pocos días de la llegada del relevo que le permitirá volver a respirar aire libre en compañía de su mujer y su hija, sufre un accidente que lo cambia todo.

Duncam Jones recibió el premio a mejor director novel en los Bafta por ‘Moon’, una película de ciencia ficción que sustituye los trucos de ordenador por ideas refrescantes. La película es prácticamente un monólogo de su protagonista, un Sam Rockwell en estado de gracia que conversa con su nave y confidente, Gerty, a la que pone voz Kevin Spacey.

Rockwell (que pudimos verle en ‘Frost/Nixon’, ‘El asesinato de Jesse James por el cobarde John Ford’ o ‘Confesiones de una mente peligrosa’, con la que ganó numerosos premios al mejor actor por todo el mundo) elabora un personaje, a priori, simple. Un borrego que sigue los pasos que le dicta su empresa, sin cuestionar el siguiente. Sin embargo, minuto a minuto, Sam pasa por todos los estados imaginables del ser humano, convirtiéndose ‘Moon’ en una prueba de casting sobresaliente para el actor.

De hecho, la película funciona como un escenario de teatro. Un lugar donde puedes palpar la calidad de un actor por sus gestos, sus palabras y su intención, más que por el traje espacial o las animaciones CG. Las sensaciones cobran protagonismo y se convierten en la base de un guión tremendamente fácil de destripar con una sola frase. El final, quizás previsible, no tendría sentido si el proceso de evolución de Rockwell no fuera tan devastador. Tan dramático.