Ya no hay duda, estamos en crisis. Algo va muy mal en el mundo cuando juntas a Robert de Niro y a Edward Norton en una película y no sale algo aceptable. Mínimamente aceptable. Ridículamente aceptable. ‘Stone’ es, desde el primer al último minuto, una tortura. Un tostón. Un despropósito de dimensiones celestiales.
John Curran, el director, no hace honor a su apellido y no pone orden en ningún momento a una historia que se desparrama por todos sus fotogramas. Jack (De Niro), es un funcionario de prisiones encargado de analizar la posible libertad condicional de Stone (Norton), un tipo que lleva ocho años encarcelado por participar en el asesinato de sus abuelos. Sin embargo, el preso tiene un supuesto plan oscuro con su novia (Milla Jovovich), que, desde fuera de los muros, intentará convencer a Jack con todas sus armas de mujer.
De hecho, si podemos agradecerle algo a la película es las absurdas escenas de sexo salpicadas cada dos por tres en las que la bella Jovovich presume de cuerpo. El resto intenta ser un relato sobre el perdón, la culpa y la facilidad con la que el hombre cae en el pecado -en el sentido más religioso de la palabra, de hecho, la cinta parece una mala catequesis para adultos-.
Antes de ir al cine un amigo me dijo que le había parecido un rollazo de película. Yo no le hice caso y pensé: “Vamos, carajo, son Robert de Niro y Edward Norton. ¿Qué puede salir mal?”. Bien, tómenme como ése amigo que les advierte: esto es una m…