El espejismo del Oscar

En las últimas semanas he presenciado varias conversaciones que terminaban con la misma idea: este año no hay grandes candidatas al Oscar. Es curioso que en el curso en el que más españoles se han animado a ir al cine, sea tan fácil escuchar eso de «no se merece tantos premios». Si hacemos un estudio pormenorizado de las ‘mejores’ películas del año (o, al menos, las más nominadas), es cierto que no hay ni un solo título que unifique la grandeza en todos sus aspectos.

Ayer, por ejemplo, hablando de las candidatas, percibí que la que más gustaba era ‘The Imitation Game’. Excelente película pero que no es, ni de cerca, la favorita. Sí lo son ‘Birdman’ y ‘Boyhood’, ejercicios muy originales que distan de ser ‘ese’ film que unifica a público y crítica. Tampoco lo son ‘Whiplash’ o ‘La teoría del todo’, ambas preciosas. Hay, sin duda, un importante vacío de pasión.

¿Cómo lo ven ustedes? ¿Creen que hay alguna nominada que encandile a todos por igual, que despierte pasiones cinéfilas, que haya generado una expectación perdurable en el tiempo? Aún me quedan unos días para cerrar mi particular porra para los Oscar pero, si fuera por mí, que gane ‘El Gran Hotel Budapest’. Su derroche de imaginación sigue siendo de lo que más me ha divertido este año.

Al otro lado, más allá de los premios, lo cierto es que de 2014 creo que la película que más me ha llegado es ‘Interstellar’. De hecho, si tuviera que anotar en una lista las cintas que dentro de unos años seguirán generando interés, la de Nolan estaría la primera. Es lo que tiene la ciencia-ficción, mejora con el tiempo.

Les devuelvo la pelota, ¿cuál es la película que no olvidarán de 2014?

Seis claves de los Globos de Oro: de Eddie Redmayne a Frank Underwood

Uno. Eddie Redmayne. Ha conseguido lo mismo que Benedict Cumberbatch con ‘The Imitation Game’: tiene toda mi atención. Muero en ganas por ver ‘The Theory of Everything’ y su versión de Stephen Hawking. Ahora bien. Desde la primera vez que le vi (en la serie Los Pilares de la Tierra, si no me equivoco) pienso que tiene una cara extraña, como si fuera un anciano milenario encerrado en un cuerpo artificial que hay que regar por las noches. Es raro.

Dos. True Detective es la gran perdedora, no de los Globos de Oro, del año. La serie ha contado con la complicidad de crítica y espectadores, pero, finalmente, no se lleva nada. Sí lo hacen ‘Fargo’, que prometo empezar a ver esta semana, y ‘The Affair’, que consolida la rumorología: es el pelotazo de la temporada.

Tres. Kevin Spacey está por encima. Gana el Globo de Oro a mejor actor y se da el gusto de cerrar sus agradecimientos interpretando a Frank Underwood: «Esto es el comienzo de mi venganza». Personaje y actor merecen todos los halagos. Es de lo mejor de los últimos años.

Cuatro. Dos evidencias: ‘El Gran Hotel Budapest’ y ‘Cómo entrenar a tu dragón 2’. Dos joyitas que merecen todas las estatuillas que se inventen.

Cinco. Para los Oscar: la paciencia de Richard Linklater con ‘Boyhood’ gana el primer round a la inspiración de Iñárritu con ‘Birdman’. Un duelo muy interesante al que, parece, no hay tercer invitado.

Seis. Uno de mis comentarios favoritos de la noche, de Tina Fey: «George Clooney se casó con Amal Alamuddin. Amal es una abogada que defiende los derechos humanos, que ha trabajado en el caso Enron (la quiebra de una empresa de energía estadounidense), como consejera de (el exsecretario general de la ONU) Kofi Annan en Siria, y fue elegida una de las tres personas que integraron una comisión de la ONU sobre crímenes de guerra en la franja de Gaza. Bueno, pues esta noche su esposo recibe un premio a su trayectoria profesional».

 

72nd Annual Golden Globe Awards - Press Room

7 lecciones de los Globos de Oro

Las nominaciones a la 72 edición de los Globos de Oro dejan una serie de certezas, quizás curiosidades, que bien merecen un subrayado. A saber:

1.- Hay dos nombres inesperados: Jennifer Aniston y Steve Carell, dos intérpretes que han forjado sus carreras al amparo de la comedia televisiva (‘Friends’ y ‘The Office’) que entran, con dos dramas, en la lista de lo mejor del año.

2.- Boyhood escribe una línea más en su mito cronológico. El que es, probablemente, el viaje en el tiempo más realista de la historia del Cine, consolida su estatus de ‘meta-película’. Es difícil que termine la temporada sin alguna que otra estatuilla en su vitrina.

3.- Sin embargo, mis apuestas para los grandes premios se centran en otra película que, sin haber visto, me genera un interés supremo: ‘Birdman’, de Iñárritu. Es una lástima que tengamos un atención mediática global pero un sistema de distribución de cine aislado de toda actualidad. Debería prohibirse tanta dilación entre el estreno en Estados Unidos y en el resto de países.

4.- Casi había olvidado lo magnífica que es ‘El Gran Hotel Budapest’. Le deseo lo mejor a Wes Anderson.

5.- Bill Murray es mucho más que un actor carismático que cae bien. Es un actor mayúsculo que, cada cierto tiempo, se reinventa como el ave fénix para darle un bofetón a prejuicios y estereotipos. No sólo está nominado por ‘St. Vincent’ en cine, también en televisión con ‘Olive Kitteridge’.

6.- Otro nombre: Uzo Aduba. La actriz da vida a Crazy Eyes en ‘Orange is the New Black. Un papel tan único y fascinante como el hecho de que la hayan nominado. Me alegro.

7.- Y por último, el lamento tópico y típico que, parece, no tiene remedio: ‘Interstellar’ sólo cuenta con una nominación, la banda sonora de Hans Zimmer. La ciencia-ficción es un género maldito.

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El Gran Hotel Budapest, un huésped atemporal

Un prólogo como un chasquido de hipnotista y, bualá, está usted inmerso en el rico imaginario de ‘El Gran Hotel Budapest’. Una película que inunda todos los sentidos, que agarra el espíritu y maravilla en forma y fondo. Un relato complejo y maravilloso, repleto de carisma, que convierte a dos sencillos perdedores en héroes de un mundo imposible. Qué bonita es, de verdad.

Wes Anderson inventa una Europa alternativa coronada por una institución de la educación, el estilo y clase: ‘El Gran Hotel Budapest’. Guiado por los escritos de Stefan Zweig, el director nos presenta a Gustave H. (Ralph Fiennes) y Zero (Tony Revolori), dos personajes que nacieron para compartir escena, como Sherlock Holmes y John Watson; como Butch Cassidy y Sundance Kid; como Woody y Buzz Lightyear.

Una complicada herencia implicará a Gustave, el director del Hotel Budapest, en una trama de traiciones, asesinatos y robos, que le obligarán a vivir una épica aventura donde humor, suspense, acción y fantasía se mezclan con toda naturalidad. El film de Anderson es un triunfo de la imaginación donde, al igual que en el Budapest, se cuida hasta el más mínimo detalle. Por ejemplo, el hecho de que el formato de la imagen cambien en función de la época que se nos esté narrando. O, también, la riqueza visual de cada plano que hace brillar aún más el talento del extraordinario elenco de intérpretes (desde Harvey Keitel hasta Bill Murray, pasando por Edward Norton, Saorsie Ronan, Owen Wilson, Willem Dafoe…).

En el centro de todo, en el origen de la creación, el hombre: Ralph Fiennes. Un personaje inconmensurable, de esos que tratan con educación a sus enemigos, recitan poesía siempre que hay oportunidad y, si es necesario, se baten en duelo por su honor y el de su cuadrilla. Fiennes es el cuerpo y Anderson la mente. Un juego perfecto que brilla por encima del medio, por encima del cine: ‘El Gran Hotel Budapest’ es una metáfora del Arte, de la creación, de la risa, del carisma, de la educación, de todo lo que, cada vez, importa menos.
Una de esas películas que quieres ver una y otra vez, a lo largo de tu vida, como el viajero que regresa al hotel cada cierto tiempo. La vería por su belleza formal. Por su infinidad de lecturas. Por Gustave y Zero. Porque me hace mejor persona. Y porque es rematadamente divertida.

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El Gran Hotel Budapest, lo feliz del arte

Las grandes hazañas son patrimonio de los perdedores. De aquellos a los que miramos como estatuas de sal plantadas en la rutina, portadores de normalidad que no pintan titulares ni tertulias de la tarde ni espadas en el congreso. Esos hombres y mujeres honrados y nobles que cada día madrugan para trabajar al servicio de otros. Aquellos que, como Gustave H (Ralph Fiennes), protagonista de ‘El Gran Hotel Budapest’, glorifican su vida, en cuerpo y alma, a una vocación sincera.

¿Puede hacerte una película feliz? Feliz. En su sentido más amplio: sonrisa orgullosa, espíritu henchido, mente abierta, música en las piernas. ¿Puede conciliar admiración formal, reflexión filosófica, entretenimiento fascinante, purga de humor y belleza artística? Una belleza limpia, extraordinaria, repleta de un talento que impregna la música de imágenes y viceversa. Una belleza que sólo el cine bien entendido, el cine como compendio de artificios, puede generar sin abandonar la butaca. Una belleza de autoría indiscutible: como las pinturas de Goya, el sonido de Lou Reed, la estética de Tim Burton o el humor de Chaplin.

‘El Gran Hotel Budapest’ es la obra máxima de Wes Anderson (‘Moonrise Kingdom’, ‘Life Aquatic’). Palabras mayores. Es una película maravillosa, carismática y encantadora que, desde su prólogo, una pequeña oda a los contadores de historias, concentra todos sus esfuerzos en complacer al espectador. Es como si nos colásemos en el taller de un pintor y viéramos, pincelada a pincelada, cómo brota el color de un lienzo en blanco.

Estoy deseando contarles más sobre la aventura de Gustave y Zero (Tony Revolori), la inolvidable pareja protagonista que ya forma parte de los grandes dúos cinematográficos de la historia. Ambos regentan el Gran Hotel Budapest para servir, con vocación férrea, a sus huéspedes y a todos los que decidan pasar por allí a escuchar la historia que esconde el ‘Niño con Manzana’.

Podría escribir durante todo el año de la última película de Wes Anderson. No sé cuánto duraré. Pero, les aseguro, que el resto de 2014 estará en perenne comparación con ‘El Gran Hotel Budapest’.  Me ha hecho tan feliz, que no quiero que se la pierdan…

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