El hombre de al lado

Hay pequeños placeres cotidianos que convierten un día rutinario en una sorpresa memorable. No sé si tuvieron la suerte de ver en el cine de su barrio ‘El hombre de al lado’, una comedia argentina que pasó casi desapercibida por nuestras carteleras y que, sin embargo, es una de las películas más auténticas de los últimos meses.

Los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat dirigen una cinta que combina a la perfección humor inteligente, fina ironía vestida de modernidad y una durísima crítica al hermetismo de la era de las nuevas tecnologías de la -subrayen- comunicación. Un afamado diseñador vive en la única casa que el ilustre arquitecto Le Corbusier construyó en toda América. Su hogar es un tesoro artístico que llama la atención de turistas, estudiantes y vecinos. Su tranquila y ordenada vida con su mujer y su hija se verá alterada con la llegada de un nuevo vecino, Víctor (Daniel Aráoz), que decide construir una ventana en un muro interior del edificio.

La relación a través de la ventana entre el diseñador y Víctor es el eje de una película que encandila con cada diálogo, con cada nuevo plano de la ventana, y que consigue arrastrarnos por una historia repleta de matices; de verdad. Aráoz convierte a su personaje en mucho más que un vecino histriónico y a la película en mucho más que cine.

‘El hombre de al lado’ es casi un ensayo científico de las relaciones y de las perversiones humanas. Una acertadísima reflexión de lo fácil que nos resulta despreciar lo ajeno y sobreponer lo propio. Y, desde luego, nunca una ventana dio tanto juego desde Hitchcock.

Como les decía, un pequeño placer que pasó de largo, casi sin saludar, que merece la pena salir a buscarlo a la calle. Al videoclub. O a donde les plazca.