El cine define al padre

La pregunta es sencilla, la respuesta, no tanto. El concepto de padre tiene tantos adjetivos y verbos adheridos a la palabra, que es difícil pronunciarla y no crear, en una milésima de segundo, un complejo mural de recuerdos propios y ajenos. El cine, por supuesto, aporta grandes dosis de emoción a la respuesta:

¿Qué es ser padre? Padre es inventar un juego de habilidades insondables y misterios enrevesados en un campo de concentración nazi. Es ser capaz de mostrar que detrás de la mayor de las tristezas hay una mota de luz por la que merece la pena soportar lo indecible. Es colarse en una garita y cantar a los cuatros vientos que has soñado toda la noche, que siempre cuidarás de lo imposible, que en el peor momento, en la despedida más final, serás capaz de bailar como un payaso para que las lágrimas se derramen, sin remedio, sobre una sonrisa. La vida es Bella.

¿Que qué es ser padre? Padre es ser un buen bardo. El cuentacuentos capaz de convertir las historias en medicina para el alma. El mito de una vida improbable pero más cierta que ninguna. Inspiración constante en el tecleo de un hijo que busca en su propia historia la historia que guía a la Historia. Es el reflejo de uno mismo en el tiempo: presente, pasado y futuro. Big Fish.

¿Que qué es, además, ser padre? Padre es el rey que carga con la cría hasta lo más alto de la más alta montaña y, desde las alturas, enseña a vivir. Es el portador de la herencia y el preparador de la adversidad. Es el reflejo que dibuja en las estrellas un retrato protector que marca y ordena la vocación más original. El Rey León.

¿Que qué es, por último, ser padre? Padre es una sorpresa inesperada. Una revolución para la narrativa, un disco que sigue girando en formatos de última generación. El Imperio Contraataca.

Mi película de nacimiento

Unos creen en el horóscopo, en las confabulaciones interestelares y en la causalidad de los meses. Otros en la cosmología china, en las ramas de romero de las gitanas y en las líneas de la mano izquierda. Así que no me miren con cara rara cuando les diga en qué he empezado a creer yo: la película del nacimiento. Resulta que el bueno de Lens (que sigue triunfando en librerías con su ‘Café-Bar Cinema’, altamente recomendable) propone en su blog, Pateando el Mundo, el siguiente juego: buscar el film que arrasaba en taquilla el día que empezamos a mamar.

De primeras le presté la atención justa. Pero entonces, vi las películas que coincidían con Lens (dos del Oeste; él es muy del Oeste) y su posterior reflexión: “¿Pensáis que es casualidad o que este hecho, aparentemente casual, explica más cosas que el mismísimo Horóscopo Chino, trufado del Zodíaco y con tintes de la Profecía Maya?”

La curiosidad me pudo y me lancé a la página de la wikipedia en cuestión para ver cuáles eran mis películas. Todavía alucino, dos títulos dominaban con diferencia: ‘E.T. el extraterrestre’ y ‘El Imperio Contraataca’. ¿Y si toda mi vida friki, fílmica y narrativamente fantástica viene predestinada por la cartelera de aquel día?

Casualidad, pensé. Pero entonces repetí el experimento con otras personas y, llámenlo sugestión, llámenlo destino, las coincidencias con los caracteres era extraordinarias. Venga, sean sinceros, ¿no les despierta curiosidad saber cuál era la película de su nacimiento? Pueden jugar con nosotros y compartir los resultados en los comentarios. Ees muy rápido, fácil y, quién sabe, tal vez les descubra algo nuevo sobre el origen de su personalidad.

La espada de Darth Vader

Me fascinan las espadas. Eso es así desde que tengo memoria. Siempre creí que transportan cierto halo de nobleza, honor y valentía. De Justicia. Cuando era pequeño me dio por pedir una espada a los Reyes Magos. Y así estuve unos cuantos años, esperando con paciencia. Pero fue mi amigo Pepe el que me sorprendió un día con un “anda, toma y calla”. Me hubiera encantado practicar esgrima y presentarme con orgullo como espadachín profesional, a su servicio. Pero aquí me tienen.

Luke Skywalker y Darth Vader fueron dos de los principales culpables de mi pasión por las espadas. Cuántas veces repetiría -corriendo por el pasillo de casa o con las figuras de Hasbro- el duelo del Imperio Contraataca en el que ambos enemigos quedan enfrentados a una verdad que supera cualquier virtuosismo con el sable láser.

Bob Anderson murió el primer día de 2012, con 89 años. El bueno de Bob cayó en el más oscuro anonimato por decisión de George Lucas: “Para la historia habrá dos nombres, David Prowse y James Earl Jones, el cuerpo y la voz de Darth Vader”. Pero Mark Hamill decidió repartir justicia a mandobles durante una entrevista: “Bob Anderson fue el hombre que luchó como Vader. Se suponía que debía ser un secreto, pero le dije al director que creía que no era justo. Bob trabajó muy duro y merece ese reconocimiento. Es ridículo insistir en que el mito es fruto de un solo hombre”.

Para que conste, Anderson fue el maestro de esgrima de otras grandes historias, desde la mayoría de Errol Flynn hasta James Bond, La Princesa Prometida, La Leyenda del Zorro y, por supuesto, el Señor de los Anillos.

Y aquí estoy yo. Descubriendo el día de su muerte que Bob Anderson fue, en realidad, el coreógrafo de mis juegos infantiles. De mis sueños portando una espada, defendiendo la justicia. Equilibrando la balanza entre el bien y el mal. Touché.

Irvin Keshner

George Lucas, cuando eligió a Irvin Keshner para dirigir ‘El imperio contraataca’, dijo: “Le he escogido porque sabe todo lo que un director de Hollywood se supone que sabe… pero no es Hollywood”. Keshner era -y siempre fue- un director de segunda línea. No por su talento, sino porque su nombre nunca sonó entre las todopoderosas estrellas del celuloide.

La muerte de Irven Keshner provocó una pregunta muy repetida en todo el mundo: “¿quién?” A lo que otros contestaban: “el director de ‘El imperio contraataca’”. Y entonces llegaba la otra cara. La trascendente.

Los personajes secundarios siempre sufren en vida. Los guiones se escriben para los que anhelan el protagonismo, lo merezcan o no. Lo curioso del asunto es que Keshner, en un principio, no quiso dirigir la quinta parte de ‘La Guerra de las Galaxias’. Pero la presión de sus productores -y la importante cantidad de dinero y fama que podía ahorrar- terminó por traer la firma del artista.

Keshner, finalmente, se ilusionó con el proyecto. Tras las primeras lecturas del guión, descubrió que podría hacer mucho más que una cinta de ciencia ficción. Que tenía la oportunidad de jugar con unos personajes que ganaban en profundidad, en oscurantismo y en carisma. “Cuando termine de ver la película no habrá nadie en la sala que no se muera de ganas por ver el final”, dijo.

Objetivamente, ‘El imperio contraataca’ es la mejor entrega de la saga y, además, entra en la mayoría de las listas de las 10 mejores películas de la historia. ¿Por qué? Porque, al contrario que tantos otros episodios, se buscó la épica y no la cartera. “Lo sabía todo de Hollywood, pero no era Holywood…” Qué pena, George. Qué pena.