‘Epic: El mundo secreto’ es una extraña, original, funcional y entretenida combinación entre ‘La Guerra de las Galaxias’, ‘El Señor de los Anillos’, ‘Willow’, ‘La Historia Interminable’ y ‘Cariño, he encogido a los niños’. Blue Sky, competencia directa de Disney, Pixar y Dreamworks en esto de la animación (suyas son la saga ‘Ice Age’, ‘Robots’ y ‘Río’), ha conseguido una proeza alquímica con su último trabajo. De ver a una suerte de Wayne Szalinski (Rick Moranis) pasamos a presenciar una magnífica aventura de héroes, elegidos, hábiles pilotos y viajes redentores a montañas místicas para salvar la vida en el planeta. Personajes aterrorizados de una ‘Nada’ que amenaza con destruir todo reducto nacido de las cosas bellas; de la imaginación.
Mary Katherine viaja a casa de su padre, en mitad de un bosque, tras el fallecimiento de su madre. Allí descubre que su progenitor está completamente obsesionado con un hallazgo sensacional: un universo diminuto más allá del jardín. Un hallazgo que no ha podido demostrar y que, claro, le ha granjeado una irremediable fama de chalado. Mientras, Ronin, el líder de los Hombres Hoja, intenta convertir a Nod en un hombre de valor. Lo que no esperaban era el ataque del perverso Mandrake contra la Reina Tara en un intento de establecer un nuevo reino de terror, podredumbre y… bichos.
No es que ‘Epic’ sea ‘la’ gran película de animación. Pero he de admitir que me resultó francamente divertida. Con un acabado técnico genial (demonios, ¿cuál no lo tiene a estas alturas?), guarda guiños para todo tipo de personajes de la farándula fantástica: C3PO y R2d2 son la babosa y el caracol, Ronin es Obi-Wan, Tara es la Reina Luna, Mary Katherine hace de Willow y Nod juega a Luke, Madmartigan y Aragorn.
Película muy recomendable para niños y adultos con ganas de aventura. No pierde ritmo, no engaña, no aburre. ‘Epic’ es notable en todas sus facetas. Digamos que es el aperitivo perfecto para el gran evento del cine de animación de este año. ¿Cómo? ¿Que no sabe a lo que me refiero? Pardiez: ‘Justin y la Espada del Valor’, por supuesto.
