Las historias nos ayudan a reflexionar. Y hoy debemos hacerlo. Pueden abrir un libro, por ejemplo, ‘El corazón de las tinieblas’ de Joseph Conrad, y pasear por las brumas de un sendero inhóspito, plagado de incertidumbres y sospechas, de riesgos indefinidos a los que el capitán Marlow, inesperada imagen de usted y de mí, debe enfrentarse con paciencia, ingenio y fortaleza. El Congo se convierte en la vida que se abre camino pese a la ausencia de oro, a la penosidad del trabajo, a la deshumanización de lo humano.
Tal vez merezca la pena enrocarse en el sillón y encontrar su historia en un tablero de ajedrez, frente a un rival que le invite a meditar con sus duras embestidas de madera, vulnerable al juego del alfil. Y leer al bueno de Borges, siempre dispuesto en sus versos, en sus rimas, en sus letras escogidas más allá de la obviedad:
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
(Ajedrez, Jorge Luis Borges)
Buen día para escuchar monólogos inspiradores. Al Enrique V de Kenneth Branagh bramar a las tropas, alentarlas en su pequeñez, en sus horas bajas, alzado como el líder por el que, un domingo cualquiera, tacharías la papeleta sobre una urna de cristal. O para analizar la basura restregada por los cuatro costados del planeta con el documental ‘Inside Job’.
También hay historias en los periódicos de la mañana. En épicas como la de Martins, jugador del Granada CF que lucha por salvar la vida de su hijo entre lágrimas, pasiones y el inmenso apoyo de dos países.
Escojan su método particular y reflexionen. Busquen la musa que se esconde en las palabras, las imágenes, las viñetas, las escenas, las canciones… Encuentren la razón y afiancen un pensamiento: “yo también cuento”. Repitan una y otra vez. Y mañana, cuando vean conveniente, vayan a votar. Se les necesita.