Hay una serie de debates filosóficos que aparecen, de vez en cuando, entre cerveza y cerveza. El aborto, el matrimonio homosexual o la pena de muerte. Por ejemplo. Siempre hay alguien que, llegado el momento de la retórica más excesiva, lanza una pregunta incisiva que obliga a tomarse en serio una situación inimaginable: “¿Si te diera tanto dinero que no tendría que trabajar nunca y vivirías en la abundancia, matarías a alguien?” Normalmente tengo una posición ‘bondadosa’ -o lo que yo opino que es ser bueno- bastante asumida. Pero hay una situación que me escama y nubla mi juicio: ¿Si mataran a un ser querido, qué harías? ¿Te vengarías? Y, lo que es peor, ¿y si el asesino fuera declarado inocente cuando estás plenamente convencido de que no lo es?
‘Un ciudadano ejemplar’, dirigida por F. Gary Gray (‘Italian Job’), parte de una de esas premisas exasperantes. Clyde Shelton (Gerard Butler, ‘300’) es un honrado padre de familia que ve cómo violan y asesinan, delante de sus ojos, a su mujer y a su hija de 8 años. La policía arresta a los dos culpables, pero uno de ellos se librará de la pena máxima gracias a un trato que realiza con el abogado de Shelton, Nick Rice (Jamie Foxx, ‘El solista’). El viudo no comprenderá que se negocie con “un más que evidente asesino” y decidirá tomarse la justicia por su mano y, de paso, dar una lección al sistema judicial estadounidense.
El peligro de las películas que quieren lanzar una idea radical sobre un tema que implica directamente los derechos humanos es que, si no tienes cuidado, puede sonar excesivamente radical. Bajo una arranque ideológico comprensible, ‘Un ciudadano ejemplar’ termina con una defensa de la mano dura y la prevención armamentística sobre cualquier posible enemigo de los Estados Unidos de América (¿les suena el término guerra preventiva? ¿Bin Laden?).
En cualquier caso, el film funciona muy bien dentro del género de la acción y el suspense. Sin llegar a destacar, mantendrá el entretenimiento del espectador que sea capaz de obviar las genialidades imposibles del protagonista y las evidentes lacras de guión que pululan entre los personajes.