Teníamos diez u once años, y como todos los niños con esa edad gastábamos cierto recelo sobre el éxito del otro. Y, casi siempre, tendencia a la vagancia. El profesor de Ciencias nos mandó un trabajo sobre árboles, bichos y cosas verdes -no recuerdo el tema con exactitud- por grupos y cada semana exponían dos de ellos. El equipo de los empollones abrió la veda con un mural brillante donde destacaba un mapa de España hecho con recortes de periódico. Nosotros, no tan empollones -pero sí envidiosos y, casi siempre, vagos-, decidimos implementar su idea en nuestra exposición con un plus que demostrara al profesor que podíamos ser mejores que los empollones: hicimos un mapa de España hecho con recortes de periódico, un océano con cartulina azul y un árbol de cartón que sobresalía en tres dimensiones.
En eso pensaba cuando leí que ‘Blancanieves’ de Pablo Berger y ‘El artista y la modelo’ de Fernando Trueba habían sido preseleccionadas para los Oscar. Dos películas en blanco y negro y, en el caso de la primera, muda. Es como si los miembros de la Academia hubieran hecho igual que mi grupo de clase con el mapa de España. “¿Qué ‘The Artist’ os gusto mucho? Pues mirad cómo aquí también sabemos hacer cosas así de creativas y mucho mejores”, parecen decir. Pero, la verdad, no deja de ser una apreciación demasiado preconcebida. Ambas aún están en la lista de pendientes.
La que hemos visto, saboreado y presumido con un orgullo implacable es ‘Grupo 7’. Que no solo me parece una opción fantástica para enviar a los Oscar, sino que creo que podría ganarlo. La película andaluza -con participación de la productora granadina ‘Sacromonte Films’, por cierto- es un acierto grabado a fuego que ha calado a las altas esferas del entretenimiento mundial. Recordemos que la todopoderosa HBO ha comprado los derechos para realizar una tv-movie.
En cualquier caso, creo que llegaremos a otra -lamentable- situación similar a la de los últimos años, premiando a los creadores incomprendidos que van más con la imagen de ‘cultos y refinados’ que pretendemos, en vez de premiar a las películas que gustan, apasionan y no se olvidan. Porque, seamos sinceros: nadie se acuerda de nuestro trabajo de ciencias.