Los Juegos del Hambre: Sinsajo

Y así es como el público se sube al tablero. A mancharse. A compartir las llamas. A jugar y a saciar el hambre. A ser parte de la tragedia que hasta hace poco seguían, en prime time, sentados cómodamente en su sillón. ‘Los juegos del hambre: Sinsajo’ mantiene el buen ritmo marcado por sus antecesoras, desarrollando una historia que funciona como un reloj suizo en muchos y muy variados niveles: es una crónica política, un thriller mediático, una crítica social, un triángulo amoroso y, por supuesto, un magnífico entretenimiento.

Pese a que es la primera vez que tras ver una película de esta saga tengo alguna que otra mueca de desagrado, partamos de que ‘Sinsajo’ no defrauda. Sí, es víctima de esa estrafalaria moda de partir historias en dos películas para sacar más dinero. Ahora bien. De todos los films que viven de estirar el chicle, esta es, de lejos, la mejor resuelta.

‘Los juegos del hambre: ‘Sinsajo’ es como el penúltimo capítulo de una serie de televisión que sigues con sumo interés. Tiene sorpresas, tiene giros, mucha emoción… Pero no deja de ser una introducción a lo que está por venir: el final. Las dos películas previas contaban con un esquema similar: media película de desarrollo de ideas y suspense; media película de acción. Esa es mi gran pega para ‘Sinsajo’: nos falta la acción. De hecho, solo vemos a Katnis Everdeen (Jennifer Lawrence) utilizar su arco en una –muy memorable– escena. Claro que esta apuesta por la tensión no resuelta también permite a Francis Lawrence (el director) profundizar con acierto en la calma que precede a la tempestad.

Cuenten conmigo, el año que viene, para acudir con sumo interés al desenlace de ‘Los juegos del hambre’. Una película que podrá presumir, siempre, de no haber despreciado la inteligencia de los jóvenes (como ese ejército de novelas young-adults tan crepusculares). Y de haber creado una de las mejores heroínas de los últimos años.

Por cierto, el público también somos nosotros. Los espectadores. Remánguense.

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Los Juegos del Hambre: En llamas

Ahora que conoces las normas y te has hecho con el tablero, ¿echamos otra partida a ‘Los Juegos del Hambre’? Suzanne Collins dio un lugar privilegiado a la palabra ‘juego’ en el título de su novela   por una razón: primero sentar las bases, luego dominarlas y, por fin, destruirlas. El regreso de Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) y Peeta Mellark (Josh Hutcherson) produce una extraña sensación de ‘remake’ de la primera entrega. La misma estructura, el mismo ritmo, la misma filosofía. La misma diversión. Un camino reconocible que era necesario repetir para ganar la partida.

En llamas’ arranca con Katniss y Peeta de vuelta en el Distrito 12. Los héroes de los Juegos del Hambre esperan recuperar la normalidad en sus vidas, pero el Gobernador Snow (Donald Sutherland), líder del Capitolio de Panem, tiene otros planes en mente. Tras obligarles a escenificar su falso romance por los doce distritos, convocará una nueva edición del torneo en el que arriesgarán mucho más que sus propias vidas.

Sigo encontrando retazos de ‘Harry Potter’, ‘Battle Royale’ y ‘Naruto’ en la historia de Collins. Pero, qué demonios, estoy francamente contento con que sea esta, y no alguna de las múltiples y desastrosas versiones cinematográficas de novelas ‘young-adult’ tipo ‘La Huésped’ o ‘Soy el número 4’, la que más éxitos recoja. Pese a utilizar la misma fórmula y a sus dos horas y media de metraje, la cinta dirigida por Francis Lawrence (‘Soy Leyenda’) funciona a las mil maravillas por tres razones: es muy entretenida; las nuevas incorporaciones dan un aire fresco a la saga; y Jennifer Lawrence es una heroína ejemplar –dentro y fuera de las cámaras–.

Si se quedan con ganas de más, como es mi caso, tranquilos, el año que viene vuelve ‘Sinsajo’. Lo malo es que, maldita sea Hollywood, la productora ha decidido dividir el libro en dos películas. Así que no veremos en salas el final de la saga hasta 2015. ¿Alguien más se apunta a leer la novela? Una última curiosidad: no hay escena después de los créditos, pero si quieren escuchar ‘Hombre a tierra’, la canción de los ‘Lori Meyers’, tendrán que esperar hasta la última dedicatoria.

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Agua para elefantes

‘Agua para elefantes’ nació a la sombra de una promesa: la película que consagrará a un actor al Olimpo de las estrellas de Hollywood. Y no nos engañaron: Christoph Waltz -el maldito bastardo- es un fenómeno. El otro, el que sale en los carteles de promoción, Robert Pattinson, no está tan mal como cabía suponer después de verle en ese intento de película, ‘Recuérdame’. Infinitamente mejor, no hay color, que en el saga de vídeos caseros más rentable de la historia, ‘Crepúsculo’. Pero aún le queda mucho por recorrer.

En fin, ‘Agua para elefantes’ es un filme frustrante. Parte de una idea llamativa, un arranque que despierta curiosidad y una cuidada estética clásica que se mantiene durante las dos horas de metraje -demasiado larga-. Tiene armas de sobra para hacer reír y llorar. Y, sin embargo, se queda en un quiero y no puedo. En una sucesión de elementos que no van a ninguna parte y cuyo clímax está absolutamente desaprovechado.

El día que Jacob Jakowsky (Pattinson) va a convertirse en veterinario, un trágico accidente se lleva la vida de sus padres, dos emigrantes polacos. Su muerte desvelará una serie de deudas que impedirán a Jacob seguir con sus estudios y le obligarán a buscar un trabajo. Desesperado, Jacob se colará en el tren del circo de los Hermanos Benzini, donde terminará trabajando a las órdenes de August (Waltz), líder despótico del espectáculo y marido de Marlena (Reese Whiterspoon), con la que iniciará un flirteo prohibido.

Francis Lawrence da el salto de la ciencia ficción y el cómic (‘Constantine’, ‘Soy Leyenda’) al romance, concede a ‘Agua para elefantes’ destellos de brillantez. No obstante, elementos clave en la narración -vitales en la novela que se inspira- como la Ley Seca, la gran depresión o la inmigración quedan en meros capítulos mal enlazados. Una lástima.

¿Por qué verla? Si busca un romance, con tensión sexual, miradas profundas y planos bellos de gente bella, seguro que ‘Agua para elefantes’ le entretiene. Y el trabajo de Waltz, una vez más, es espectacular. ¿Por qué no verla? Por todo lo demás.