La HBO compra 'Grupo 7'

Con este párrafo cerré la crítica de Grupo 7: “La pena es el pobre recibimiento del film en taquilla. Resulta descorazonador ver cómo una película tan excepcional se queda en ‘anécdota’ si no hay una promoción arrolladora. Sin embargo, estoy convencido de que ‘Grupo 7′ gozará del efecto ‘bola de nieve’ y, dentro de unos años, se hablará de ella con un evidente orgullo patrio. Siempre llegamos tarde. Pero que viva España”.

Treinta días más tarde, la bola de nieve ha crecido a una velocidad vertiginosa. El anuncio habla por sí solo: «La HBO emitirá ‘Grupo 7’». Alucinante. No sé si son conscientes del éxito tan bestial que supone la adquisición de la película española por la poderosa firma. Firma que nos ha relagado ‘Juego de Tronos’, ‘Hermanos de Sangre’ y, por supuesto, ‘The Wire’. Insisto en esta última porque fuimos muchos los que hemos gustado en llamar a ‘Grupo 7’ el ‘The Wire andaluz’. En serio, no salgo de mi asombro: qué orgullo, leñe.

Por un lado, la adquisición por la HBO es grande porque no se trata de una productora americana que insulta al filme original realizando un remake yanqui. No. La HBO, probablemente la cadena con mejor imagen en el mundo audiovisual por asegurar una calidad sobresaliente, ha visto en ‘Grupo 7’ una oportunidad de vender talento. Al otro lado del ring, la noticia no deja de hurgar en la llaga, la herida visible y vergonzosa de un público, el nuestro, que no sabe apreciar una gran película si no viene precedida por una promoción made in usa.

¿Qué debería suceder ahora? Hordas de espectadores montando en cólera por haber perdido la oportunidad de ver ‘Grupo 7’ en el cine y pidiendo, a gritos, un reestreno cómplice. ¿Qué sucederá? Habrá un silencio rabioso que durará hasta que la HBO la convierta en un éxito internacional. Entonces sacaremos pecho.

Grupo 7

El orgullo patrio es un sentimiento difícil de ubicar. A diferencia de los yankis, por ejemplo, nos cuesta contemplar ‘España’ y sus productos con el cariño que derrochan otras banderas. De hecho, mostrar admiración o simple respeto por el país es, para algunos, muestra irrefutable de una ideología política consumada y causa de pitidos ensordecedores. Con esto no voy a conseguir revolucionar ninguna mentalidad, pero valga para subrayar el siguiente entrecomillado, resumen perfecto de la sensación que me embargó después de ver ‘Grupo 7’: “Que viva España”.

Un “que viva España” en dos direcciones: por un lado, en el sentido más irónico y ácido, por el amargo y corrupto dibujo de un país que revende su alma a un demonio vestido de dinero rápido, tráfico de influencias y burbujas inmobiliarias. Por otro, más sincero y limpio, por la enorme alegría que es disfrutar de un peliculón de este calibre sin el más mínimo complejo frente a la más poderosa producción hollywoodiense. Insisto: ‘Grupo 7’ es un pe-li-cu-lón.

Para los que gustan de comparaciones, la cinta de Alberto Rodríguez (‘Siete vírgenes’) es una suerte de ‘The Wire’ a la andaluza. Una combinación fantástica de cine negro clásico, personajes claroscuros, un montaje vibrante y un guion talentoso que levanta, cual paso de Semana Santa, el electo de actores liderados por un Antonio de la Torre en estado de gracia, y un Mario Casas que firma el mejor trabajo de su carrera.

La pena es el pobre recibimiento del film en taquilla. Resulta descorazonador ver cómo una película tan excepcional se queda en ‘anécdota’ si no hay una promoción arrolladora. Sin embargo, estoy convencido de que ‘Grupo 7’ gozará del efecto ‘bola de nieve’ y, dentro de unos años, se hablará de ella con un evidente orgullo patrio. Siempre llegamos tarde. Pero que viva España.