El secreto de sus ojos se resume en el espectacular monólogo de un Guillermo Francella (que interpreta a Pablo Sandoval) en estado de gracia: “Las pasiones nos definen, para bien y para mal”. La película de Juan José Campanella (Luna de Avellaneda, El hijo de la novia) versa sobre la parte más oscura de los impulsos del ser humano. Impulsos que, aunque nazcan de sentimientos como el amor, terminan en lugares oscuros, en presas del olvido, de la adicción, de la soberbia y, en el peor de los casos, del odio y la muerte.
Benjamín Espósito (Ricardo Darín), secretario de un Juzgado de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires, está a punto de retirarse y decide escribir una novela basada en un caso que lo conmovió treinta años antes, del cual fue testigo y protagonista. Su obsesión con el brutal asesinato ocurrido en 1975 lo lleva a revivir aquellos años, trayendo al presente no sólo la violencia del crimen y de su perpetrador, sino también una profunda historia de amor con su compañera de trabajo, a quien ha deseado y amado fervorosamente y en silencio durante años. La novela que escribe Espósito nos hace recorrer los años 70, cuando en Argentina se vivían épocas turbulentas, el aire estaba enrarecido y nada era necesariamente lo que parecía ser.
Ricardo Darín se convierte en un dandi como los de antes. Un personaje con encanto y trafondo al que decides creer desde el principio de la película. Incluso cuando sabes que se está equivocando. El Secreto de sus ojos mezcla, sabiamente, romance, suspense, drama, comedia y acción (memorable la escena de la persecución en el estadio de fútbol, rodada de un tirón, sin cortar un solo plano. Magistral Campanella) gracias al primer elemento del cine: el diálogo.
No se engañen, la película del año de Ricardo Darín -que parece que está en todas- no es ‘El Baile de la Victoria-, mucho más prescindible. El Secreto de sus ojos les hará estremecerse y les hará llorar como hacía tiempo que no lo conseguía una película. Apelen a la suerte de la cartelera y corran antes de que los estrenos navideños terminen de llevársela.