Guybrush Threepwood es uno de los personajes que mejor definen a una generación. La mía. Los que cambiamos la voz rodeados de ordenadores y videojuegos ya empezamos a hablar como los que crecieron con películas de indios y vaqueros en el cine de verano: de clásicos. Quiero decir, cuando Arturo Pérez-Reverte describe con emoción la primera vez que el honroso Capitán Lex le atravesó con la mirada, imagino que debe sentir algo parecido a cuando Threepwood se acerca al venerable –y pixelado- sabio de lo alto de la montaña para anunciarle que quiere ser pirata. O cuando ganó su primer concurso de escupitajos.
‘Monkey Island’ es al videojuego lo que ‘La vida de Brian’ al cine. Una comedia de referencia. Ya saben, un lugar común al que referirse cuando pasa algo gracioso. “Estas instrucciones son más complicadas que la receta del Grog” o “tiene más mala leche que LeChuck después de la siesta”. Entiendo que a muchos de ustedes todas estas referencias le suenen a chino. Una pena. El juego vio la luz en 1990 y, desde entonces, los fans de la saga esperan el anuncio de su versión en la gran pantalla. ¿Por qué? Porque su guión es genial.
El juego pertenece a una serie de clásicos básicos de ‘LucasArts’, la productora de George Lucas, en la que también destacan ‘Indiana Jones y las llaves de Atlantis’, ‘El Día del Tentáculo’, ‘The Dig’, ‘Full Throttle’… Posiblemente se pregunten a qué viene esta perorata paralela a la cartelera. Pues primero porque ayer me descargué para la PS3 la versión remasterizada de ‘Monkey Island’ y he reavivado la llama del amor. Y, segundo, porque en una época tan raquítica en ideas originales, puestos a repetir errores del pasado, ¿por qué no resucitar a lo grande estos clásicos?
Les seguiría hablando de éstas y otras aventuras gráficas, pero están a punto de ser atacados por un mono de tres cabezas.