Un precioso homenaje a Miyazaki

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Todo aquel que aspire a vivir de la animación debe tener en su altar particular la vida y obra de Hayao Miyazaki. Esta escuela de animación francesa ha decidido honrar al genial artista japonés con un proyecto precioso titulado ‘Chicos y chicas de cumbres y cielos‘ (traducción libre de ‘Celles et Ceux des Cimes et Cieux’). Los alumnos lo describen como el tráiler de la película que les gustaría hacer, una obra inspirada, además de en Miyazaki, en Jean Giraud y Syd Mead. No se pierdan el corto, maravilloso, con música de Joe Hisaishi.

Celles et Ceux des Cimes et Cieux from Gwenn GERMAIN on Vimeo.

El viento se levanta

Si tienes que volar, vuela; y si no tienes alas, construye un par. Hayao Miyazaki se despide del cine con un mensaje que atraviesa al espectador. A nosotros: ¿Y si ahora, justo ahora, justo cuando todo viene mal dado, cuando no hay esperanza, justo cuando el mundo se empeña en repetirte que esto es lo que hay, que estamos en crisis, que no puedes hacer lo que quieres hacer, es el momento exacto de hacer lo que naciste para hacer? ¿Y si la solución es buscar tu sitio real y no lo que dictan los cánones de la crisis?

El último mensaje de Hayao Miyazaki, ‘El viento se levanta’, es un viaje por las vocaciones que luchan por abrirse camino, a pesar de la realidad. Un niño obsesionado con la idea de volar. Volar y volar. Pero como sucedía en la poesía de Machado («Era un niño que soñaba / un caballo de cartón. / Abrió los ojos el niño / y el caballito no vio»), por más que abre los ojos, sus gafas de cristal ancho, fruto de una miopía irreversible, le impiden surcar los cielos. Hasta que una noche, soñando sus sueños insondables, se encuentra con Caproni, un diseñador italiano que le susurra un camino alternativo: crea tu propio avión.

La historia de ‘El viento se levanta’ es un precioso canto a la épica de los humildes; de los héroes forjados entre libros y trabajo duro que no claudican, que no desesperan, que no pierden la fe. Un guión adulto en el que es fácil sentirse interpelado –probablemente, el mismo Miyazaki se identifique con su protagonista–, para una película que es, además, un velado bofetón de optimismo para todos nosotros, las víctimas de un mundo en crisis que se creen incapacitadas por la adversidad económica.

La poesía se cumple en el fondo y, por supuesto, en la forma. El estudio Ghibli (‘El viaje de Chihiro’, ‘La princesa Mononoke’, ‘Mi vecino Totoro’…) construye una maravilla pictórica que no deja de latir, de respirar, de recrearse en ese universo carismático y artesanal al que siempre es un placer regresar, aunque solo fuera para escuchar su música.

Un verso de Paul Valery inspira la obra: «El viento se levanta, hay que intentar vivir». Estoy convencido de que, con el tiempo, la película de Miyazaki inspirará otra gran poesía.

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Los Simpsons viajan con Hayao Miyazaki

Los Simpsons y Hayao Miyazaki. Una suerte de crossover imposible que, sin embargo, resulta francamente estimulante. Las criaturas de Matt Groening siguen su carrera por honrar a otras grandes sagas. Y es un placer ver que los mundos de Totoro, Porco Rosso, Chihiro, Mononoke o El Castillo Ambulante no sean un extraño galimatías para los espectadores americanos. Es espectacular cómo, de un tiempo a esta parte, la animación japonesa ha ocupado en todo el mundo el lugar que se merecía.

En el episodio, titulado ‘Married to the Blob’, un dibujante de cómics sigue los consejos de Homer para conseguir quedar con una famosa escritora de mangas.

No sabemos el episodio completo, pero este fragmento es una genialidad. Ghibli, Miyazaki y Los Simpsons:

Nausicaä

No es que me falte imaginación para crear nombres, pero da la casualidad de que el protagonista de la historia de hoy, como el de ayer, también se llama Javi. Pero, para no hacernos pesados, le llamaremos ‘el pintor’. Verán, no sé si se acuerdan de aquella maravillosa época del VHS y el BETA, cuando todos deseábamos ver la estantería del otro para cuchichear en sus películas y ver qué nos podía grabar –puede que esto no haya cambiado tanto, después de todo. El caso es que, durante los años que dieron sentido a la expresión ‘cinta’ para referirse a una película, algunos adelantados a su tiempo adquirieron un Láser Disc. Lo último.

Visitar la casa de ‘El pintor’ era una gozada. Un almacén de cine escalonado por todas las estanterías de la casa. Puertas que daban a armarios ordenados por géneros. Baúles llenos con novedades importadas de todos los rincones del mundo. Y una calidad de imagen y sonido que ni el vídeo comunitario. Una de aquellas tardes en casa de ‘el pintor’, sentados en el sofá, pusimos una película: ‘Nausicaä’. “¿Eso qué es?”, preguntamos los tres hermanos. “Una película de animación japonesa de hace ya unos años. A mí me encanta”.

Y a nosotros nos encantó. No eran unos dibujos animados al uso. Eran raros. Y, al contrario que en las películas normales, las de Disney, ninguno de los protagonistas cantaba en ningún momento. Además, sospecho que, pese a que salí alucinado de la proyección, no me enteré de toda la historia. Javi, ‘el pintor’, gracias a su tremendo dominio de la tecnología, nos pasó el Laser Disc de ‘Nausicaä’ a un VHS, para que la pudiéramos ver en casa.

Hoy, 15 años después de aquella tarde y más de 25 desde que se estrenara en las salas de Japón, se estrena en España ‘Nausicaä’. Todo un homenaje a su director y uno de los mayores creadores de nuestro tiempo, Hayao Miyazaki (‘Mi vecino Totoro’, ‘El viaje de Chihiro’, ‘Mononoke Hime’). Dios mío, cómo pasa el tiempo.

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