J. K. Simmons ha entrado en ese exclusivo club de actores carismáticos que no necesitan aparecer en cientos de superproducciones para saber que es un grande (¿otro? Bill Murray, por supuesto). Su personaje en ‘Whiplash’ le ha valido el premio a mejor actor de reparto que entrega el Sindicato de Actores de Hollywood (una pista más a lo que sucederá la noche de los Oscar). Y si Simmons pertenece a este grupo de intérpretes es porque transmite talento dentro y fuera de la pantalla. Su discurso de agradecimiento fue un acierto total:
«Gracias. Es realmente bonito estar en una habitación repleta de iguales, en un sindicato repleto de iguales. Creo que todos nosotros, los actores, somos en realidad actores secundarios. Incluso Miles Teller, que está en todas las escenas de la película. O yo mismo. O Paul Reiser o Melissa Benoist o Damon Gupton, que está en una escena para brillar con una única frase. Cada uno de nosotros no está más que apoyando la historia… y cada uno de nosotros es esencial para la historia. Porque si hay un único momento de duda, el tren se sale de las vías y la sensación de que eso es real desaparece y tenemos que enderarzarlo para ponerlo en línea otra vez. Así que quiero agradecer a los 49 actores que aparecen en Whiplash por construir la visión de Damien Chazelle de una manera tan preciosa» (una traducción un tanto libre, lo sé)
Pocas películas abren un debate tan intenso como ‘Whiplash’. Entre otras cosas, el film nos invita a reflexionar sobre el éxito y sobre el protagonismo que otorgamos a aquellos que suben más alto. ¿Qué pasa con el resto? ¿Qué pasa con los secundarios sin los que el héroe no podría alzarse? Creo que Simmons, de una manera muy inteligente, lanza una nueva bofetada a la sociedad: premiar al que llega más alto y olvidar a los que sostienen el escenario. Bravo.
Supongo que nadie está libre del ego. Supongo que todos nos emocionaríamos al recibir un premio y que miraríamos hacia abajo con el orgullo del que lo ha conseguido. Qué difícil, leche, tender una mano hacia abajo para alzar a los que te alzaron. Eso es algo que no muchos podrían hacer (sí, dudo que Bill Murray se acordara de mucha gente, pero es que él es un verso libre).