Un prejuicio: Texas es el Lepe del mundo. Si tuviera que ubicar en un mapa la gestación, desarrollo y defensa de las ideas más involucionistas, absurdas y contrahechas del ser humano, señalaría allí. Al estado de Texas. A uno de esos vaqueros con sombreros de ala ancha, bigote retraído y domingos de whisky, rodeos y botas de punta fina. Lo más probable es que me equivoque y que, en ciudades como Dallas, haya un tonto por cada listo, como en cualquier rincón del universo. Pero es un prejuicio. Mi prejuicio. Y tumbar un prejuicio es una tarea muy complicada.
‘Dallas Buyers Club’ narra la historia real de Ron Woodroof (Matthew McConaughey), tejano drogadicto, putero y homofóbico, al que en 1985 le diagnosticaron sida, «una enfermedad de maricones», como él mismo analiza. Tras descubrir que el tratamiento es peligroso para la salud y un negocio para las grandes farmacéuticas, decidirá montar un negocio con otros productos ‘alegales’ en Estados Unidos.
Estamos en la era McConaughey. El guapito que se vendió como aburrido héroe de acción ha resultado ser uno de los grandes intérpretes de su generación. El actor realiza en ‘Dallas Buyers Club’ un viaje físico y espiritual extraordinario, expandiéndose por la pantalla como un virus, como una enfermedad que no te deja mirar hacia otro lado: solo está él, un Quijote ochentero que lucha contra sus prejuicios y los del resto de América acompañado por un escudero inapelable, Jared Leto, que borda hasta el extremo a Rayon, un travesti carcomido por el sida.
Jean-Marc Vallée (‘La Reina Victoria’), director de la cinta, propone al espectador un viaje al origen del prejuicio, a ese lugar desde el que es inevitable ponerse en la piel del otro. Una bofetada de realismo que, además, ni aburre ni pierde ritmo. Una gran película.
Para todos los que, como yo, entren en la sala repletos de prejuicios contra los tejanos y los actores que le robaron el Oscar a los lobos de Wall Street, también habrá redención. Si ‘Dallas Buyers Club’ se considera una película de bajo presupuesto, que tomen nota las grandes. Lo de Matthew y Jared es memorable.