Kung Fu Panda 2

Cuando la Game Boy salió al mercado, hace ya muchos años, tardamos en descubrir una de las técnicas de venta más simples y evidentes de la historia: el ‘ponlo guapo’. Todo era cuestión de que entrara por los ojos, de que por alguna extraña razón estética te apeteciera tenerlo entre tus manos. Nosotros aprendimos la lección con el ‘Burai Fighter’, un juego con una portada preciosa en la que un guerrero parecido al Bobba Fett -con jet pack y todo- de Star Wars luchaba en un inquietante espacio invadido por extraterrestres. Al final, resultó que había que matar bichos dentro de un intestino gigante… Pese a que le encontramos la chispa, terminamos vendiéndolo de segunda mano.

‘Kung Fu Panda 2’ cumple exactamente la técnica del ‘ponlo guapo’. Bajo las mismas premisas y errores de la primera entrega, la nueva aventura de Po es técnicamente maravillosa: el diseño de personajes es sensacional, la animación impresionante y la música inspiradora. Digamos que, si el pastel tenía una pinta estupenda, el resultado es insípido.

El guion de los chicos de Dreamworks vuelve a carecer del más mínimo interés: previsible, aburrido, ñoño y, en según qué momentos, irritante. Los supuestos chistes de Po no tienen ninguna gracia y la inmensa mayoría de diálogos son forzados y repelentes. Además, los nuevos personajes -al igual que el resto de secundarios- están desaprovechadísimos, con la destacada presencia de un espectacular maestro rinoceronte que dura en pantalla dos minutos.

Aunque se nota el esfuerzo por hacer la cinta más dinámica que su predecesora -hay mucha más acción-, la única manera de disfrutar algo de ‘Kung Fu Panda 2’ es abstraerse de la historia y disfrutar de la técnica. De hecho, lo mejor de la película llega cuando rompen con el ordenador y nos regalan los flashbacks de Po con una animación tradicional bellísima.

Me gustaría decir que, por lo menos, ya no habrá más películas del panda. Pero, a juzgar por le final, estaría muy equivocado.

La alucinancia dura dos minutos

Kung Fu Panda es una de las mejores películas de animación de la historia del cine hasta que empieza. Sí, eso, hasta que arranca de verdad. Hay dos minutos de pura genialidad. Los dos minutos en los que Po relata el cuento del maestro Panda, del creador de la ‘alucinancia’. Estéticamente brillantes. Luego aparece el título del filme y todo se va al traste.

Bueno, a ver, la aventura de Po es divertida y visualmente atractiva. De hecho, el diseño de personajes es sensacional. Pero el guion, en los tiempos que corren, esta falto de originalidad por los cuatro costados. Más que nada porque es una burda y evidente copia de una obra maestra del cine de autor: ‘La salchicha peleona’ -protagonizada por el poco insigne Chris Farley, protagonista, también, de esa otra joya del celuloide: ‘La salchicha peleona 2’-. ¿La recuerdan?

La cinta de marras trata de un tipo, gordo y singular, que es cocinero en Beverlly Hills. Su gran sueño es ser un gran ninja, como los de las películas, para vencer al mal. Algo que sus amigos y colegas utilizan para reírse de él. Hasta que un día, cosas del destino, termina como alumno de un místico maestro en el arte del Kung Fu (el cómico Chris Rock, por cierto). No sé si es cosa mía, pero me da que el parecido entre ambas es más que notable.

Hoy se estrena la segunda parte de Kung Fu Panda con una sorprendente buena acogida de la crítica yanki. Por mi parte, pese a la empatía tan absurda que tengo con los pandas (recuérdenme que algún día les cuente una historia), voy a mantener las distancias con lo nuevo de Dreamworks. Sería menos escéptico si la viera en versión original, con la voz de Jack Black. No porque tenga nada en contra de Flo, sino porque soy fan incondicional de Black (otro día hablamos de ‘Nacho Libre’, épica).

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