Vivimos una era hermosa, qué demonios. Sí, vale que no hay dinero. En general: no lo hay. Nadie tiene dinero para pagar un sueldo digno, ni para montar una empresa, ni para pagar una hipoteca, ni para irse a vivir al extranjero… Para nada. Somos la generación de los ‘bolsillos holgados’ y del ‘apáñate como puedas’. Los que soñamos con una beca para hacer unas prácticas y los que hacemos dos tostadas de una rebanada de pan de molde.
Crisis. Será la crisis. ¿Y cómo hemos reaccionado? Construyendo pozos de un charco. Cuanto más miro a mi alrededor, más casos me encuentro de gente alucinante. Admirable. Valiente. Gente que inventa fórmulas para usar Internet a su favor y que, a pesar de todo, saca adelante sus proyectos. Mi amigo Javi, por ejemplo, inició una campaña de crowfunding para lanzar su línea de juguetes ‘Wananeko’. Lo consiguió, por supuesto. Porque así somos nosotros: sin dinero pero resueltos.
Hay dos ejemplos en el mundo del cine que nos definen como generación: ‘Kung Fury’ (de la que ya hablamos hace tiempo) y ‘Turbo Kid’. Mientras que el primer caso se quedó -y no lo digo para desmerecer, es una gozada- en un corto para Internet, el segundo es una película con todas las de la ley. Un film ‘indie’, de muy bajo presupuesto, que ha enamorado a la crítica estadounidense. ‘Turbo Kid’ mezcla ideas de cómic, videojuego y cine de los ochenta. Algo así como si Alex Kid apareciera en el mundo de Mad Max. Y se estrenará a lo grande.
Nos ha tocado vivir una era de mirar atrás. De mirar y añorar tiempos pasados en los que terminar una carrera era la llave para abrir la puerta del éxito. Tiempos en los que la línea argumental contaba con menos contratiempos. Tiempos en los que los héroes y los villanos estaban claramente definidos. Ahora nada es blanco o negro. Ahora no hay dinero. Ahora sufrimos por no poder surcar los caminos que nos enseñaron nuestros padres… Pero qué cojones le estamos echando los de la era de ‘Turbo Kid’. Una era hermosa.