El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos (y el top cinco de patochadas inenarrables)

Peter, he cumplido con mi palabra. Tal y como acordamos hace tres años, he pagado tres entradas, una por cada innecesaria entrega de esta trilogía. Lo he hecho por el convencimiento de que detrás de todo este absurdo y egoísta ejercicio de despilfarro se encontraba el equipo que dirigió ‘El señor de los anillos’ (ESDLA), trilogía por la que volvería a comprar tres entradas las veces que fuera necesario. ‘El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos‘ llegó a las salas y, por primera vez en mis años en la Tierra Media, no sentí la más mínima emoción por ir al cine. Más bien todo lo contrario. Pero era un asunto de cuentas pendientes: os lo debía por lo mucho que disfruto con la epopeya de Frodo.

En una de las escenas de la película, Peter, pones en boca de Thorin Escudo de Roble el pecado del que te acuso: “el oro ha podido más que el hogar”. ¿Es esa frase una disculpa? ¿Te ha podido el dinero, Peter, por encima del hogar, del cine, de la imaginación, de la narrativa, de la emoción? Lo peor es que todo esto, toda este caos de ‘El Hobbit’, podría haber sido una gran película. Una. Gran. Película. Pero, a cambio, tenemos tres horrores que manchan por completo el buen hacer de ESDLA.

Mi querido Peter, ¿no te das cuenta?, has seguido los pasos de George Lucas con ‘La Guerra de las Galaxias’ con el terrible agravante de la repetición: personajes sin carisma, una historia forzada, un insistente abuso del croma y unos efectos especiales que, en ciertas escenas, ya se ven cutres. Has querido demostrar que puedes hacer tantas cosas con un ordenador que has terminado matando el alma de la historia, esclavizada por el más difícil todavía. ¿De verdad nadie tuvo los redaños de decirte que lo de Legolas no tiene perdón?

Con todo, ‘La batalla de los cinco ejércitos’ es mi favorita de las tres partes de ‘El Hobbit’ por tres razones: es más corta, tiene un final y es casi todo acción, tanto que sólo me faltó un mando entre las manos para que lo hubiera confundido con un videojuego. Pero que no, Peter, que no me ha gustado. No las quiero volver a ver. No me parecen buenas películas. Peter, por favor, sal de la sala del tesoro y vuelve al hogar: estás cegado.

hobbit-thorin

Hay una cosa, sin embargo, que sí te debo agradecer. Al salir de ‘El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos’, pasamos un rato estupendo de risas y carcajadas recordando las mejores patochadas de la película. Son muchas más, pero he recopilado el Top 5 (hay posibles spoilers):

5.-Un orco gigante se ha puesto un tejado en la cabeza y ha roto las murallas de la ciudad. Desternillante.

4.- ¿Qué demonios pasa con las voces? El abuso de las voces graves para demostrar que los personajes están en ‘modo oscuro’ es demasiado irrisorio. En especial Galadriel y su pelea de luces tras tomarse unos tripis a la salud de Mordor. ¡Vivan los 70!

3.- La película es muy dada a los ‘de repente’ (Deus Ex Machina) sin explicación aparente. Uno de mis favoritos es cuando los enanos se montan en una piara de cabras montesas que aparecen de la nada y suben por la montaña. Ese momento, la escalada en busca del malo final, creo que es, visualmente, lo más cutre de la película. Lo más parecido: el mapa del Super Mario Bros a lomos de Yoshi.

2.- Un tremendo ejército de orcos, armados con espadas bestiales y corazas sobrehumanas, ataca la ciudad. Los soldados se defienden como pueden de ellos, con visible dificultad. Todos menos Bilbo Bolsón, que acaba de descubrir que si les da con una piedra -donde sea-, los mata al instante. En serio, esta escena merece todas las parodias del mundo.

1.- Legolas. En general, Legolas. En particular: el puente se rompe y el elfo salta de una piedra a otra como si fuera el Correcaminos cayendo de un barranco sobre una gran losa. Es como cuando ibas al Corte Inglés y justo cuando te subías a las escaleras mecánicas tu madre te decía que se le había olvidado algo y te veías obligado a subir a contracorriente con extraños y ridículos saltitos. La leche.

hobbit-legolas

Y, de regalo, una anécdota que sucedió en la misma sala. Un diálogo formidable: 

-Oye, yo tengo una pregunta.

-¿Cuál?

-Que por más que hago cuentas, no me sale.

-¿El qué?

-¿Quiénes son los cinco ejércitos? A ver: Enanos, elfos, humanos, orcos y…

-Legolas.

El Hobbit, ¿qué Hobbit?

Un tocayo escribía, ayer sobre las diez de la mañana, el siguiente tuit: «¿Ya han estrenado ‘El Hobbit’? O yo me paso poco por Twitter o vosotros pasáis mucho de la película». Este chascarrillo digital de 140 caracteres esconde una idea inesperada: ¿Y si nos hemos cansado de El Señor de los Anillos? ¿Y si el movimiento fan que han generado todas las anteriores películas inspiradas en el universo de Tolkien se ha desinflado hasta la desgana y la flojera? ¿Y si resulta, qué barbaridad, que rodar tres películas de El Hobbit era innecesario? ¿Y si Peter Jackson se está arrepintiendo en su casa de no haber hecho un único y lustroso film? O peor: ¿Y si se arrepiente de no haber hecho más capítulos?

Fuera de bromas, una última pregunta: ¿No creen, de verdad, que se respira menos interés en el ambiente por la tercera entrega de El Hobbit? Yo sí lo creo. No veo esa vorágine suprema que rodeó a redes, blogs y medios que sí tuvimos el año pasado. Y el anterior. Y los años anteriores.

Igual que les digo una cosa, les digo la otra: estoy convencido de que ‘La batalla de los cinco ejércitos’ será un éxito en taquilla. Cosa que me alegra muchísimo, ¿eh? Que los cines tienen que comer y estas películas deben ser un cañón en taquilla. Pero al igual que mi tocayo, leches, es que me ha pillado por sorpresa el estreno de la película. Más aún: estaba convencido de que llegaba el próximo viernes.

Mira que he visto una decena de tráilers, que tengo la banda sonora puesta en Spotify y que este mismo lunes leí una entrevista en la que Peter Jackson decía que no le importaría volver a hacer una película de la Tierra Media siempre y cuando tuviera el permiso de la comunidad. Pues nada. Que me ha pillado por sorpresa.

 

hobbit-legolas