La canción diferente

Una vez, en el colegio, pensé en voz alta «gracias a Dios». Y lo pensé tan alto que se escuchó lo suficiente como para que el profesor me mirara con cara rara, disgustado, mientras me reñía con la mirada. La clase era una de esas tutorías en las que se hablaba de todo y de nada. No recuerdo bien de qué iba el debate, pero sí recuerdo cómo el profe le dijo a Borja –alumno que no destacaba por su belleza, precisamente– que «no todos somos iguales». A lo que yo pensé, demasiado alto, como les digo, «gracias a Dios».

Mi exhalación se tomó como una burla al compañero, lo que provocó risas tapadas entre mis compañeros. Y por más que intenté explicarlo, nadie me libró del castigo. No era ningún chiste. Lo decía sinceramente: menos mal que no todos somos iguales, leñe. Ni más guapos ni más feos: diferentes. ¿Se imaginan qué aburrido si todos fuéramos iguales, si todos vistiéramos los mismos colores, si todos tomáramos las mismas decisiones? Muy aburrido.

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Ahora que parece que existe alergia a la originalidad, no puedo más que aplaudir el trabajo de estudios como ‘Cartoon Saloon’, joven productora irlandesa que este año estuvo nominada al Oscar a la mejor película de animación con ‘La canción del mar’. Basta con ver el tráiler para ser consciente de que no estamos ante algo insustancial: es distinta, es compleja y es preciosa.

Mañana, por fin, se estrena en España. ‘La canción del mar’, la historia del viaje a casa del último Niño Foca, me ha entrado por los ojos, por los oídos y por todos los sentidos. Sólo ha necesitado dos minutos para comprar mi atención y hacer que aplauda su maravilloso sentido de la rareza. Gracias a Dios (espero haber pensado lo suficientemente alto).