El Hobbit: La desolación de Smaug

Es terriblemente fácil -y justo- ser cruel con ‘El Hobbit: La desolación de Smaug‘. Peter Jackson estira la historia sin necesidad, por un afán recaudatorio más que evidente: reinventa personajes, escenas y subtramas a su antojo para convertir a su nueva trilogía en algo tan ‘imponente’ y ‘relevante’ como ‘El Señor de los Anillos’. El problema es que el esqueleto, el origen indudable de la narración, es un cuento para niños. Una historia noble y sonriente, en la que un ser mediano viaja por el mundo en busca de aventuras, acompañado de una tropa de entrañables enanos y un mago prodigioso. Si Jackson hubiera respetado ese espíritu y no se hubiera obcecado en crear una oscura precuela, estaríamos ante una película, no tres, de gran entretenimiento y factura impecable.

Pero no es así. ‘El Hobbit: La desolación de Smaug’ necesitaba un espíritu más cercano a ‘El llanero solitario’ que a ‘Las dos Torres’. De hecho, lo que mejor funciona de la película son las escenas en las que prima el juego y la aventura: las terroríficas arañas, la divertidísima escapada del Reino de los Elfos sobre barriles, la bella ciudad del lago y el duelo de inteligencia entre Bilbo y Smaug. Al otro lado quedan la solemnidad de Legolas, la invención de Sauron al ‘Darth-Vader-Way-Of-Life’, los romances imposibles y los interminables rellenos para justificar que se acercan tiempos aciagos. Incluso la canción del final tiene un inconveniente sabor a Justin Bieber…

El truco, espectador, está en eliminar el nexo entre ‘El Hobbit’ y ‘El señor de los anillos’. Vayan al cine a ver una película de espadas, orcos y seres fantásticos. No busquen esa relevancia que pretende Jackson y confórmense con disfrutar de un gran espectáculo visual. Porque sí, es un chicle estirado, pero también son tres horas de entretenimiento. Entretenimiento inconexo y forzado, pero entretenimiento a fin de cuentas. Y eso es de agradecer. Además, solo por ver la inmensidad del dragón merece la pena irse al cine (Smaug nació para el cine, no para la televisión).

¿Es mejor que ‘El Hobbit: Un viaje inesperado’? Sí, pero por una sencillísima razón: no hay prólogo. Si no fuera por ese pequeño detalle, las dos películas son iguales. Los mismos aciertos y los mismos errores. Y me temo que, dentro de un año, volveremos a escribir lo mismo.

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Como Thorin, Escudo de Roble

Hace un año salí del cine cabreado con el mundo. ‘El Hobbit’ me dolió. Llegué a casa y empecé la crítica utilizando las palabras de Gandalf, «toda gran historia debe tener detalles increíbles para hacerla interesante», para mí, una declaración de intenciones del mismísimo Peter Jackson: la técnica por encima del guión. Sí, los 48 fotogramas por segundo me mataron la experiencia. No me gustó nada. Me sacó por completo de la fantasía. Y mira que yo soy fácil de convencer cuando hay espadas, trolls y magos de por medio. Fui muy duro con la película. Me equivoqué.

Permitan que vuelva a utilizar otras palabras de la misma película, esta vez pronunciadas por el enano Thorin, Escudo de Roble, en los últimos minutos de metraje: «perdóname, Bilbo Bolsón, por no creer en ti». Bueno, no dice eso literalmente, pero más o menos. Y sí, quiero pedir perdón a ‘El Hobbit’ de Peter Jackson. Les cuento:

Estaba aburrido en casa y me topé con ‘El Hobbit: Un viaje inesperado’ en el Yomvi. Le di al play y me dejé llevar. Pasada media hora, justo cuando termina la escena de los enanos limpiando los platos que tanto me horrorizó en el cine, descubro que me lo estoy pasando muy bien. Luego vienen los trolls –con los que me reí–, la persecución de los wargos y el reino de los goblins –trepidantes–, los acertijos de Gollum –un hito de la Tierra Media– y la épica final del saqueador convertido en héroe… ¡Sí, me divertí mucho!

¿Por qué? Creo que esperaba demasiado de la película. Sigo pensando que el guión es un chicle estirado y que su mayor enemigo es la inevitable comparación con ‘El Señor de los Anillos’. Vista como parte de la trilogía ‘original’, defrauda. Sin embargo, al verla con perspectiva, evitando las comparaciones, lo cierto es que es muy entretenida.

Así que lección aprendida. La semana que viene asistiremos a ‘La desolación de Smaug’ sin expectativas ni prejuicios. Y, por supuesto, sin 48 fotogramas por segundo ni tres dimensiones, lo que fue, sin duda, mi gran, gran, gran problema.

Te acepto como eres, Bilbo Bolsón; como hizo Thorin, Escudo de Roble.

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El Hobbit: La desolación de Smaug… con Lego

Nuevo tráiler de ‘El Hobbit: La desolación de Smaug‘. Bueno, no es nuevo. Es distinto. A ver, es igual, pero es otra cosa. Hay que verlo.

‘The Brotherhood Workshop’, conocidos por recrear con figuras Lego todo tipo de tráilers y películas, han hecho su propia versión de la próxima entrega de El Hobbit.

‘El Hobbit: La desolación de Smaug’ es la segunda parte de la trilogía de Peter Jackson. Seguiremos los pasos de Bilbo Bolsón (Martin Freeman), el mago Gandalf (Ian McKellen) y los trece enanos liderados por Thorin (Richard Armitage) en busca del tesoro del Reino de Erebor. En cines el 13 de diciembre.

‘El Hobbit: la desolación de Smaug’, poster y trailer en la Montaña Solitaria

El Hobbit: La desolación de Smaug, uno de los títulos más esperados del año. Pese a su mediocre predecesora. Y no interpreten el ‘mediocre’ como una valoración subjetiva -que también-, es un hecho objetivo: la cinta no consiguió, ni de cerca, la admiración, devoción, buena prensa y elogios que Peter Jackson cosechó con ‘La comunidad del anillo’. Sin embargo, es inevitable que al ver el primer poster y el trailer de ‘El Hobbit: La desolación de Smaug’, arranque la maquinaría más peligrosa y emocionante del cine comercial: el hype.

El primer ‘teaser poster’ de ‘El Hobbit: La desolación de Smaug’, de Peter Jackson, se centra en Bilbo Bolsón (Martin Freeman), a las puertas de la Montaña Solitaria, la caverna donde el malvado Smaug (Benedict Cumberbatch, que entre la Tierra Media y el Enterprise de Star Trek, está de buen año) custodia el tesoro de los enanos.

ACTUALIZA: Primer trailer de ‘El Hobbit: la desolación de Smaug’

Y el trailer en español, cortesía de RTVE

‘El Hobbit: la desolación de Smaug’ llega a los cines el próximo 13 de diciembre, seguido por ‘El Hobbit: partida y regreso’, el 17 de diciembre de 2014.

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THE HOBBIT: THE DESOLATION OF SMAUG (2013) EVANGELINE LILLY

Durante la visita de Gandalf a Bilbo Bolsón en su agujero de Bolsón Cerrado, el mago intenta convencer al pequeño hobbit de que le acompañe en una aventura asombrosa que le aportará grandes recuerdos. Bilbo le dice que él no es más que un insignificante mediano, no un héroe o un guerrero. Gandalf, comprensivo, le relata una asombrosa historia sobre sus antepasados que Bilbo califica de “invención”. El mago zanja la cuestión con una reflexión que pasa por una declaración de intenciones del mismísimo Peter Packson: “Toda gran historia debe tener detalles increíbles para hacerla interesante”

Jackson no contaba con un presupuesto tan arrollador para rodar ESDLA, y consiguió una saga redonda donde la evolución y la historia eran consistentes. Ahora, con dinero para todos los caprichos, se olvidó de la escritura, apostó por tecnologías absurdas y por dejar que los productores impusieran una trama que reencontrara a los espectadores con sensaciones conocidas. Thorin Escudo de Roble es el nuevo Aragorn, Bilbo viaja con las inseguridades de Frodo, pero Balin le apoya como Sam Sagaz, Gandalf sospecha de que algo se avecina, Fili y Kili van juntos como Legolas y Gimli, y Gollum es Gollum. El problema no sería el descarado intento de autoplagio tanto en personajes como en batallas, rodaje, diálogos, estructura… como la evidente y matemática realidad de que ‘El Hobbit’ es un libro de 300 páginas. ¿Cómo pueden salir tres películas de tres horas de 300 páginas?

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