Acabo de leer un artículo que publican los amigos de filmin sobre Mark Duplass (director de ‘Cyrus’ y protagonista de ‘Seguridad no garantizada’, entre otras cosas). El cineasta compartió, durante una charla en el festival indie ‘South by Southwest’, ocho trucos para empezar a hacer cine. Hay uno que me gustó especialmente: «No hay ninguna razón para no hacer una película este fin de semana con tus amigos». Me encanta.
De un tiempo a esta parte, ‘hacer cine’ se ha convertido en sinónimo de ‘invertir mucho dinero’. Y no es mentira, hacer una película requiere un gran esfuerzo. Pero debemos reivindicar las películas que nacen con pocos recursos y convierten una idea humilde en una historia decente.
Por ejemplo, el otro día, el granadino Juanfran López me contó que han rodado una película de aventuras, ‘La Leyenda de Zaphomet’, y que la han terminado gracias a un esfuerzo monumental de un equipo apasionado. Y lo que es mejor: la estrenan en una sala llena a rebosar. ¿No les parece magnífico? Otro ejemplo: el irlandés Ruari Robinson está enamorado de una película que tiene en la cabeza, pero no tiene el dinero suficiente para hacerla realidad. ¿Qué hace? Rueda ‘Leviathan’, un corto de ciencia-ficción en el que los tripulantes de una nave espacial intentan capturar a una suerte de Moby Dick espacial. El resultado ha sido contundente: Las puertas de Hollywood abiertas de par en par.
Si alguna vez tuvieron ganas de hacer cine y se vieron incapacitados, ¿no les entran ganas de probar? ¿No les gustaría coger una cámara, escribir una historia y rodarla pase lo que pase, sin complejos ni bloqueos? Estamos en una era que se define por una absoluta e insultante falta de imaginación en el mercado. Y, también, en la era de los que sepan ser imaginativos. Buena caza.