Crepúsculo: Luna Nueva

Había oído decir aquello de que los hombres vienen de Marte y las mujeres de Venus. Pero no, yo siempre dije que era absurdo. Todos somos iguales, meras diferencias biológicas sin más. A una mujer le puede gustar tanto el fútbol como a un hombre comprar ropa. No obstante, he cambiado de opinión. Los hombres y las mujeres somos opuestos y, por eso, mientras que nosotros vemos ‘marrón’ ellas ven beige o no sé qué pamplinas en tonalidades pastel. A lo que vamos: Luna Nueva.

A ver si me pillan la idea: cuando dos hombres se ponen a hablar de cine porno -que lo hacemos- empezamos a actuar como trogloditas con comentarios ricos en metáforas y gesticulaciones muy visuales. Si durante esa ‘conversación’ aparece una mujer, lo más probable es que diga: “Sois asquerosos” o “¿cómo podéis ver esas cosas?” Fue justo después de uno de esos comentarios cuando una mente prodigiosa para el marketing vislumbró el negocio: cine porno para ellas. Y, efectivamente, lo crea: películas con muchos diálogos pastelosos, amores prohibidos, escenarios románticos, bla, bla, bla… -o eso me han contado-. Bien, seguimos: Cuando dos hombres ven una película de acción pura y dura, en plan 300… Bueno, no, 300 no, que ellas se quedan en las abdominales de Leonidas. Vale, digamos, Arma Letal, donde ellas ven violencia gratuita, disparos, muertes y machismo, nosotros vemos diversión y adrenalina. No buscamos más, somos simples. Y aquí es donde quería llegar: Luna Nueva es, exactamente, la versión femenina de una peli de acción. Con un más que evidente toque de cine porno femenino.

¿De qué va Luna Nueva? Permitidme, por favor: Edward Cullen es un viejo pervertido de 100 años que se enamora de una niña que acaba de cumplir 18, Bella -cuya padre es el protagonista de la serie Me llamo Earl-. Quieren chingar pero no pueden; tener relaciones sexuales la mataría y, por eso, tienen una barrera sexual que les tiene loquitos perdíos. Edward se va y le dice que no la quiere, que le olvide, que tiene cosas mejores que hacer. Aparece Jacob, que sufre de erecciones incontrolables cada vez que está al lado de Bella que le convierten en hombre lobo. Jacob se cuida mucho en el gimnasio para gustarle a Bella, la trata con mimo y dulzura. También quiere retozar, pero, por unas cosas y por otras, no lo consigue. Eso sí, se pasa toda la película sin camiseta para que todas las presentes en la sala suspiren y griten de vez en cuando con sofoco (absolutamente verídico). Al final vuelve Edward (el cabrón que la deja al principio de la película) y Bella vuelve con él dejando a Jacob con un paquete de cleenex. Para llorar.

Sí, sé lo que están pensando: ¿Esta película tiene versión española? ¡Correcto! Se estrenó hace ya varios meses pero con otro título: Pagafantas. Pero por lo menos en aquella ella no era zoofílica ni él era un abuelo ‘emofílico’…. “¡Da igual, Robert Pattinson es guapísimo!” Lo que usted diga, señora, pero lo será los 20 minutos que sale de las DOS HORAS -120 minutos largos- que dura la peliculita. Los actores, por cierto, están muy bien. Lo mejor de la película. La pena es que no les dejan hablar y sólo quedan como figurantes por detrás de los sosainas de protagonistas.

Y yo me pregunto, con poca inocencia: ¿Qué pasaría si, en vez de ser un grupo de hombres lobo cachas que se pasan toda la película sin camiseta fueran una banda de lobas que fueran con las tetas al aire? Efectivamente, lo llamaríamos porno -pero de verdad-.

Lo que más me duele es que después de dos horas, aunque quisiera -y quiero- fastidiarte el final de la película no podría. Porque no pasa nada. Nada de nada. Sólo diálogos típicos y tópicos, una tontería detrás de otra con declaraciones de amor que no se escribiría ni Julio Iglesias. Hortera, hortera.

Sólo queda una pregunta: ¿Por qué fuiste a verla, José Enrique? Para sentirme el macho alfa de la sala y para poder escribir esto.

Para terminar, un diálogo que surgió durante la proyección: En pantalla, el Pagafantas (hombre lobo) se agacha para levantar del suelo a Bella (el personaje que simboliza esa verdad tan grande que dice que a las mujeres os gustan los tipos malos). A mi izquierda hay sentada una pareja, él le dice a ella:

– Él: Tiene cara de mono.

– Ella: ¡Qué dices! ¡Cállate!

Pasan unos segundos. Vuelve:

– Él: A ver, en serio, que tiene cara de mono.

– Ella: ¡¿Te quieres callar ya?!

No puedo aguantarme y me entrometo en la conversación, bajito:

– JeCabrero: Si es verdad, si es que tiene cara de mono.

– Él: ¡¿Ves?!

– Ella: ¡Envidiosos!

En fin, cuánto estereotipo, ¿no?